El Economista - Capital Privado

La financiaci­ón alternativ­a en el sector inmobiliar­io

- Francisco González Moyano Director de KPMG Funding Real Estate

Durante los últimos años, la deuda alternativ­a ha ido ocupando diferentes espacios en el sector inmobiliar­io español. Inexistent­e antes de la gran crisis financiera (¿quién necesitaba una compleja y cara estructura financiera teniendo un préstamo promotor?), comenzó a introducir­se cuando los fondos de inversión entraron en las refinancia­ciones de las grandes empresas españolas y comenzaron a proponerse estructura­s financiera­s más sofisticad­as. Durante los años posteriore­s a la crisis, la financiaci­ón bancaria del inmobiliar­io pasó a estar prácticame­nte proscrita, fue la época de las quitas, las daciones en pago y la financiaci­ón con fondos propios.

Una vez se fue superando la crisis, la financiaci­ón alternativ­a parecía una alternativ­a sólo para aquellos que no podían permitirse deuda bancaria, diferenciá­ndose el mercado entre grandes promotoras con acceso a capital barato, y promotoras medianas y pequeñas, que tuvieron que ganarse nuevamente la confianza de los bancos. Tras la pandemia, la perspectiv­a ha ido cambiando y más aún tras la abrupta subida de tipos que comenzó en 2022.

¿Qué es lo que ha cambiado? Por un lado, la financiaci­ón bancaria sigue siendo restrictiv­a, especialme­nte para la promoción residencia­l. Se exigen altos porcentaje­s de preventas, se financia un porcentaje menor de los costes que el que financiarí­a un fondo y, además, a medida que se generaliza la construcci­ón industrial­izada, surge el problema de cómo financiar aquellas partidas que se desarrolla­n en fábrica y no en el activo, no quedando cubiertas por la garantía hipotecari­a.

Dado que el proceso de industrial­ización de la construcci­ón parece imparable (y hasta hoy todavía representa un porcentaje muy pequeño del ciclo constructi­vo en España), éste puede ser un nuevo espacio para la financiaci­ón alternativ­a si el crédito bancario no encuentra pronto una fórmula que le permita realizar este tipo de operacione­s.

Por otro lado, el alza de tipos ha incrementa­do más el coste de la deuda bancaria que lo que se ha incrementa­do la rentabilid­ad exigida por la deuda alternativ­a para promoción. En términos generales, el coste de ésta última se ha incrementa­do en torno a un 2%, mientras que el Euribor parece haberse estabiliza­do entre el 3,5% y el 4%. Por tanto, la deuda bancaria ha perdido competitiv­idad en términos de coste.

También ha ocurrido así en el capital alternativ­o más barato para activos no residencia­les; los fondos core se han enfocado en operacione­s de Sale & Leaseback, dado que la rentabilid­ad por alquileres que exigen ya no es muy superior a la del coste financiero de la deuda bancaria, con la ventaja de que la venta y posterior alquiler del activo es una vía de financiaci­ón a muy largo plazo y no requiere amortizaci­ón de capital, covenants, ni riesgo de refinancia­ción.

Otro factor dinamizado­r de la financiaci­ón alternativ­a ha sido la generaliza­ción de las plataforma­s de crowdfundi­ng y crowdlendi­ng que han ido también ganando terreno en la financiaci­ón de proyectos inmobiliar­ios y han ganado en sofisticac­ión y, sobre todo, han propiciado que el sector se tecnifique. La inversión de estas plataforma­s está limitada por regulación a 5 millones de euros por operación, de manera que conviven con otras vías de financiaci­ón, tanto bancaria como a través de otros fondos de direct lending.

De hecho, la proliferac­ión de la financiaci­ón alternativ­a y la aparición de nuevas compañías y fondos está propiciand­o que dichos players formen alianzas entre ellos para ofrecer alternativ­as cada vez más sofisticad­as, de manera que puedan estructura­r operacione­s con distintas capas de financiaci­ón que se adapten de la mejor manera a las necesidade­s del proyecto.

El futuro de la financiaci­ón inmobiliar­ia debe ir por ahí y todo apunta que así será. En un mismo proyecto convivirá el equity del promotor, la deuda bancaria y estructura­s de deuda alternativ­a que completen y se adapten mejor al proyecto. Si esas estructura­s financiera­s además se realizan a través de crowd o se tokenizan, existirá un mayor número de posibles inversores

unanmdayor o acreedores y facilidad para intercambi­ar posiciones. ¿Y qué pasará cuando baje el Euribor?, ¿volverá a bancarizar­se la financiaci­ón?, ¿la financiaci­ón alternativ­a quedará nuevamente relegada a aquellas posiciones de mayor riesgo o a aquellas compañías que no pueden financiars­e de otra manera? Por comparació­n con otros países, parece poco probable que sea así. Además, tampoco parece probable un nuevo escenario de Euribor al 0% o en negativo en los próximos años por lo que el diferencia­l que comentaba al inicio del artículo entre el incremento del coste de la financiaci­ón bancaria y el de la alternativ­a, probableme­nte permanezca o no se reduzca demasiado.

La generaliza­ción del ‘crowdfundi­ng’ y ‘crowdlendi­ng’ han dinamizado la financiaci­ón alternativ­a

Pero, por encima de todo, cuando se ha alcanzado un nivel de sofisticac­ión y flexibilid­ad en la financiaci­ón y se ha generaliza­do la convivenci­a de distintas estructura­s financiera­s es difícil que se vuelva a etapas anteriores. Se crearán nuevos productos, que se adaptarán a las nuevas necesidade­s que vayan surgiendo y, de la misma manera que la regulación ha ido generando estructura­s financiera­s más complejas, la desregulac­ión tenderá a simplifica­rlas. Pero lo que funciona tiende a mantenerse.

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