¿QUÉ LE PASA AL VACUNO ESPAÑOL?
No sé si lo habrás notado en casa, pero a nivel de país, desde el año 2009 y según datos del MAGRAMA, el consumo de carne fresca de vacuno no deja de caer. Si por aquel entonces nos zampábamos unas 330 000 toneladas de peso canal, hoy, según las últimas cifras disponibles, apenas si superamos las 246 000 toneladas. Trasladado a datos más comprensibles, significa que nuestro consumo de carne fresca se sitúa en los 5,6 kilogramos por persona y año. Poco, bastante poco, si lo comparamos con los 13,6 kilos de carne de pollo y los 10,7 de porcino. La pregunta es por tanto pertinente: ¿qué pasa con el vacuno? O mejor, ¿por qué reducimos su consumo? Si rebuscamos en los informes oficiales –“Análisis de los condicionantes productivos, internos y externos, del sector vacuno de carne en España”, de enero de 2015, es un ejemplo–, el descenso se explicaría, entre otras razones, por factores como la variación de los hábitos, las circunstancias sociológicas y demográficas derivadas de la crisis económica y la competencia con la carne de otras especies ganaderas con precios más bajos (léase pollo, cerdo...). Comprensible, ¿verdad? Pero una mirada más atenta nos dice que existen también una serie de factores intrínsecos de nuestra demanda que no debemos obviar. Uno en especial: la dificultad que tiene el sector para relacionarse con el consumidor en términos de calidad. Ganaderos e industriales lo saben, por eso coinciden en que no interesa producir carne de calidad. ¿Por qué? Por su escasa demanda. Triste pero cierto. Y lo que es peor, la base de este desinterés social habría que buscarlo en las dificultades que el consumidor encuentra para definir qué es calidad. Es decir, carece del conocimiento para identificarla. Conscientes de ello, queremos arrimar el hombro para limar estas posibles deficiencias. Y lo hacemos como mejor sabemos, con un capítulo más de la Biblia de BEEF!: 36 páginas dedicadas al vacuno con información sobre cortes, razas, recetas y formas de preparación.