#NORMALIDADANORMAL?
Hace exactamente un año, la inmensa mayoría de las marcas de bicicletas veían el futuro con cierta cautela. Las previsiones indicaban que el mercado de las bicicletas tradicionales iba a continuar su ralentización, y que el salvavidas de las bicicletas eléctricas estaría ahí para amortiguar la bajada de ventas de otras familias.
Con el comercio minorista viviendo en el eterno descuento, los nubarrones aparecían en el horizonte, y ya en los inicios del año 2020 y tras la campaña de Navidad se podían ver algunas ofertas en tiendas de las que podemos denominar como de referencia, que eran más agresivas de lo normal. Y todavía no habíamos llegado a marzo, que fue el momento de máxima incertidumbre, con fabricantes reduciendo o anulando producciones ante la conmoción que supuso la expansión de la pandemia por el Covid19 y que llevó a muchas empresas a tomar decisiones drásticas a todos los niveles.
Como bien dice el refranero español, “a río revuelto, ganancia de pescadores”, y en los meses posteriores, cuando algunos fabricantes renunciaban a sus pedidos atemorizados por la evolución del mercado y las dudas existentes en cuanto al tiempo de confinamiento en los diferentes países y la propia evolución de la pandemia, otros arriesgaron e hicieron acopio de material para sus producciones, arriesgando millones de euros a una carta que podía salir bien o no.
Lejos de ver un desplome de la industria de la bicicleta, la posterior reactivación de la vida social, que muchos se empeñaron en denominar “nueva normalidad” trajo pareja una atracción e interés extraordinarios por conseguir una bicicleta, para aquellas personas que no la tenían, solo equiparable a la locura por conseguir un rodillo durante el confinamiento.
Y nos encontramos de frente ante la normalidad anormal. Las tiendas vaciaban sus existencias, las marcas veían el fondo de sus almacenes por primera vez vacíos en mucho tiempo y la demanda no cesaba. Demasiado tarde para reaccionar, demasiado, cuando la tendencia era la opuesta. Llegados a este punto, nos encontramos con la realidad de hoy, con tiendas desabastecidas, marcas que esperan poder volver a servir a sus clientes con normalidad a finales de 2021 y todo debido a una demanda cifrada entre un 30 y 40% superior a lo que hubiera sido lo previsto. A esto hay que sumarle algo más, y es la ralentización de las cadenas de producción en origen, ya que los protocolos de seguridad por la pandemica afectan a la productividad dependiendo del espacio entre operarios, entre otros aspectos como el encarecimiento del transporte.
Sin querer adelantar acontecimientos, habrá que estar muy atentos a esta normalidad anormal, donde hoy luce un sol radiante, pero que puede volver a tener un horizonte tormentoso si no se mide en su justa medida, cuando este efecto positivo puede variar la trayectoria de su curva, y devolvernos a una realidad, probablemente aumentada en el número total de practicantes, pero no tan idílica como la que se está viviendo a día de hoy.
“DONDE HOY LUCE UN SOL RADIANTE PUEDE VOLVER UN HORIZONTE TORMENTOSO”