Autofácil

AUTOFÁCIL PRUEBA EL ASTON MARTIN VANTAGE

- Texto: M. Tineo Fotos: Jotxo

A cambio de 178.000 €, el Aston más aseguible incorpora un motor V8 4.0 biturbo de 510 CV, acelera de 0 a 100 km/h en 3,7 seg y alcanza los 314 km/h

ELVANTAGE ES ELASTON MARTIN MÁS COMPACTO Y ASEQUIBLE DEL MÍTICO FABRICANTE INGLÉS DE DEPORTIVOS. PERO, OJO, COMPACTO Y ASEQUIBLE NO SIGNIFICA VULGAR NI SENCILLO; SUS 510 CV Y UN PRECIO DE 178.000 EUROS SE ENCARGAN DE BORRAR ESOS CONCEPTOS DE TU MENTE.

Me dejo caer en el asiento deportivo de este Aston Martin y, mientras busco los mandos que me van a permitir actuar sobre los reglajes eléctricos, me fijo en que todo el salpicader­o está forrado en Alcántara. Y, cuando digo todo, me refiero hasta los laterales del propio salpicader­o, esos que quedan tapados por las puertas cuando las cierras. Esto está bien hecho, y no sólo porque los materiales derrochan calidad. Es que, además, todo está bien rematado y, como veremos más tarde, aunque esta unidad tiene ya más de 20.000 km de duras pruebas de periodista­s -equivalent­es a cinco o seis veces más que si fuesen realizados por el dueño del coche-, no se aprecia ni un solo grillo en marcha.

En mitad de la consola central, cinco botones redondos simulan una especie de pirámide que acaba justo debajo de los mandos del climatizad­or. El que hace las veces de cúspide es el más voluminoso, y se encarga precisamen­te de poner en marcha el motor. Los de los lados, simplement­e, actúan sobre la caja de cambios para poner D, N, R o P.

Pulso el grandote. Un bronco carraspeo me avisa de que el motor se ha puesto en marcha al tiempo que observo que los mandos que hay en medio del túnel central me resul-

tan familiares, tanto como los de los intermiten­tes, que además conectan los limpiapara­brisas. No hay duda: esto es herencia de Mercedes, la misma marca que también le ha dejado al Vantage el 4.0 V8 biturbo que emplea el AMG GT, en este caso con 510 CV y 685 Nm de par.

Ahí se acaba en gran parte la herencia de la firma alemana, pues este Aston Martin emplea un chasis propio de aluminio -con un 30% de las piezas del DB11- y un cambio automático de ocho marchas colocado justo delante del diferencia­l trasero autoblocan­te controlado electrónic­amente -un detalle que mejora el reparto de pesos-.

La verdad es que, cuando uno ve por primera vez el Vantage, no piensa en que pueda existir relación alguna con otra marca, pues su diseño es tan diferencia­dor que todo parece hecho ex profeso para este modelo. Y eso que el diseño no es el los típicos Aston; la parrilla delantera queda un poco más disimulada que en un clásico Aston, y la espectacul­ar parte trasera también es muy novedosa. Con todo, la musculosa carrocería biplaza de este coupé de 4,46 m -sólo 7 cm más que un Porsche Cayman- derrocha una gran personalid­ad, y es capaz de girar la cabeza de todo aquel que se encuentre a su paso. Si te gusta pasar desapercib­ido, puedes estar seguro de que éste no es tu coche...

Dos botones y un volant€

Mientras termino de ajustarme los retrovisor­es y aprenderme la ubicación de los principale­s mandos, el motor se mantiene al ralentí. Su sonido es grave e intenso, y se vuelve más metálico y perceptibl­e cuando pulso el botón S del brazo derecho del volante para pasar del modo Sport, el más tranquilo, al Sport Plus, el más deportivo. Hay un tercero denominado Track en el que, además, todas las ayudas electrónic­as se desconecta­n por completo, pero viendo las posibi-

lidades de la mecánica de este Aston, es mejor dejarlo únicamente para circular donde reza su nombre: en circuito. En el brazo izquierdo del volante, un botón con el dibujo de un amortiguad­or permite elegir entre tres niveles de dureza; es el otro que hay que aprenderse.

Pulso el botón D y me pongo en marcha. No tardo en tirar de la leva derecha para indicarle al cambio que prefiero cambiar de forma manual, y los primeros acelerones me permiten ver varias cosas:

Una, que el sonido es bonito, pero que en un AMG GT es todavía más espectacul­ar, en parte porque se perciben más petardeos en las reduccione­s.

Dos, que corre. Y corre mucho. Dice Aston Martin que pasa de 0 a 100 km/h en 3,7 segundos y, viendo los cabezazos que le doy con la nuca al asiento cada vez que acelero a fondo, no me cabe la menor duda de que debe ser cierto.

Tres, que tiene fuerza para dar y tomar. Y la tiene siempre. Entre 2.000 y 5.000 rpm entrega de forma constante sus 685 Nm de par, y eso hace que su capacidad de aceleració­n sea demoledora. Puedes entrar en una curva una o dos marchas por encima de lo que toca y acelerar a fondo que su capacidad de recuperaci­ón seguirá siendo abrumadora. Así, en una carretera de curvas te das cuenta de que puedes mantener un ritmo endiablado si te dedicas a jugar con el rápido cambio de ocho marchas y sin tener que apurar por encima de las 4.000 rpm. Si, además, te animas a buscar los 510 CV a eso de las 6.000 rpm, verás que el Vantage corre tanto que el ritmo pasará de ser endiablado a demencial. Tú mismo.

Y es que este Aston es muy bueno a la hora de impresiona­r al conductor con su forma de correr, y el buen funcionami­ento de la caja de cambios ayuda a que esta sensación sea particular­mente buena.

Las cosas van francament­e bien si mantienes un ritmo normal e, incluso, un poco vivo. Sin embargo, el Aston Martin Vantage es de esos coches a los que les gusta involucrar a su conductor en la conducción y, cuanto más rápido quieres ir, más exigente se vuelve.

Lo bueno es que se va notando perfectame­nte cómo te va pidiendo que subas tu nivel de conducción conforme vas yendo más deprisa, y así es fácil que tu sentido común sepa hasta dónde se puede llegar con este Vantage.

Muy rápido, p€ro €xig€nt€

Porque sí, hay que reconocer que a priori puede parecer un coche fácil de llevar. La dirección es muy precisa, y el eje delantero parece soportar mucho menos peso del que, en realidad, está aguantando dada la facilidad con la que cambia de dirección o se mete en las curvas justo por donde tú quieres.

Pero, cuando comienzas a ir más deprisa, se empieza a notar un poco más de nerviosism­o que en un Audi R8, por ejemplo. No es preocupant­e, pero sí es cierto que las reacciones de este Aston resultan un poco más bruscas e imprecisas que las del citado R8 o un Porsche 911. La parte positiva es que la conducción de este Vantage tiene tanta personalid­ad como el diseño de su carrocería.

En otros aspectos, como la frenada, el Aston Martin no plantea mayor problema. También funciona muy bien el diferencia­l autoblocan­te controlado electrónic­amente, y la suspensión cumple su trabajo con buena nota.

Llegamos al apartado del precio. Los

178.000 euros en los que arranca este Vantage pueden parecer elevados si tenemos en cuenta que, por ejemplo, hay un Porsche 911 desde 109.091 euros. Sin embargo, los 510 CV del Aston hacen que haya que compararlo, por ejemplo, con un 911 Turbo S y, entonces, el precio se va hasta los 203.041 euros. Eso sí, un Audi R8 V10 de 540 CV sale por

168.500 euros, y un Mercedes-AMG GT S de 522 CV cuesta 171.100 euros.

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