Los conductores prudentes, bajo acoso
DANIEL AMOR (E-MAIL)
■ CADA DÍA RECORRO 30 kilómetros -entre Pontevedra y O Porriño- por la N-550. Se trata de la típica carretera gallega, que atraviesa pueblos constantemente, cuenta con una elevada densidad de tráfico pesado y en la que, en ciertos puntos, la orografía, el clima y el propio estado de la carretera comprometen seriamente la seguridad de quienes circulamos por ella.
Por tanto, cualquier trayecto por la N-550 requiere de paciencia y prudencia. Sin embargo, por ella circulan -como en cualquier carretera, me temo- algunas personas que se dedican, por sistema, a acosar a los conductores que respetamos los límites de velocidad. Y lo hacen a base de bocinazos, continuos destellos de luces largas y algún que otro gesto moralmente reprochable. Creedme, es realmente angustioso circular al límite legal máximo -que no por debajo- y tener que padecer, a diario, este tipo de situaciones.
Pero la carretera y el tráfico son los que son. Y parece que dichos conductores no son conscientes de ello, y no dudan en realizar maniobras que ponen en riesgo a todos los que circulamos por ella, desde camiones hasta, incluso, peregrinos que van a pie. Tampoco son conscientes de que, en este tipo de vías, adelantar temerariamente no sirve de nada puesto que, más adelante, se encontrarán irremediablemente con otro camión, un semáforo en rojo o un límite de velocidad urbano que tirará al traste los escasos segundos que hayan podido ganar. [...]
Por ello, invito a todos a hacer una reflexión. Vivimos en un mundo cada vez más apresurado y estresado, pero es preferible levantarse cinco minutos antes cada mañana para llegar tranquilos -y seguros- a nuestro destino.