#BIKEPACKING: UN REDESCUBRIMIENTO DEL MOUNTAIN BIKE
Desde hace mucho la idea de viajar usando sólo la bici como medio de transporte me cautiva. Después de constantes retrasos, por mil y una excusas, y después de horas consumindo textos y videos online, y de hablar con amigos que han hecho viajes de bici, decidí que ya era hora de dejarse de bromas y pasar a la acción. Una pesquisa en la web permite descubrir que no es necesario mucho para iniciar una aventura a pedales: una bici (¡claro!), material para acampar, y algunos elementos esenciales para prevenir cualquier adversidad. Existen muchas marcas con productos específicos para bikepacking, con la ventaja de que se adaptan a la bici que tenemos. Y es aquí donde surge la primera regla de oro para hacer bikepacking: no es necesario una bici específica. Cada uno puede utilizar la que tiene. El paso siguiente es escoger el destino. Lo ideal es que el primer viaje sea en un lugar conocido. Así podemos probar nuestras capacidades de forma más fiable. Decidí iniciar el viaje en Évora, un pueblo en Portugal, con destino en la Costa Vicentina, al sur del país vecino. Conozco esta ruta, por eso decidí que sería el primer reto. La belleza natural del paisaje seguro que no iba a decepcionar, especialmente por que podría pedalar en lugares inaccesibles a los coches y que desde siempre tuve curiosidad de explorar. Escoger el destino define lo que tendremos de llevar con nosotros: tienda de campaña, saco de dormir, colchón, herramientas, cámara de aire (y todo lo que necesitemos para pequeñas reparaciones), luces y un frontal para usar por la noche son también accesorios imprescindibles. Preparar ropa ligera adecuada, pero confirmando de antemano las previsiones meteorológicas, es también necesario. La ropa, claro, es al gusto de cada uno. Personalmente sólo llevé un conjunto que lavaba después de cada día. Evitar llevar unas zapatillas de mountain bike muy rígidas y también transportar mochilas es imprescindible. Una regla básica: llevar únicamente lo que sabemos que es, de hecho, necesario. Cuanto menos peso, mejor. Planear el trayecto es importante, pero sin ser intransigentes. Definí tres etapas de 95 Km, en un total de 285 Km. De Évora hasta Grândola, pasando por Porto Côvo y llegando a Aljezur. Es una buena mezcla entre carreteras de asfalto y tramos de tierra, con paisajes fabulosos y muchas oportunidades para aventurarnos por caminos y singletracks junto a los acantilados después del Cabo Sardão, con la particularidad de haber un cambio en el paisaje y temperatura del interior hasta la costa. La vuelta sería en tren, a partir de Santa Clara a Velha, en una etapa final de 80 Km. El viaje fue fenomenal, sin ningún tipo de problema. El calor típico del interior alentejano fue lo más difícil de sobrellevar, especialmente cuando solo hay rectas en tramos ondulados. La Costa Vicentina también tiene sus cosas, con viento o lluvia sin darnos cuenta de su presencia, por eso una chaqueta impermeable me salvó la vida algunas veces. Si aún tienes dudas, coge tu bici e inicia la aventura. De lo único que me arrepiento es de haber suspendido esta aventura durante tanto tiempo. Solo se vive una vez. André Frederico es un practicante de MTB, ciclismo y gravel, activista del mundo de la bici y diseñador.
“DECIDÍ QUE YA ERA HORA DE DEJARSE DE BROMAS Y PASAR A LA ACCIÓN”