PRUEBA: MERCEDES 600
Todavía estamos abrumados de que, realmente, Mercedes nos haya dejado este coche para nuestra serie "The Old Test". Señoras y señores, con nosotros, ¡el Mercedes 600 Pullman Landaulet!
Tenemos el privilegio de conducir el Mercedes 600 Pulman Landaulet, único como le resto de los 58 Landaulet que se fabricaron.
Ahistorias de cuentos de hadas, de princesas. Historias sobre la corte, alguna travesura o la elección del vestido de noche después un viaje. Pero ser la Reina, incluso en los cuentos de hadas, supone un trabajo. Así lo demuestra el programa de la visita de estado de Elizabeth Alexandra Mary Windsor, de 39 años, la entonces Reina de Gran Bretaña, Irlanda y las posesiones británicas más allá de los mares; guardiana de la Fe por la gracia de Dios. El 18 de septiembre de 1965, la reina Elizabeth aterrizaba en Colonia/Bonn, junto con el Príncipe Felipe y una pequeña corte. Les acompañaban sus damas de cámara, la Condesa de Leicester y la Dama Susan Hussey, cuyo padre es conocido por ser el 12° Conde de Waldegrave y Caballero de la Orden de Hosenband, así como el Lord Plunket. En once días, la Reina viaja a través de ocho estados federales, firma en 18 Libros de Oro y disfruta de 14 fríos bufets.
Pero el recorrido sería agradable. Para la visita de la Reina, Mercedes fabricó el primer Landaulet 600. Habrían 58 más, pero solo uno de aquellos será exactamente como el de la Reina: éste que aquí tenemos. Es el 600 que Mercedes ha tenido en su parque desde 1972, y que solo saca en ocasiones especiales. Esto incluye a ciertos gobernantes y héroes, reyes y aristócratas, estrellas del pop y papas; pero, hasta hoy, nunca para realizar una prueba. Llamamos al departamento de clásicos de Mercedes-Benz: -"Hola, buen tiempo hoy". -"¿Estáis llamando por el 600?". -"¿Yo?, bueno, ahora que lo dices”. -"Pues sí, estará listo para el lunes a las diez”. Parece que lo tienen más preparado que nosotros. No será necesario que hagamos una reverencia cuando el Landaulet se encuentre frente a nosotros, con sus 6,24 m de largo, 1,95 de ancho, y cuyo valor está seguro por encima de los 1,5 millones de euros. UN COCHE QUE MOVIÓ EL MUNDO. Los nuevos propietarios -bueno, más bien su per-
sonal-, nos presentan el Mercedes en un curso de dos días dedicado a la tecnología del vehículo. Solamente para conocer el funcionamiento del sistema hidráulico de confort podríamos estar hablando durante media tarde. Por ejemplo, si trabajaba con 150 bar, o sobre el sistema de cierre de las ventanas, del techo solar o de la tapa del maletero. También sobre la suspensión neumática que mantiene la altura del coche nivelada y las dos durezas seleccionables de los amortiguadores Bilstein. Y, sobre todo, de cómo salir de este angosto patio con el Pullman.
Cuando lo logramos, nos dirigimos a la gasolinera, llenamos el depósito de 112 litros y comenzamos a medir los consumos, como si el 600 fuera un coche de pruebas normal… aunque no lo es. Pronto nos enfrentaremos a sus sensaciones y cómo cumplía con las altas expectativas de las celebridades que transportaba. Nadie se atreve a adelantarnos en la carretera principal. En los pueblos pequeños, al atravesar la plaza del ayuntamiento, la gente mira el Landaulet como si el alcalde nos fuera a conceder la Llave de Oro del lugar. Nos encontramos en un viaje majestuoso. Si nos detuviera una patrulla de policía, les asignaríamos a los oficiales un puesto en la escolta.
EN LA ANTESALA DEL PODER. El “conductor del megavehículo” era el título profesional que se le daba al chófer del 600 en la época del Emperador. Los 600 requerían toda la atención a la hora de conducirse -a pesar de que contaban con la ayuda de una servodirección que aligeraba notablemente los esfuerzos sobre el volante y una práctica transmisión automática de cuatro velocidades con embrague multidisco hidráulico- dado el tamaño unido a la potencia del V8 de 6,3 litros. Y es que además hay muchos elementos que usar en marcha -características de los amortiguadores, teléfono, intercomunicador- desde el puesto del conductor. La posición difícilmente se puede ajustar con una regulación óptima debido a la configuración de la parte posterior que deja poco espacio. La cabina es la antesala del poder. Desde allí se dirige el automóvil; desde la parte posterior, el curso del mundo.
Mercedes invirtió 100 millones de marcos en la construcción del W 100, que se estrenó en 1963 en el IAA. Se invirtieron 37.355 marcos en el desarrollo de cada uno de los 2.677 coches que se construyeron en el pabellón 32, en el sótano de la fábrica de Mercedes, en Sindelfingen, hasta 1981 -o más bien que se realizaron a medida: el folleto de ventas, "consideraba cada venta una petición per-
sonalizada". La demanda personal de cada cliente se ejecutaba con esmero. Solo aquellos que habían trabajado al menos 15 años para Mercedes formaban parte del personal elegido en su producción. El 600 supuso toda una sensación técnica en aquel entonces. Y lo es todavía. La suspensión absorbe con naturalidad cualquier irregularidad del terreno, y así se mueve el Landaulet por la calle: soberano, sublime, silencioso y rápido.
Ya estamos al final de la medición de consumo. Rellenamos el depósito y devolvemos el 600 hasta el día siguiente. Por la noche, el coche lo guarda Mercedes, que se ofreció a ello, ya que nuestro estacionamiento subterráneo difícilmente podría corresponder a los requerimientos de espacio para aparcar el Pullman, más con las columnas existentes.
Los últimos velos de la niebla matutina surcan los prados cuando aparece la figura del Mercedes en la lejanía del aeropuerto de Lahr de nuevo ante nuestros ojos. No viene en marcha, sino que lo traen en un camión. Lo primero que haremos será colocar el Landaulet sobre la balanza, certificando un peso de 2.948 kg. Luego medimos las cotas interiores. La distancia que enfrenta las dos filas de asientos posteriores en su posición estándar ofrece hasta 87 cm, suficientes para acomodar a dos pasajeros más en los dos asientos centrales orientados hacia atrás. Ahora medimos el radio de giro, que es de 14,2 metros, por lo que el aeropuerto de Lahr parece que se le puede hacer un poco estrecho.
Con el Mercedes 600 realizamos algunos cambios en nuestra rutina de pruebas. Medimos el ruido en la parte trasera con la capota desplegada. Aunque el viento se enrede frente a los empinados pilares del techo, el sonido que se filtra en la parte posterior
es discreto debajo de la suave capota tapizada. Lo que también se mantiene cuando reclinamos gradualmente los asientos. Y la inmensidad del espacio que hay disponible se acrecienta en sus sensaciones con la capota abatida, que queda recogida detrás como un collar protector.
Probablemente Otto nos esté hablando desde el puesto de conducción, pero no puedo escucharle a través de la mampara y he desconectado el sistema de intercomunicación; deseo no ser molestado. Fuera observamos los altos árboles de la Selva Negra pasar, mientras continuamos nuestro trayecto. Pero luego el bosque se va ralentizando hasta que finalmente se detiene y Otto abre la puerta. Conectamos los componentes electrónicos. Debido a que el Landaulet tiene la primera marcha engranada para velocidad de desfile, no deberíamos acelerar demasiado. Pero incluso después de un arranque suave, la fuerza del V8 con sus 250 CV y 51 mkg es suficiente para lanzar sus tres toneladas hasta una velocidad de 100 km/h en 12.9 segundos.
DISCIPLINA AL DESFILAR. Oh, está sucediendo en la parte delantera del Landaulet. La aceleración traslada su fuerza en una transición suave sobre el eje trasero. Aunque la presión aumenta 13 bar la fuerza de frenado, con dos pinzas agarrando cada disco, hay pocas razones para creer que el 600, en una
MERCEDES LO CONSTRUYÓ PARA LA VISITA DE LA REINA ELIZABETH DE GRAN BRETAÑA A ALEMANIA EN EL '65
tercera medición, podría necesitar menos de 63,4 m para detenerse yendo a una velocidad de 100 km/h. Así que lo dejamos y preparamos el automóvil para las pruebas de dinámica de conducción, abriendo el techo. Más tarde, el Landaulet consigue una velocidad de 46,6 km/h de media en el slalom, que se convierte en 84,6 km/h cuando extendemos las puertas con el doble carril. Pero primero tenemos que comprobar cómo se muestra en su mejor disciplina: Slalom abierto, ¡de pie!
La brisa de verano sopla suavemente sobre “la terraza trasera”, desde donde observamos cómo la luz y el sol colorean elegantemente el aeropuerto de Lahr. Otto gira al final de la pista. Me levanto y me agarro firmemente al borde del techo. Veo pasar el asfalto por debajo, y también distingo delante, al fondo, la estrella sobre el capó, que apunta hacia los primeros conos. Se notan muchas turbulencias así, en esta posición, cuando el 600 hace un giro hacia la izquierda y luego otro a la derecha en el slalom. Nos mantenemos sujetos en los giros mientras agitamos la mano derecha a modo de saludo a la vez que sonreímos a la vez, separando las piernas mientras vacila nuestro equilibrio. Está claro que Elizabeth II nunca debía usar su corona de 3,5 kilos mientras desfilaba, ya que podría romperse de un golpe al caerse en un cambio de trayectoria. Así de soberano te sientes en el slalom sobre el 600 a una velocidad de 38,7 km/h con el techo abierto y de pie.
No se podía esperar menos de la limusina de estado más representativa del mundo, que ahora se encuentra ya cargada en el camión. Y, como dijo la reina en Hamburgo el 28 de septiembre de 1965 a los cuerpos policiales encargados de su seguridad: "tengo que dejar ya la ciudad". Decimos lo mismo mientras seguimos silenciosamente al Mercedes 600. ¿Deberíamos hacerle una reverencia? Bueno, desde luego no la haremos en público.