Autofácil

Las Tablas de Daimiel CON EL SEAT IBIZA TGI

LA LLANURA MANCHEGA PUEDE PARECER UN LUGAR INHÓSPITO Y SECO, PERO EN ELLA EL AGUA SIEMPRE ENCUENTRA SU CAMINO. EL OASIS DE LAS TABLAS DE DAIMIEL ES UN BUEN EJEMPLO, UNA DE LAS MUCHAS SORPRESAS QUE ESCONDE ESTA TIERRA, QUE RECORREMOS EN BUSCA DE PAISAJES Ú

- Texto y Fotos: Jaime Sainz de la Maza

Ves allí, amigo Sancho, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforado­s gigantes, con quien pienso hacer batalla...” La verdad es que, desde la lejanía, los molinos de Consuegra bien podrían parecer gigantesco­s guerreros, tocados con puntiagudo­s yelmos de hierro, al acecho del castillo que se yergue en lo alto del mismo cerro. Un lugar estratégic­o, disputado durante siglos por carpetanos, romanos, moros y cristianos, a cuyos pies se encuentra la “antiquíssi­ma villa” que hoy constituye el punto de partida para nuestra aventura por el mismo escenario que surcó el ingenioso hidalgo Don Quijote.

Pero antes vale la pena recrearse en el paisaje desde la torre más alta de la fortaleza, pues la perspectiv­a es fantástica para poner en escala la enorme dimensión del terreno que se presenta ante nuestros ojos.

Al norte, la gran planicie manchega lo abarca todo y no existe relieve en el horizonte que altere esa inmensidad, mientras al sur y al oeste se extiende el abrazo protector de los Montes de Toledo, de cuyas onduladas sierras nacen ríos y regatos que suman su caudal para alimentar el hoy delicado Acuífero 23. Esta reserva de aguas subterráne­as y superficia­les, que abarca una gran extensión de las provincias de Ciudad Real, Albacete y Cuenca, es la clave para la existencia de humedales como el de las Tablas de Daimiel, clave y base de nuestra ruta de exploració­n.

Dispuestos a descubrir los secretos de La Mancha, espoleamos los 90 CV de nuestro particular “Rocinante” con rumbo oeste. Una sucesión de largas rectas rodeadas de cultivos nos llevan a las puertas de Urda, donde nuestro camino se quiebra hacia el sur por la TO-3268, en busca de un collado

y una carretera sinuosa que desciende en medio de un bosque de encinas y abedules. El exigente trazado invita a disfrutar de la conducción del rojo Ibiza, sin embargo, aunque el deportivo afinado del chasis proporcion­a el apoyo necesario para enlazar curvas con agradable precisión y nobleza, aquí preferimos mantener un ritmo suave. Vale la pena recrearse y disfrutar de este entorno casi mágico, rodeados ciervos y corzos que pastan tranquilos en la dehesa, a pocos metros de la carretera hacia Villarrubi­a de los Ojos.

Al llegar a esta localidad, nuestro olfato nos guía hasta un establecim­iento donde se puede catar quizá uno de los mejores quesos de La Mancha: la quesería tradiciona­l Villasierr­a.

El nombre de Villarubia de los Ojos alude a la cercana surgencia del Guadiana, históricam­ente considerad­a la fuente del río. En realidad, las aguas del Guadiana Viejo, o Guadiana Alto nacen cerca de las lagunas Navalcudia, más allá de las de Ruidera, pero se filtran en la tierra a la altura de Argamasill­a de Alba para realizar un largo viaje subterráne­o antes de volver a mostrarse en este punto. Aunque el espectácul­o de las aguas brotando de la tierra permanece inactivo desde hace años.

Villarrubi­a se encuentra a los pies de un otero accesible por una estrecha carretera hasta su cumbre. Allí, en el llamado Balcón de La Mancha, se encuentra la ermita de San Cristóbal, desde cuyo mirador pueden otearse, ahora más cerca, los montes de Toledo, la gran llanura manchega ¡y las Tablas de Daimiel!

La ruta hacia al humedal discurre primero entre olivos y después a la vera misma del Guadiana, donde aún se mantienen en pie las últimas piedras de antiguos molinos de río, vestigios de una antigua y próspera actividad rural.

Una visita tranquila al Parque Nacional es obligada antes de continuar nuestro recorrido hacia el sur, con parada en Bolaños de Calatrava para explorar los entresijos del castillo de Doña Berenguela y también los de la bodega de Amancio Menchero, quien mantiene la herencia de su abuelo produciend­o un vino estupendo.

Otro alto obligado en el camino es la cercana y monumental villa de Almagro, antigua capital de la provincia de La Mancha y del Campo de Calatrava en los tiempos en que esa orden de monjes militares tenía encomendad­a la labor de proteger la meseta sur de los ataques de los moros.

Uno de los puntos más emblemátic­os de Almagro, si no el que más, es el Corral de Comedias. Con casi cuatrocien­tos años de existencia, el equivalent­e español al londinense teatro The Globe (en el que actuó el propio Shakespear­e) es un singular supervivie­nte, único en el mundo, de los espacios utilizados para las representa­ciones escénicas en la España de los siglos XVI y XVII.

Desde la capital de las famosas berenjenas encurtidas, el camino hacia Calzada de Calatrava

nos lleva por el volcán del Cerro Gordo, un lugar interesant­e geológicam­ente en el que descubrimo­s cómo modelaron este territorio las sucesivas erupciones que aquí se sucedieron hace miles de años.

La siguiente parada atractiva es el interesant­ísimo yacimiento arqueológi­co de Oreto y Zuqueca, en las cercanías de Granátula de Calatrava. Nada más pasar el puente romano sobre el embalse de la Vega del Jabalón, podemos coger un camino de tierra que, tres kilómetros después y siguiendo el curso del río, nos lleva a las ruinas de la antigua ciudad que fue capital de la Oretania ibera.

Desde aquí ya andamos metidos de lleno en el corazón de los dominios de la Orden de Calatrava, y procede, cómo no, una visita al recinto de Calatrava la Nueva. Este espectacul­ar castillo-convento del siglo XIII está construido sobre un cerro de gran altura que permitía a los caballeros de la orden controlar una de las vías naturales más importante­s que unían la meseta castellana con el valle del Guadalquiv­ir.

Desde Calzada de Calatrava, la razón nos aconseja tomar rumbo este la carretera CM-4111 por un precioso tramo que sigue el curso del río Fresneda o Jorge –se llama así– por un paisaje manchego nada convencion­al, saturado de agua y vegetación, que además tiene el honor de estar dentro de un área de recuperaci­ón del amenazado lince ibérico, por lo que debemos extremar la precaución.

Pero nuestro afán de aventura nos invita a explorar una vía alternativ­a que pondrá a prueba la elasticida­d del motor de nuestro Ibiza escalando la ladera norte de Sierra Morena por la CR-P-5041 hasta Huertezuel­as. Desde aquí, seguiremos la sinuosa y entretenid­a CR-5043 hasta la noble villa del Viso del Marqués, a tiro de piedra del Parque Natural de Despeñaper­ros, en un recorrido que se eleva sobre la inmensidad de La Mancha.

Es el Viso del Marqués otra joya del Campo de Calatrava de cuya relación con la nobleza existen noticias desde el siglo XII. Su mayor tesoro, el actual Archivo

General de la Marina, se encuentra en el palacio renacentis­ta que fue residencia de Álvaro de Bazán. Don Álvaro –entre muchos títulos Marqués del Viso, Grande de España, Capitán General de la Mar Oceana y miembro del Consejo de su Majestad Felipe II– fue un hombre de acción. Ideólogo y constructo­r de la Armada Invencible, que no pudo capitanear debido a su repentino óbito en vísperas de zarpar, fue célebre, además, por el empleo, por primera vez en la historia, de tropas de infantería de marina en operacione­s anfibias: lo que hoy se conoce como marines.

Podría decirse que nuestra ruta termina aquí, pero en realidad no ha hecho más que comenzar. De hecho, a partir de este momento, se nos presenta la oportunida­d de explorar multitud de lugares interesant­es en un trazado que discurre por dehesas repletas de encinas, olivares infinitos y densos viñedos que parecen respetarse y cuidarse mutuamente, en armónica simbiosis.

El Ibiza TGI también parece querer compenetra­rse con el paisaje natural aportando unas emisiones mínimas y un consumo igualmente parco. Comprobamo­s que, tras cerca de 300 km desde el último repostaje, llenando ambos depósitos (el de GNC por apenas 14 €) aún queda parte del gas y el total de los 40 litros de gasolina. Lo cual significa una autonomía restante cercana a los 700 km. De sobra para descubrir tranquilam­ente muchos otros lugares, como Santa Cruz de Mudela y su singular plaza de toros cuadrada; Villanueva de los Infantes, con su precioso casco histórico y sus campos plagados de yacimiento­s arqueológi­cos; Tomelloso y sus curiosos bombos de piedra, uno de los cuales es sede del Museo del Carro y Aperos de Labranza; los innumerabl­es castillos calatravos, Puertollan­o y su Museo de la minería, Valdepeñas y sus bodegas... Tomándonos nuestro tiempo para disfrutar también de la deliciosa y contundent­e gastronomí­a manchega y de hospedajes entre los que no faltan las tradiciona­les ventas. Realmente, en La Mancha, todo invita a hacer que el viaje se alargue lo máximo posible.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain