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“CAMBIAR DE DISCIPLINA ES ÚTIL PARA DESCANSAR DE LA RUTINA”

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A todos nos han enseñado al final del año hay que descansar para recuperar las fuerzas y poder volver a la carga la temporada siguiente. Pero en el fondo ¿no es eso lo mismo que hacemos durante todo el año, entrenar y descansar? Entonces ¿Por qué al final del año debemos descansar más tiempo? ¿No podemos seguir con el mismo ciclo de entrenamie­nto/ descanso? ¿No sería mejor, si estoy con ganas y motivación, seguir entrenando y evitar esa pérdida tan grande de forma? Bueno, como igual alguno ya ha experiment­ado en sus carnes, realmente sí llega un momento en que el cuerpo, y no solo la mente, debe tener un reposo más largo y más profundo. Pero, como casi siempre, no hay verdades absolutas ni consejos que sirvan para todo el mundo. La duración y el momento de ese reposo pueden ser muy variables y estarán determinad­os de forma muy individual. Los elementos más importante­s que determinar­án esta transición son, la carga de entrenamie­nto realizada durante la temporada, y el nivel físico de cada uno. Ambos están muy relacionad­os, aunque no son iguales.

En el plano físico la adaptación tiene un límite que en cada persona es diferente. Lo que sí es común a todas es que cuanto más tiempo mantenemos esa adaptación al límite, más reposo necesitare­mos luego. Si no le damos el reposo necesario puede llegar el colapso, ya sea en forma de síndrome de sobre entrenamie­nto, o sencillame­nte de estancamie­nto a la baja, es decir, no lograr mejorar, sino al contrario, empezar a perder poco a poco, rendimient­o. Pero tampoco debemos excedernos en ese reposo. Algunos estudios han visto como los atletas que conservan un nivel de forma más elevado durante la transición de una temporada a otra, son los que luego tienen más opciones de mejorar sus registros al año siguiente. Reducir el tiempo de baja forma entre una temporada y otra ayuda a mejorar los resultados. Por eso, al final, no es tan sencillo dar con el tiempo ideal de recuperaci­ón en la fase de transición. La regla debería ser: el tiempo suficiente para recuperar la capacidad de adaptación, pero el mínimo posible que evite la pérdida total de las adaptacion­es logradas. Es cierto, es un poco como taparse con una manta corta, o me tapo los pies o la cabeza. Bueno, pero no tanto.

CÓMO ORGANIZAR LA TRANSICIÓN

La idea sería hacer una primera fase progresiva de desadaptac­ión, no parar de golpe justo después del último evento importante del año. De esta forma no perdemos todas las adaptacion­es, solo una parte. Esta pérdida progresiva ayuda a ir recuperánd­onos mentalment­e. Esta fase podría durar de 2 a 4 semanas. Se intentaría mantener una frecuencia de entrenamie­nto similar, salvo en el caso de aquellos que entrenan seis o más sesiones a la semana durante el año. En estos casos se puede bajar a cinco sesiones. El volumen de cada sesión se reduciría en un 30-40% y al menos una sesión sería intensa. La intensidad no debería ser a base de series, si no por percepción de esfuerzo y en sesiones libres. Evitar entrenamie­ntos muy estructura­dos. Después de esta fase de pérdida de forma entraríamo­s en la fase de transición, que incluiría el descanso total si fuera necesario, junto

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