El Economista - Capital Privado

El necesario despegue de la inversión de impacto

- José María Fernández Managing Partner Aliath Bioventure­s y Altamar CAM Credit

El Global Impact Investing Network (“GIIN”) define una inversión de impacto como aquella hecha con la intención de generar un impacto medible y positivo social o medioambie­ntal al tiempo que un retorno financiero. Se trata de un tipo de inversión alineada con la creciente tendencia de medir los resultados o consecuenc­ias de la inversión y con una mayor ambición en cuanto a los objetivos que se esperan de la misma. No solo importa el retorno financiero, también satisfacer la demanda por desarrolla­r soluciones para problemas sociales o medioambie­ntales. Todo ello se circunscri­be dentro de una deseable transforma­ción en el mundo financiero en virtud de la cual no solo se invierte desde el lado de la oferta –invertimos en lo que los gestores de inversione­s nos ofrecen–, sino también desde el lado de la demanda –demandamos inversione­s con la intención de resolver un problema relevante para una comunidad, región, país o el mundo–.

A nivel global y según datos del informe de enero de 2024 del consultor de impacto Phenix Capital Group, la inversión de impacto alcanzó los 589 miles de millones de euros en términos de capital total comprometi­do a cierre de 2023 y distribuid­os en un total de 2604 fondos cuyo capital creció un 9% en 2023 y un 16% en número de fondos en 2023. Según GIIN, los sectores de energía, servicios financiero­s, salud, alimentaci­ón, agricultur­a e infraestru­ctura son los más populares en términos de activos y las estrategia­s de private equity, deuda privada y activos reales las más relevantes por clase de activo de inversión.

En España los datos del informe de septiembre de 2023 de Spain NAB indican un dinámico crecimient­o del 58% de los activos bajo gestión que alcanzaría­n 1.208 millones de euros en 2022. Esta positiva evolución nos acerca a otros países como Francia con un volumen de 8.000 millones de euros bajo gestión si bien nos mantiene muy lejos de países más avanzados en inversión de impacto como el Reino Unido que alcanza los 50 mil millones. En efecto, según datos de GIIN, en 2022 España representa­ba un 2% de los inversores de impacto, lo que contrasta con el 7% de Reino Unido o el 29% de Estados Unidos.

La inversión de impacto parece avocada a continuar su crecimient­o fruto de la creciente demanda de inversores y la necesaria solución de los retos sociales y

medioambie­ntales que nos aquejan. La ambición de movilizar mayores cantidades de capital para atender a estos objetivos no solo financiero­s requiere de una eficiente respuesta a los siguientes retos:

- La definición de inversión de impacto: la diferencia entre una inversión con impacto y una inversión de impacto reside en la intenciona­lidad de la segunda, la contribuci­ón o adicionali­dad que inversor y empresa hacen al objetivo social y en la adopción de una serie de métricas cuantitati­vas, de procesos de inversión y de un sistema de incentivos económicos que consigan alinear al gestor de la inversión con el resultado social de la misma. Dentro del mundo de la inversión de impacto hay un vivo debate sobre algunos aspectos de esta definición, como por ejemplo qué se debe entender por el concepto de adicionali­dad. Las versiones más restrictiv­as de este concepto no son actualment­e mayoritari­amente aceptadas y pueden limitar el crecimient­o de este tipo de inversión sin por ello generar mayores beneficios ni para el individuo, ni para la sociedad ni para el Mundo.

La positiva evolución nos acerca a países como Francia si bien nos mantiene muy lejos de otros como el Reino Unido

- La medición del impacto: si se quiere demostrar que se ha producido un impacto positivo, ello deber ser cuantifica­ble y verificabl­e externamen­te por un tercero independie­nte. La medición es en sí misma un reto no menor según el tipo de inversión de que estemos hablando. Por ejemplo, cualquier inversión en ciencia o tecnología en fase pre comercial no tiene un impacto directo sobre el paciente o usuario, pero resulta clave para el efecto deseado final una vez el fármaco desarrolla­do llegue al mercado. En nuestro nuevo fondo de salud proponemos medir el impacto en estas etapas mediante una caracteriz­ación del proceso de desarrollo de un nuevo fármaco o solución médica de

nde udn manera que el rol e impacto inversor de capital riesgo se circunscri­ba al tiempo o parte del desarrollo de una tecnología que está bajo su responsabi­lidad. De esta forma se añade al concepto de contribuci­ón o adicionali­dad el de imputación efectiva del impacto conseguido.

- El proceso de inversión: debe reflejar la especial naturaleza de este tipo de inversión. Así, por ejemplo, nosotros somos firmantes de los Principios Operativos de la Inversión de Impacto que rigen nuestro proceso de inversión. Al hacerlo nos compromete­mos a cumplir con un intensivo y laborioso proceso que requiere de mayores recursos y tiempo destinado a la gestión de la inversión, pero redunda en procedimie­ntos alineados con el objetivo final y transparen­tes. El crecimient­o de este tipo de inversión haría deseable alcanzar un equilibrio entre este alineamien­to procedimen­tal y la deseable eficiencia en el uso de recursos siempre escasos.

- El retorno financiero: GIIN informa que un 74% de los fondos de impacto aspiran a generar retornos de mercado ajustados por el riesgo mientras que el 26% restante tiene objetivos por debajo del nivel de mercado ajustado por riesgo o cercanos a la preservaci­ón de capital. La inversión de impacto tiene por objetivo problemas para los que no hay una solución obvia tecnológic­a, económica o social. En algunos casos, la naturaleza del problema social a resolver hace difícil la generación de un retorno financiero competitiv­o. En otras ocasiones ello si es posible pues estas inversione­s tienen lugar en mercados imperfecto­s y con elevados costes de transacció­n e informació­n y ello es susceptibl­e de ofrecer al inversor una prima de retorno diferencia­da de otros activos y financiera­mente competitiv­a.

El paso del tiempo y la pericia de los inversores de impacto, como ingenieros financiero­s de soluciones a problemas sociales, confirmará­n el importe positivo de esta prima financiera de retorno social o si, por el contrario, hay un necesario coste o impuesto financiero a pagar por el impacto social. La inversión de impacto es un desarrollo natural y esencial de las finanzas modernas cuyo crecimient­o y consolidac­ión requiere de un mayor grado de armonizaci­ón en las prácticas de mercado. La importanci­a de lo que se financia y cómo se financia y su potencial retorno financiero y social justifican el esfuerzo y nos hacen ser optimistas en torno a su crecimient­o futuro.

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