Qué puede destruir la mecánica y cómo evitarlo
UN MAL RODAJE
UN MOTOR DE COMBUSTIÓN interna está formado por gran cantidad de elementos metálicos, muchos de ellos lubricados por aceite, que necesitan un periodo de adaptación para acoplarse entre sí. Por ello, durante los primeros 1.000 km hay que pisar el acelerador con progresividad, dejando que el número de revoluciones del motor aumente con suavidad y tratando de no utilizar más de la mitad del recorrido del pedal del acelerador.
QUEDARSE SIN ACEITE
TODO MOTOR DE COMBUSTIÓN PUEDE CONSUMIR UNA PEQUEÑA cantidad de aceite; algunas marcas aceptan como ‘normal’ hasta 1 litro cada 1.000 km; en esto casos, conviene comprobar el nivel, al menos, cada 2.500 km. La falta de este fluido puede tener como consecuencia que los materiales metálicos rocen entre sí y se produzca una importante avería -coloquialmente se conoce como ‘gripar’ el motor- que afecte a los pistones, los cilindros, el cigüeñal, el árbol de levas y/o la culata. En el mejor de los casos, el coste de la reparación estará en torno a los 1.000 euros.
APURAR EL DEPÓSITO
LOS COMBUSTIBLES, AUNQUE SEAN DE MUY BUENA CALIDAD, tienen impurezas que no llegan al motor gracias al filtro. Pero con el paso del tiempo, se acumulan en el fondo del depósito y, si apuramos este en exceso, serán succionados por la bomba y pueden obstruir el paso de combustible provocando daños en los inyectores -cada uno cuesta de media unos 350 euros-.
RECORRIDOS CORTOS EN FRÍO
DESPUÉS DE ESTAR VARIAS HORAS parada, la bomba de aceite del motor suele tardar unos minutos en lubricar de nuevo todo el circuito. Por ello, los recorridos cortos -en torno a un kilómetro- son bastante perjudiciales para el motor. Una solución para prevenir averías a la larga es dejar el motor al ralentí entre 10 y 30 segundos antes de emprender la marcha, para que la presión del aceite sea la adecuada.