El Economista - Capital Privado
El necesario despegue de la inversión de impacto
El Global Impact Investing Network (“GIIN”) define una inversión de impacto como aquella hecha con la intención de generar un impacto medible y positivo social o medioambiental al tiempo que un retorno financiero. Se trata de un tipo de inversión alineada con la creciente tendencia de medir los resultados o consecuencias de la inversión y con una mayor ambición en cuanto a los objetivos que se esperan de la misma. No solo importa el retorno financiero, también satisfacer la demanda por desarrollar soluciones para problemas sociales o medioambientales. Todo ello se circunscribe dentro de una deseable transformación en el mundo financiero en virtud de la cual no solo se invierte desde el lado de la oferta –invertimos en lo que los gestores de inversiones nos ofrecen–, sino también desde el lado de la demanda –demandamos inversiones con la intención de resolver un problema relevante para una comunidad, región, país o el mundo–.
A nivel global y según datos del informe de enero de 2024 del consultor de impacto Phenix Capital Group, la inversión de impacto alcanzó los 589 miles de millones de euros en términos de capital total comprometido a cierre de 2023 y distribuidos en un total de 2604 fondos cuyo capital creció un 9% en 2023 y un 16% en número de fondos en 2023. Según GIIN, los sectores de energía, servicios financieros, salud, alimentación, agricultura e infraestructura son los más populares en términos de activos y las estrategias de private equity, deuda privada y activos reales las más relevantes por clase de activo de inversión.
En España los datos del informe de septiembre de 2023 de Spain NAB indican un dinámico crecimiento del 58% de los activos bajo gestión que alcanzarían 1.208 millones de euros en 2022. Esta positiva evolución nos acerca a otros países como Francia con un volumen de 8.000 millones de euros bajo gestión si bien nos mantiene muy lejos de países más avanzados en inversión de impacto como el Reino Unido que alcanza los 50 mil millones. En efecto, según datos de GIIN, en 2022 España representaba un 2% de los inversores de impacto, lo que contrasta con el 7% de Reino Unido o el 29% de Estados Unidos.
La inversión de impacto parece avocada a continuar su crecimiento fruto de la creciente demanda de inversores y la necesaria solución de los retos sociales y
medioambientales que nos aquejan. La ambición de movilizar mayores cantidades de capital para atender a estos objetivos no solo financieros requiere de una eficiente respuesta a los siguientes retos:
- La definición de inversión de impacto: la diferencia entre una inversión con impacto y una inversión de impacto reside en la intencionalidad de la segunda, la contribución o adicionalidad que inversor y empresa hacen al objetivo social y en la adopción de una serie de métricas cuantitativas, de procesos de inversión y de un sistema de incentivos económicos que consigan alinear al gestor de la inversión con el resultado social de la misma. Dentro del mundo de la inversión de impacto hay un vivo debate sobre algunos aspectos de esta definición, como por ejemplo qué se debe entender por el concepto de adicionalidad. Las versiones más restrictivas de este concepto no son actualmente mayoritariamente aceptadas y pueden limitar el crecimiento de este tipo de inversión sin por ello generar mayores beneficios ni para el individuo, ni para la sociedad ni para el Mundo.
La positiva evolución nos acerca a países como Francia si bien nos mantiene muy lejos de otros como el Reino Unido
- La medición del impacto: si se quiere demostrar que se ha producido un impacto positivo, ello deber ser cuantificable y verificable externamente por un tercero independiente. La medición es en sí misma un reto no menor según el tipo de inversión de que estemos hablando. Por ejemplo, cualquier inversión en ciencia o tecnología en fase pre comercial no tiene un impacto directo sobre el paciente o usuario, pero resulta clave para el efecto deseado final una vez el fármaco desarrollado llegue al mercado. En nuestro nuevo fondo de salud proponemos medir el impacto en estas etapas mediante una caracterización del proceso de desarrollo de un nuevo fármaco o solución médica de
nde udn manera que el rol e impacto inversor de capital riesgo se circunscriba al tiempo o parte del desarrollo de una tecnología que está bajo su responsabilidad. De esta forma se añade al concepto de contribución o adicionalidad el de imputación efectiva del impacto conseguido.
- El proceso de inversión: debe reflejar la especial naturaleza de este tipo de inversión. Así, por ejemplo, nosotros somos firmantes de los Principios Operativos de la Inversión de Impacto que rigen nuestro proceso de inversión. Al hacerlo nos comprometemos a cumplir con un intensivo y laborioso proceso que requiere de mayores recursos y tiempo destinado a la gestión de la inversión, pero redunda en procedimientos alineados con el objetivo final y transparentes. El crecimiento de este tipo de inversión haría deseable alcanzar un equilibrio entre este alineamiento procedimental y la deseable eficiencia en el uso de recursos siempre escasos.
- El retorno financiero: GIIN informa que un 74% de los fondos de impacto aspiran a generar retornos de mercado ajustados por el riesgo mientras que el 26% restante tiene objetivos por debajo del nivel de mercado ajustado por riesgo o cercanos a la preservación de capital. La inversión de impacto tiene por objetivo problemas para los que no hay una solución obvia tecnológica, económica o social. En algunos casos, la naturaleza del problema social a resolver hace difícil la generación de un retorno financiero competitivo. En otras ocasiones ello si es posible pues estas inversiones tienen lugar en mercados imperfectos y con elevados costes de transacción e información y ello es susceptible de ofrecer al inversor una prima de retorno diferenciada de otros activos y financieramente competitiva.
El paso del tiempo y la pericia de los inversores de impacto, como ingenieros financieros de soluciones a problemas sociales, confirmarán el importe positivo de esta prima financiera de retorno social o si, por el contrario, hay un necesario coste o impuesto financiero a pagar por el impacto social. La inversión de impacto es un desarrollo natural y esencial de las finanzas modernas cuyo crecimiento y consolidación requiere de un mayor grado de armonización en las prácticas de mercado. La importancia de lo que se financia y cómo se financia y su potencial retorno financiero y social justifican el esfuerzo y nos hacen ser optimistas en torno a su crecimiento futuro.