Ford Mustang
EL EMBLEMÁTICO MODELO AMERICANO RECIBE INTERESANTES MEJORAS TÉCNICAS Y DE EQUIPAMIENTO QUE LO HACEN TODAVÍA MÁS APETECIBLE, DESDE UN CAMBIO AUTOMÁTICO DE 10 MARCHAS, HASTA AMORTIGUADORES MAGNETOREOLÓGICOS, PASANDO POR UN CUADRO DE MANDOS DIGITAL Y ALGUNA
Nos subimos a uno de los coches más apreciados por los puristas.
iempre ha habido versiones de importación del Mustang, pero la última generación (lanzada en España en 2015) ha sido la primera en comercializarse de manera oficial en Europa, con especificaciones propias para nuestro mercado y un comportamiento nunca antes visto en este modelo, fruto de un esquema de suspensiones mucho más evolucionado. Ahora, después de algo más de tres años a la venta, recibe una actualización a nivel estético, tecnológico y de equipamiento, añadiendo cualidades que convierten al Ford Mustang 2018 en un coche todavía más interesante.
Además de modificaciones en los faros —ahora de tipo led— y sutiles cambios de diseño en la parrilla y los paragolpes, cuenta con una nueva transmisión automática de 10 velocidades, posibilidad de incorporar amortiguadores adaptativos Magne-Ride, cuadro de mandos digital y un nuevo sistema de escape activo, entre otros elementos. En el caso de las versiones manuales de 6 marchas (con embrague bidisco en el V8), se añade una función de ‘doble embrague’ automático, que da un golpe de gas en las reducciones para igualar las revoluciones del motor de forma más suave y rápida, disfrutando al mismo tiempo de su característico sonido. El funcionamiento del nuevo cambio automático de 10 velocidades, sin ser una referencia en cuanto a rapidez y suavidad, se sitúa a muy buen nivel y cumple sin problemas su cometido en las dos motorizaciones disponibles, sobre todo en modo automático, tanto en el programa de uso normal como en Sport, que anticipa las reducciones al frenar y
mantiene el motor más alto de vueltas para adaptarse a un estilo de conducción más deportivo. En caso de utilizar las levas del volante para su manejo manual (no se puede desde la propia palanca), puede que 10 marchas resulten demasiadas, pero tampoco defrauda.
Las mecánicas disponibles siguen siendo las mismas, aunque ha variado ligeramente su potencia. Como acceso a la gama se mantiene el 4 cilindros turbo 2.3 EcoBoost, ahora con 290 CV en lugar de 314 CV, fruto de su adaptación a la normativa Euro 6. Pese al descenso de potencia, anuncia el mismo tiempo en el paso de 0 a 100 km/h, que es de 5,8 segundos en la versión manual (5,5 s con el nuevo cambio automático). Por encima queda el icónico V8 de 5 litros de cilindrada y 450 CV (antes 418 CV), para el que se anuncia una aceleración de 0 a 100 km/h en 4,6 segundos (4,3 s el automático). En caso de equipar los amortiguadores MagneRide, se añaden los modos de conducción My Mode (personalizado) y Drag Race. Con este último se consigue la mejor aceleración de 0 a 100 km/h, a base de exigir algo más a la transmisión y ajustando el grado de dureza de los amortiguadores para conseguir una mayor capacidad de tracción en el tren posterior.
Junto con los reglajes del ESP, dureza de la dirección y de los amortiguadores adaptativos, respuesta del cambio automático y motor, todos los Mustang modifican el sonido del motor en función del modo de conducción seleccionado (Normal, Sport, Track, Drag Race, Snow/Wet y personalizado), o por medio de un menú específico. El V8 lo hace gracias a unas mariposas en los escapes y, con una nueva función del Mustang 2018, se pueden incluso programar las horas en las que ser más silencioso, por ejemplo para no molestar a los vecinos por las mañanas. Con ello, al arrancar se pasa de unos bastante sonoros 82 decibelios en el modo Circuito, a unos más discretos 72 decibelios en el modo Silencioso (hay otras dos posiciones intermedias: Normal y Deportivo). Por su parte, el 2.3 EcoBoost, que modifica muy acertadamente el sonido del motor por medio del sistema de cancelación de ruidos y los altavoces del coche (amplificando frecuencias específicas), recibirá más adelante este sistema de mariposas en el escape, en su caso de manera opcional, para que desde fuera del coche también se perciba una mayor deportividad. A pesar de contar con solo cuatro cilindros, tanto su sonido como su empuje —casi sin efecto turbo— resultan plenamente satisfactorios y acordes con lo que cabría esperar de un verdadero Mustang, aunque es cierto que el V8 eleva notablemente las sensaciones, con una respuesta todavía más llena, sonora e inmediata, típica de un motor atmosférico de alta cilindrada.
Otro elemento que define al nuevo Mustang es el cuadro de instrumentos digital, formado por una pantalla en color que brinda cierto grado de personalización y varios diseños, dependiendo del modo de conducción seleccionado o de nuestra configuración personal. Sus tres pequeños relojes centrales pueden mostrar informaciones tan diversas como la temperatura del aire de admisión, del aceite, de la culata, de la transmisión, voltaje de la batería, presión del aceite, relación aire/combustible... A su vez, proporciona herramientas de medición para maniobras de aceleración, frenada, fuerzas g, tiempo por vuelta en circuito, etc.
Respecto al comportamiento, sigue siendo un deportivo perfectamente capaz de competir con sus rivales europeos. A diferencia de sus antecesores, es un coche rápido no solamente en línea recta, sino también muy equilibrado y eficaz en curva, preciso y con movimientos de carrocería muy contenidos —sobre todo en modo Sport con amortiguadores MagneRide—. Su agilidad es mucho mayor de lo que sugieren su peso y tamaño, incluso en la versión de carrocería descapotable, cuya capota aísla muy bien del ruido. Para esta ocasión, las suspensiones se han recalibrado y se han añadido barras estabilizadoras de mayor diámetro, junto con un eje trasero reforzado en busca de una mayor precisión. La concienzuda puesta a punto, además de una buena calidad de fabricación, hacen del Mustang una alternativa realmente apetecible, tanto en su versión 2.3 EcoBoost como en la evocadora versión 5.0 V8.