Suscostes
Es sus mecánicas, y no sólo por la diferente tecnología que esconden, donde encontrarás las principales diferencias entre ambos coches. La rapidez del GLA queda claramente verificada por unos registros extraordinarios, mejores incluso que los de un más ligero y potente HR-V de Honda con su motor 1.5 VTE, o que el Ateca con su formidable 1.4 TSi. Elástico, de respuesta instantánea y muy bien apoyado con por el cambio de doble embrague —por cierto, con uno de los mejores sistemas de avance en modo inercia de la categoría—, configura en este GLA una dinámica versión de enrome placer de utilización en la que también encuentras otros argumentos a fa- vor, como la seguridad que proporciona su mayor capacidad prestacional a la hora de, por ejemplo, acometer un adelantamiento. Si bien, su punto débil es, precisamente, una de las mejores armas de su rival: sus consumos. A poco que te dejes llevar, verás en el ordenador cifras superiores a los 8 litros... Si las puedes y quieres asumir, el GLA es un coche mecánicamente delicioso. Aún aplicándote lo suyo, son cifras que jamás verás en el modelo híbrido, cuyos consumos no es que sean dignos de Diesel, sino incluso mejores en condiciones normales de circulación, y muy especialmente, en la ciudad —tampoco te olvides de las ventajas de su etiqueta Eco—, donde además aporta un imbatible refinamiento de uso. Es cierto que este Toyota no se expresa con el dinamismo que sugiere su imagen, pero toca volver al inicio de la prueba: si todo es una cuestión de equilibrio —donde también hay que meter el precio y otras muchas más variables—, el C-HR es el justo vencedor.