MERCEDES CLASE G
Aunque aparentemente parezca el mismo coche actualizado, todo cambia en el Clase G para adaptarse a nuestro siglo sin perder la esencia que durante sus casi 40 años de existencia le ha conducido a convertirse en un icono.
Llegará en julio pero ya nos hemos subido a los mandos de una unidad camuflada. ¿Será un digno sucesor del legendario todoterreno?
ADIFERENCIA DE LO QUE EN 1998 hizo Volkswagen con el New Beetle o en 2000 BMW con Mini, al tratar de recuperar el espíritu de dos de sus grandes iconos con unos diseños de aire vintage, Mercedes con el Clase G de 2018 presenta un coche nuevo de arriba abajo que estéticamente sólo se aparta del de 1979 por pequeños detalles.
Incluso estructuralmente mantiene la misma filosofía, con un chasis de largueros y travesaños cuando ya la mayoría de sus rivales se han rendido a las superiores cualidades del monocasco; tanto en seguridad pasiva como en cuanto a la rigidez que proporciona en carretera. Algo que no es óbice para que ahora el G ofrezca una rigidez torsional un 55 por ciento superior (10.162 Nm/grado) mientras mantiene la robustez y durabilidad propias de su arquitectura. Todo gracias a la combinación de aceros y aluminios de alta resistencia, gran resistencia y ultrarresistentes que, en conjunto, rebajan el peso total del coche en 170 kg; en realidad sólo un 6,5 por ciento menos. Exteriormente mantiene las mismas proporciones, si bien crece 5 cm en cuanto a longitud y 12 de anchura; lo que se traslada a su interior en una mayor habitabilidad —gana 15 cm de espacio para las piernas atrás— pero también a una superior superficie de pisada que promete una gran mejora en su comportamiento dinámico. Pero no sólo por esto, también por
su nuevo esquema de suspensiones, con un eje delantero de trapecio articulado independiente en combinación con un trasero rígido con cuatro brazos longitudinales a cada lado y una barra Panhard. Con ello se gana agilidad, pero también confort, mientras sus cotas todoterreno mejoran aún más; con una altura libre al suelo de 24 cm (6 mm más), una profundidad de vadeo de 70 cm (10 cm más), un ángulo de ataque de 31º y de salida de 30 º mientras la estabilidad en posición inclinada aumenta 7º con 35. Como no podría ser de otra forma, dispone de reductora y de tres bloqueos de diferencial (central, trasero y delantero) al cien por cien, que como antaño se manejan a través de tres grandes botones emplazados en la consola central.
A través del mando «Dynamic Select» podemos seleccionar distintos ajustes para la respuesta de motor, cambio, mariposa de escape, dirección, ayudas a la conducción y de la opcional amortiguación adaptativa con tres programas fijos, Comfort, Sport y Eco, más el personalizable Individual. Además, al bloquear uno de los diferenciales o accionar la reductora, se activa el «G Mode», que adapta amortiguación, dirección, acelerador y cambio, que inhibe transiciones innecesarias, para que el conductor pueda maniobrar con una precisión de centímetros en los terrenos más escarpados. La dirección, ahora electromecánica, permite la inclusión de los modernos sistemas de ayuda a la conducción, como el asistente de aparcamiento, pero también configurarla tan directa como sea posible para carretera o lo indirecta que sea necesario por campo.
Cuando llegue a los concesionarios, entre mayo y julio, lo hará sólo en versión G500, con un V8 de gasolina de y cambio automático por convertidor de par 9G-tronic con desarrollos más cortos y un software de gestión desarrollado por AMG.