ELLOS Y ELLAS
¿Por qué hay tantos malentendidos? Y muchos en situaciones relacionadas con la comida. ¡Las personas somos así, hombre! Hoy: la primera cita en el restaurante
La primera cita en el restaurante. ¿Te acuerdas?
ÉL
se sienta y abre la carta. Primero mira los precios. Se pregunta si se va a encargar él de la cuenta. Se para en los platos de carne. Cierra la carta. Aprovecha la ocasión para mirarle los pechos. Mira los resultados de la liga en el móvil. Expira en la mano y comprueba su aliento. Mira a una camarera que hay detrás. El camarero se acerca a la mesa y pregunta si ya puede tomar nota. Dice: “Sí”. Mira al camarero desamparado. El camarero pregunta con cortesía si quieren que vuelva más tarde. Piensa no. Dice: “Sí”. Finalmente pide un t-bone, el bistec más grande, poco hecho, con salsa barbacoa y pan de ajo. Está nervioso. La mira a los ojos. Pero se le va la mirada constantemente al escote. Habla mucho, dice poco. Durante el transcurso de la velada se da cuenta de que ya no saltan chispas. Piensa en si podría llevarse a casa el acompañamiento para abrirlo allí.
ELLA
se sienta y abre la carta. Primero mira los precios. Se pregunta si se va a encargar él de la cuenta. Se para en los entrantes. Se para en las ensaladas. Se para en los platos vegetarianos. Se para en los platos de pescado. Se para en los postres. Vuelve a hojear las ensaladas. El camarero se acerca a la mesa y pregunta si ya puede tomar nota. Dice: “Sí. No. No sé”. Mira la carta desamparada. El camarero pregunta con cortesía si quieren que vuelva más tarde. Piensa sí. Dice: “No”. Finalmente pide el número 23: una ensalada pequeña variada con aliño de balsámico. Está nerviosa. Lo mira a los ojos. Pero se le va la mirada constantemente a sus entradas en el pelo. Dice mucho que hable poco. Durante el transcurso de la velada se da cuenta de que ya no saltan chispas. Piensa en si podría pedir que le envuelvan las sobras para llevárselas a casa.