DE LA DEHESA A LA MESA
Olvídate de los mitos, leyendas y prejuicios que hay en torno a la carne de cordero. Corderex tiene un proceso muy cuidado de garantía en su elaboración para que se convierta en un manjar viable en cualquier época del año. Pero ¡ojo! Comprueba que esté bien certificado.
Los consejos reguladores son de vital importancia a la hora llevar a cabo los procesos de elaboración de carne. Gracias a ellos y a sus sellos de calidad nos aseguraremos de haber elegido la mejor materia del mercado para elaborar nuestras recetas. En el caso de Corderex, que protege al cordero de Extremadura, sabemos que se responsabiliza del producto manteniendo un riguroso seguimiento desde que los animales nacen en las dehesas de esta comunidad autónoma hasta que llegan al punto de venta con los sellos pertinentes para certificar que pertenecen a la IGP. En medio de este ciclo, también queda patente que los animales recién nacidos se crían con leche materna y, a posteriori, pasan a completar su alimentación con comida autorizada por el Consejo Regulador. Es decir, se consigue una profunda rastreabilidad de todas las fases para ofrecer un producto impoluto al consumidor.
La distinción de este proceso según lo lleva a cabo Corderex se nota en el sabor de las piezas de carne que se caracterizan por ser jugosas, sabrosas y tiernas, con un sabor suave, gracias a la corta edad de los corderos (se sacrifican con menos de 100 días de vida). Además, al ser tan jóvenes los animales y crecer tan sanos tienen poca grasa, lejos de lo que suele pensar el consumidor, así que ¡olvídate de los mitos y leyendas que giran a su alrededor!
EL SELLO DE CALIDAD
Hay que tener cuidado a la hora de pedir en el mostrador de la carnicería: cuando el cordero tiene más de un año adquiere un olor y un sabor más fuertes que distan mucho del género que ofrece la IGP extremeña. Para distinguirlos no tendrás más que fijarte bien: cada una de sus piezas va identificada y numerada individualmente con un precinto de garantía colocado en el garrón de su pata. También se utiliza un sello a lo largo de las dos medias canales o un sello con el logotipo en sus piezas nobles. Es una marca que perdura incluso después del cocinado para que no haya lugar a dudas.
La crianza de los corderos domesticados por parte de los humanos comenzó hace más de 9.000 años en oriente medio y, aún así hoy en día, permanece en nuestros recetarios como un verdadero manjar.