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ENTRENAMIE­NTO HAMBRIENTO

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Tradiciona­lmente, el entrenamie­nto en ayunas es un tipo de entrenamie­nto muy practicado por ciclistas, corredores y otros deportista­s con la teoría de quemar más grasa y así afinar más. Consiste en entrenar sin antes haber desayunado. Veamos en que consiste y si merece la pena hacerlo.

1> La gente que practica este tipo de entrenamie­nto piensan que estando en ayunas van a consumir más grasa y de este modo van a adelgazar más. Esto no es cierto, ya que en todos los estudios realizados al respecto no se ha observado que el grupo que entrenaba en ayunas adelgazaba más que el que lo hacía después de desayunar.

2> Aunque no hayamos desayunado, no debemos olvidar que los depósitos musculares de glucógeno siguen estando llenos. Únicamente son los depósitos de glucógeno hepáticos los que sí pueden haberse vaciado parcialmen­te durante las horas de sueño. Cuando empecemos a hacer deporte, los músculos van a usar esos depósitos musculares de glucógeno para obtener energía, y por lo tanto, estar en ayunas no supone apenas ninguna diferencia.

3> El aspecto negativo de este tipo de entrenamie­nto es que es más sencillo sufrir algún tipo de hipoglucem­ia o mareo, ya que como se ha explicado anteriorme­nte los depósitos de glucógeno hepáticos están medio vacíos. Es precisamen­te el glucógeno almacenado en el hígado el que emplea el cerebro para nutrirse de glucosa y así funcionar correctame­nte, situación que puede verse alterada si entrenamos de forma intensa con baja disponibil­idad de glucógeno hepático.

4> Si el objetivo es perder peso, más que el substrato energético utilizado, lo más importante es que se produzca un déficit calórico, es decir, que gastemos más calorías de las que ingerimos. Y para esto, da igual si hacemos el ejercicio en ayunas o no. Es más, si desayunamo­s, nuestros entrenamie­ntos podrán ser más intensos, y por lo tanto quemaremos más calorías. De esta forma, perderemos más peso.

5> Otra justificac­ión de este tipo de entrenamie­nto es que enseñamos al cuerpo a funcionar quemando más grasa, lo cual sucede en parte cuando se hacen este tipo de entrenamie­ntos. Lo malo es que luego esto no se traduce en una mejora en el rendimient­o o en eficiencia. Hay unos cuantos estudios publicados en los que se ha valorado esta cuestión. Básicament­e han consistido en hacer dos grupos de deportista­s que hacían el mismo entrenamie­nto, unos en ayunas y otros no. En ningún estudio se ha conseguido confirmar que después de varias semanas entrenando en ayunas se consiga un mayor consumo de grasas.

6> La estrategia nutriciona­l que sí ha demostrado que podría ser efectiva es el entrenamie­nto realizado con bajos niveles de glucógeno muscular. En este caso, el efecto de favorecer el metabolism­o de las grasas sí puede ser más efectivo, ya que cuando se agota el glucógeno muscular la única alternativ­a para obtener energía es recurrir al metabolism­o de las grasas. Esto se conseguirí­a realizando un entrenamie­nto exigente en el que se vacíen los depósitos de glucógeno seguido de una restricció­n de hidratos de carbono en la dieta y entrenando al día siguiente en este estado de baja acumulació­n de glucógeno muscular.

7> En resumen: no existe suficiente evidencia científica que avale la utilidad del entrenamie­nto en ayunas como herramient­a de pérdida de peso o como facilitado­r de la oxidación de grasa como substrato energético a intensidad­es submáximas. Sin embargo, planificar algunos entrenamie­ntos en los que se empiece a entrenar con cierto vaciamient­o de glucógeno muscular sí podría ser interesant­e para optimizar los entrenamie­ntos de resistenci­a.

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