EL TORO CONTRA EL CAVALLINO
El Miura fue el segundo modelo creado por Ferruccio Lamborghini en su eterna lucha con Enzo Ferrari. Su configuración técnica, más cercana a los vehículos de competición que a los deportivos de calle, lo convierte en lo que podría ser el primer superdepor
En el inicio de los años 60 el Ferrari 275 GTB era considerado el ‘Gran Turismo’ por excelencia y los primeros modelos de Lamborghini, el 350 GT y el 400 GT, no eran suficiente para luchar contra el poderío de Ferrari. Por ello Lamborghini se puso manos a la obra para crear un vehículo único, capaz de llevar la tecnología de competición a la calle y de permitir que un deportivo pudiera servir para circular normalmente y también para competir.
Primero, el chasis
En el Salón del Automóvil de Turín de 1965 se presenta el chasis del P400, nombre que se da al proyecto en un primer momento. Se trata de una estructura tubular de acero con el bloque situado en posición central, pero no longitudinal sino transversal, algo sorprendente en aquel momento y que solo se había visto en el Bugatti 251 de 1956. Este bastidor fue construido en colaboración con Dallara, el mítico fabricante de chasis que ha creado la base de algunos de los vehículos de competición y superdeportivos más famosos del mundo. El motor era el mismo V12 de 350 caballos del Lamborghini 400 GT pero la caja de cambios y el diferencial son nuevos y forman un bloque conjunto con el V12, creando un grupo muy compacto con un único cárter.
En marzo de 1966, en el Salón de Ginebra, se presenta la imagen definitiva de lo que ya sería el Lamborghini Miura P400. Espectacular desde cualquier ángulo, su diseño fue aclamado de forma unánime y se debió al trabajo del joven diseñador Marcello Gandini, que por aquel entonces trabajaba en Bertone.
Detalles como las branquias de las tomas de aire situadas por detrás de las puertas o su sensual silueta lo conviertieron en uno de los coches más bellos que han existido, además de ser uno de los
más rápidos y efectivos, dando lugar a lo que podríamos llamar la era de los ‘superdeportivos’. El interior también tomaba elementos del mundo de la aviación, como algunos interruptores ubicados en una consola central situada en el techo.
Estuvo en producción hasta 1973 y se construyeron 765 unidades, aunque en esos siete años recibió varias actualizaciones, la primera de ellas en 1968 pasando a denominarse Miura P400 S, con 20 caballos más para llegar hasta los 370. En 1971 aparece el SV, con 385 caballos
y mayor anchura de vías. Ese mismo año se crea el Miura Jota, un prototipo con algunas modificaciones aerodinámicas y mecánicas para cumplir con la normativa de la Federación de Automóvilismo, pero el prototipo sufre un accidente y queda destruido al incenciarse.
A pesar de ello algunos clientes querían contar con esa estética en sus Miura y de una forma ‘oficiosa’ Lamborghini realizó la transformación de los Miura SV en Jota en la propia fábrica para algunos clientes muy especiales, exactamente cinco y todos ellos todavía existen y están ‘localizados’, aunque hay otras unidades que se realizaron años más tarde por parte de diferentes preparadores pero no por la fábrica. Otra versión curiosa fue el Spider –en realidad una especie de Targa–, desarrollado por Bertone y presentado en 1968 en el Salón del Automóvil de Bruselas de 1968, pero no llegó a producirse, aunque algunos clientes ‘recortaron’ sus Miura para conseguir esa estética Roadster, aunque nunca fue una transformación homologada por la marca.
Un viaje de celebración
Para conmemorar los 50 años del nacimiento del Miura la marca organizó una espectacular travesía por el norte de Italia con 20 de los propietarios del mí-
El precio de uno de los 765 Lamborghini Miura fabricados ronda el millón de euros
tico ‘Lambo’, llegados desde varios países de Europa, Japón y Estados Unidos de Norteamérica. La comitiva partió desde la factoría de Sant’Agata Bolognese, después de visitar el nuevo museo de la marca y de recibir el saludo de cuatro Eurofighter de la base aérea de Gioia del Colle, situada en el sur de Italia. Durante el recorrido la comitiva visitó las intalaciones de Dallara, donde el propio Gian Paolo Dallara, padre del chasis del Miura, recibió a los participantes.
En total ha sido más de 500 kilómetros visitando ciudades como Bolonia, Parma, Portovenero, Viareggio y Lucca, para finalizar en Florencia, siempre escoltados por varios Huracán y Aventador actuales. La meta, en el centro de Florencia, convirtió la Plaza de Ognissanti es un espectacular museo Lamborghini al aire libre.