Encrucijada para el coche eléctrico en Fráncfort
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Junto a su principal función de exhibir las principales propuestas de los fabricantes de automóviles (aunque la muestra alemana tuvo algunas ausencias sensibles), el Salón de Fráncfort, celebrado del 12 al 24 de septiembre, acogió a una nutrida representación de los grandes proveedores de sistemas y componentes. Algunos de ellos como BorgWarner o Schaeffler dejaron claro que la velocidad de implantación del vehículo eléctrico aún resulta una incógnita y su condición de opción menos contaminante dependerá mucho del origen de la energía. Desde Schaeffler transmitieron con rotundidad la necesidad de establecer lo que que podría llamarse un círculo virtuoso de la generación y aplicación de la energía eléctrica. En este sentido, el control de las emisiones de CO2 debe ser extremedamente riguroso a lo largo de todo el ciclo porque, de no ser así, el automóvil no cumpliría sus compromisos medioambientales, con independencia de las diferentes legislaciones existentes en el mundo. La gran esperanza de desarrollo del vehículo eléctrico sigue siendo China, de la que se vaticina que podría registrar unas ventas de dos millones de unidades de automóviles con ese tipo de propulsión en 2020. Desde el punto de vista de fabricación, que el gigante asiático está fomentando en gran medida, también pueden generarse interesante posibilidades. No obstante, abundando en la tesis de sostenibilidad total, habrá que ver cómo se obtiene la energía eléctrica en China y cómo va ser el despliegue de infraestructuras de abastecimiento, que es otro de los grandes quebraderos de cabeza también en Europa. Por otro lado, y atendiendo a la visión de empresas como BorgWarner, a pesar del empuje y del aluvión de novedades híbridas, híbridas enchufables y eléctricas de diversos constructores, el motor de combustión interna aún se perfila como la opción más habitual. En los últimos años se ha puesto en tela de juicio al diésel, pero lo cierto es que los continuos avances de reducción de emisiones tanto en ese combustible y su gestión como en el de gasolina, siguen colocando al motor de combustión interna en una posición de predominio. El vehículo eléctrico sigue dependiendo de la aceptación por parte de un porcentaje de consumidores lo suficiente elevado para justificar volúmenes de fabricación de este tipo de vehículos. Los expertos de los fabricantes de sistemas y componentes también coinciden en que el desarrollo será diferente dependiendo de regiones e incluso de países. Lo cierto es que la combinación de las diferentes variantes de propulsión seguirá siendo una constante al menos durante los próximos 20 años. La electrificación seguirá desarrollándose a un ritmo que aún es difícil precisar de forma global, pero, en cualquier caso, a diferentes velocidades en las principales regiones del mundo.