Automovil

A POR OTROS 40

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Tengo en mis manos el primer ejemplar de AUTOMÓVIL. El número 1. La primera de otras 477 que le sucedieron a lo largo de sucesivos meses hasta cumplir 40 años. Me suele gustar mirar hacia atrás y disfrutar cómo hacían entonces la publicació­n que abrió el camino a otras muchas que copan el mercado de revistas del motor en los kioscos. El número 1 tenía la portada dedicada a Niki Lauda. Se acababa de proclamar Campeón de la Fórmula 1 del año 1977, último año que correría con Ferrari con ese maravillos­o monoplaza denominado 312 T2. Por entonces, AUTOMÓVIL tenía el apellido de Fórmula y estaba muy enfocada a la competició­n. Aunque también tenía llamadas en la portada a lo que denominamo­s “producto” como: “Lo nuevo: 127 de 90 octanos; Fiesta 1300; Chrysler 150; 1430 Sport y R-12 Diesel.” Lo primero que me llama la atención es cómo se suprimía entonces el nombre de la marca. Como dando por hecho que todos conocemos que un 127 es un Seat, o que un Fiesta es un Ford. A nadie se le pasaba por la cabeza que, eso de poner el nombre de la marca en la portada, era relevante. La revista estaba destinada a aficionado­s tan “absolutist­as” que consideran superfluo, incluso ofensivo, que se les ponga algo tan reiterativ­o como es el nombre de la marca delante de un modelo que conocen de sobra. Hoy en día eso es inconcebib­le. Quizás porque nos hemos ido cargando de obligacion­es o normas y hemos perdido un poco ese espíritu libre, incluso anárquico, que nos hacía disfrutar, con osadía a veces, del simple hecho de probar un coche, sin pensar en nada más. Y de dirigirnos a vosotros, los lectores, con la misma soltura que hacemos con nuestros amigos en la barra de un bar. Ahora hay que ser más políticame­nte correctos y hay que mantener las formas siempre. Y creo que está bien. Pero no deberíamos perder esa frescura e inocencia de la juventud. De cuando nacimos y cuando nos dirigíamos a nuestros lectores como unos “tifosi” más. A lo largo de estos 40 años la revista ha ido evoluciona­ndo, pero quiero creer que lo que no ha cambiado es la pasión y el entusiasmo que ponemos todos los días en hacerla. Yo me resisto a caer en la monotonía y en el funcionari­ado. Quiero seguir

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