500 Millas de Indianápolis
AUNQUE LA AVENTURA AMERICANA NO ACABÓ CON EL FINAL FELIZ QUE ESPERÁBAMOS, Alonso demostró que su decisión fue la correcta. Compitió con los mejores y estuvo en la altura de las circunstancias. Tendrá que volver para conseguir ese preciado Título.
Alonso a las puertas de la gloria.
Las 500 Millas de Indianápolis es puro espectáculo americano. Pero también es competición en estado puro. El nivel tecnológico es muy inferior a la F1, pero ni falta que les hace. En la Fórmula Indy buscan igualdad, espectáculo y que los 400.000 espectadores se diviertan. Que puedan pasar un fin de semana completo donde haya todo tipo de entretenimientos alrededor de la carrera. Esa es la manera que un piloto rookie como alonso pueda llegar y optar al triunfo. Porque todos los coches son muy similares. Un mismo chasis (Dallara) y un mismo motor de dos fabricantes (Chevrolet y Honda) que hacen que la igualdad sea máxima.
Alonso se embarcó a hacer las Américas para volver a recuperar la ilusión por las carreras. Su temporada en McLaren este año está siendo lamentable y el equipo británico le ofrecía la oportunidad de subirse a la escuadra ganadora, la de Andretti. En los últimos cuatro años ha ganado tres veces. Pero el desconocimiento de la técnica de conducción en óvalo parecía que pondría las cosas difíciles a la ilusión del asturiano. Pero nada más lejos de la realidad. Desde el primer momento Alonso se ha adaptado a la conducción del nuevo coche y las peculiaridades de la pista. Sorprendió a todos con una 5ª plaza en entrenos que le permitía salir en la segunda línea. 200 vueltas le esperaban por delante y la misión era llegar a las últimas 20 en el pelotón de cabeza. Evitar los problemas es ya una misión complicada en Indianápolis. Y lograr estar en los últimos minutos, donde se «vende el pescado», con la caña echada, es ya todo un logro. Pues eso es lo que hizo Alonso. Salió prudente descolgándose hasta la 10ª posición pero poco a poco fue adelantando posiciones demostrando que la técnica del adelantamiento en óvalo también se le daba bien. Llegó a ponerse de líder incluso. Aunque ese no era el objetivo. Liderar la prueba no te garantiza nada.
Empezaron los problemas con el espectacular accidente de Dixon, uno de los favoritos, que paró la carrera. La verdad es que los Pace Car son una constante en las 500 Millas. Y gracias a ellos se producen los reagrupamientos que permiten llegar al final de la carrera con una igualdad increíble. La estrategia en las 500 Millas es similar a la que se usa en ciclismo en una clásica internacional: estar siempre delante, sin destacar mucho, para dejar las fuerzas necesarias para el arreón final en los últimos kilómetros.
Así lo hizo Alonso que parecía optar al triunfo. El equipo Andretti era el favorito y varios de sus coches estaban delante. Y el de Alonso podía optar a cruzar la línea de adoquines primero. Pero a falta de 20 vueltas reventó el motor. Un compañero suyo ya había sufrido ese percance un poco antes. Y lo peor fue que una vuelta más tarde, el otro español, Oriol Serviá, impactó con un rival en un adelantamiento y el accidente le dejó fuera de carrera. Teníamos a 20 vueltas del final a dos españoles en disposición de ganar. Y lamentablemente los dos se quedaron fuera en el intervalo de un par de vueltas.
Pero hay que quedarse con lo positivo. Alonso demostró que su decisión no fue errónea. Y que puede optar muy seriamente a ganar esta carrera y, por tanto, a lograr la ansiada triple corona (G.P. Mónaco, 24 Horas de Le Mans y 500 Millas de Indianápolis) que solo Graham Hill posee.
Al final ganó un compañero de equipo de Alonso y también ex piloto de Fórmula 1 como es Takuma Sato. Un piloto agresivo y rápido que mantuvo una bonita lucha con el tricampeón Castroneves durante las 5 últimas vueltas. Es el primer japonés en ganar esté título y, por tanto, en saborear la leche con la que se rinde pleitesía al campeón. Tendrá su cara inmortalizada en la copa de Indianápolis para siempre y entrará en la leyenda de la carrera y del automovilismo.