CITROËN C3 AIRCROSS VS CITROËN C4 CACTUS
La llegada del C3 Aircross como específico SUV urbano Ha llevado a redefinir al renovado C4 Cactus como un compacto más tradicional, pero al final ni éste parece tanto, ni aquél “tan poco”.
¿SUV urbano y compacto tradicional?
EN 2014, CITROËN CUBRIÓ el puesto de SUV urbano con el originario C4 Cactus. Sin llegar a ser un modelo específico de ese segmento, su tamaño e imagen aventurera basada, principalmente, en los masivos protectores laterales airbump y las barras de techo, sirvieron, además de por otros aspectos (precio en consonancia… a su sencilla terminación), para ofrecer un producto de moda. Hoy, con un inédito y específico C3 Aircross en la gama francesa, Citroën ha aprovechado la actualización del C4 Cactus para, a modo de comodín, cubrir ahora el puesto de compacto, toda vez que el C4 normal ha dejado de fabricarse. La estrategia de Citroën que ha hecho posible esta metamorfosis salta a la vista. La sola eliminación de los airbump originales por otros más discretos y mejor integrados, y de las barras de techo han “devuelto” al C4 Cactus el estatus de compacto convencional (también se han rediseñado ligeramente el frontal y la trasera). No obstante, para darle más entidad como tal, de coche más rotundo y propio de su nueva categoría, Citroën ha trabajado para mejorar la calidad de rodadura (suspensión, insonorización, equipamiento, etc), aunque igualmente ha dado por bueno algunas discutibles soluciones del “sencillo” Cactus originario, que parecen todavía menos tolerables ahora en su papel de compacto (las ventanillas traseras son de apertura tipo compás, en-
tre otras carencias); cuando además, el propio C3 Aircross hace un mejor acopio de soluciones funcionales.
QUIÉN ES QUIEN. Lo que está claro es que cada uno reclama su tipología. El C3 Aircross es alto (16 cm más que el C4 Cactus) y fornido. Libre de postizos, el nuevo C4 Cactus se ha “berlinizado” mucho. Es 2 centímetros más largo que el C3 Aircross, pero sus 4,17 metros le hacen un compacto “muy compacto” (el extinto C4 medía 4,33 m). La altura de caderas tampoco engaña, algo mayor en el Aircross. También percibes más sensación de espacio en el “pequeño” C3, gracias a su generosa cota de altura. Detrás, el Cactus no es muy generoso en esa medida y el caluroso techo de cristal sigue sin poder contar con una cortinilla enrollable. Además, tiene el inconveniente de lo comentado de sus ventanillas, que abaten apenas 10 centímetros. En el C3 Aircross bajan del todo y además pueden llevar cortinillas. Por si fuera poco, el Aircross ofrece el mismo espacio para las piernas de los pasajeros traseros que el Cactus. Y algo más de maletero. Y no solo eso. El asiento trasero del Aircross es deslizable 15 centímetros y en la posición más adelantada ofrece un maletero espectacular. Y el respaldo dispone de varias posiciones. Por méritos propios, todas
estas soluciones de monovolumen hacen curiosamente del “urbanita” C3 Aircross un coche funcionalmente más familiar y capaz que el Cactus. El conductor también se puede encontrar en el Aircross un coche más completo, por más “sofisticado” el Cactus. El cuadro de relojes convencional del primero aporta más información y de forma más clara (además puede llevar una pantalla de apoyo head up display), que la minimalista pantalla digital del segundo. El minimalismo del Cactus también lo sufres con la renuncia del espejo del parasol del acompañante, de asas en el techo, incluso del aireador derecho del salpicadero que limita la climatización del pasajero. Por lo demás, comparten tanto aire de familia que no sientes que sean modelos significativamente muy diferentes. Hasta que te pones a rodar.
RANGO SUPERIOR. Del espartano C4 Cactus anterior hemos pasado a un coche con un tacto de conducción más elaborado. No por ello hace “malo” al C3 Aircross, que se beneficia de una plataforma más moderna, pero es cierto que el Cactus te transmite una calidad de rodadura de coche de segmento superior. Quizá llegas a esta percepción también por la decidida apuesta de Citroën por devolver a sus coches la suavidad de marcha que históricamente han definido a sus modelos “hidroneumáticos”, de lo que el C4 Cactus es el primer beneficiado. La suma de una revisada suspensión de muelles convencionales pero con unos vanguardistas amortiguadores y unos asientos con un mullido expresamente desarrollado para tal fin le confieren al Cactus un rodar que por muchos momentos lo sientes incluso exquisito para el tipo de coche
que es. Es muy suave de bacheo y aun evidenciando movimientos de carrocería más acusados, te dejas llevar por su agradable filtración. Que se sienta más impreciso –que no inestableque un coche “normal” bajo una conducción decididamente rápida, no parece un problema del Cactus, sino de la inapropiada conducta de su conductor. El C3 Aircross tiene un punto de firmeza mayor, pero parece un buen punto de partida para combinar confort y estabilidad de forma equilibrada… sin destacar (pero sin penalizar) en nada, comparado con el Cactus. Bueno, es muy discutible la frenada, pero sabemos que es fruto, como en otros modelos, de la monta de neumáticos M+S (según acabados), que le confieren, apoyado en un control de tracción variable, mejores aptitudes para rodar por superficies resbaladizas, que para eso es un SUV.
FACTOR COMÚN. Compartir motor les une más, pero tampoco faltan diferencias entre estos C3 Aircross y C4 Cactus con el vigoroso tricilíndrico 1.2 Puretech de 131 CV. La ligereza que siempre ha definido al Cactus es tan significativa que de nuevo hemos verificado 106 kilos menos que en el C3 Aircross. Y además se beneficia de una mejor aerodinámica. Por todo esto, no es de extrañar que acelere algo mejor y consuma significativamente menos, aunque cede en la recuperaciones porque el C3 Aircross se aprovecha (para bien y para mal) de unos desarrollos de cambio más cortos. En cualquier caso, el 1.2 Puretech imprime agrado y muy buenas prestaciones para hacer de estos estos C3 Aircross y C4 Cactus dos opciones para salir con asiduidad a carretera.