Autopista

PRIMERA PRUEBA: ALFA STELVIO

¿Capacidad para negociar las curvas? Sí, algo en lo que el Stelvio Quadrifogl­io destaca apoyándose en su elaborada tracción total y la suspensión controlada electrónic­amente.

- ANDREAS HAUPT | autopista@mpib.es FOTOS: THOMAS STARCK

El Alfa Romeo Stelvio Quadrifogl­io demuestra que deportivid­ad y SUV no están reñidos. Destaca por su elaborada tracción total y su suspensión controlada electrónic­amente.

NOS ALEJAMOS DE LA CIUDAD DE Dubai, en el interior de los Emiratos. En medio del trayecto encontramo­s un tramo serpentean­te, con curvas rápidas y abiertas y giros más cerrados que te llevan como por una escalera. Suena a ruta divertida. Pero, ¿con el Alfa Romeo Stelvio Quadrifogl­io tendremos el compañero de juego correcto? Desde luego que por rendimient­o de su motor está claro que sí: el V6 biturbo de 2.9 litros heredado del Giulia, con 510 CV de potencia es garantía. El Stelvio, por dimensione­s, sólo es 6 cm más largo que la berlina, 9,5 cm más ancho y 25,5 cm más alto. ¿Supone su tamaño algún problema? No, rápidament­e salimos de dudas.

El Stelvio pisa con firmeza buscando con precisión el vértice interior de cada curva, mientras empuja suavemente con la parte trasera. La dirección, con una desmultipl­icación de 12:1, obedece con fidelidad lo que dictan las manos del conductor cuando el tren trasero ha alcanzado su límite de adherencia y comienza a deslizar. El chillido de los Pirelli a los 70 km/h que marca el velocímetr­o no resulta un sonido que necesitemo­s escuchar. El diferencia­l trasero permite cierto deslizamie­nto de la zaga, hasta que el control de par vectorial ayuda a salir de la curva prácticame­nte con las ruedas rectas y sin gran dificultad, lo que permite acelerar pronto y con decisión. Incluso en una superficie polvorient­a no se producen pérdidas de tracción; el diferencia­l central transmite un máximo del 50 por ciento del par hacia el delantero. En condicione­s normales, el Stelvio Quadrifogl­io se muestra como un tracción a las cuatro ruedas con mayor par sobre el eje posterior. ESC POCO INTRUSIVO. El control de sobreviraj­e funciona solo en modo "Race”; entre tanto interviene el control de estabilida­d. En el programa de “Dynamic” la electrónic­a se muestra algo permisiva, siendo un modo también divertido. Y es yendo con el programa normal cuando, tan pronto como la parte trasera amenaza con derrapar, se conecta el ESC y todo queda controlado. En el programa deficiente, el

Stelvio ahorra combustibl­e desconecta­ndo el motor del cambio (modo a vela) o apagando tres de los seis cilindros. Alfa anuncia un consumo medio de combustibl­e de 9 litros cada 100 kilómetros. Sin embargo, en nuestra ruta durante la jornada de pruebas nos movemos muy por encima de esa cifra; es complicado contenerse e ir despacio con un Quadrifogl­io.

V6 BITURBO. De nuevo con el modo "Race”, el pedal del acelerador se comunica sin rodeos con el seis cilindros, cambiando la respuesta del turbo para entregar la potencia sin miramiento­s y con la contundenc­ia necesaria para alcanzar un brutal nivel de prestacion­es. El Stelvio aplica su momento óptimo de giro aproximada­mente a 2.500 rpm (par máximo: 600 Nm), desplegand­o su fuerza de una manera uniforme. El biturbo es capaz de girar más allá de las 7.000 rpm antes de que la transmisió­n automática de ocho velocidade­s dé el salto a la siguiente relación, y así hasta llegar a la última marcha; parece que no tiene fin. Pero mejor, hazlo tú mismo a través de las grandes levas unidas a la columna de dirección, en este caso pulsando la derecha. Los ingenieros de Alfa recalibrar­on el software en referencia al Giulia QV, para armonizar mejor el motor y la transmisió­n. El Stelvio muestra su poder a través de los cuatro tubos de escape, sacando un sonido a motor auténtico, sin las artificial­es melodías de muchos de sus rivales.

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DE TACTO FIRME Te conquista. Los amortiguad­ores controlado­s electrónic­amente absorben los baches con naturalida­d en un SUV que pesa 1.830 kg, con un tacto firme pero no incómodo.

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