CONDUCIR A CIELO DESCUBIERTO CON EL MERCEDES-AMG GT ROADSTER.
Mercedes-AMG ha vuelto a superarse vista la calidad y la deportividad que lucen en su nuevo descapotable. Además, conducimos las últimas preparaciones de la gama AMG.
Es uno de los biplazas más espectaculares del mercado, con un diseño que llama poderosamente la atención y un estilo que lo identifica como un auténtico Mercedes a pesar de las profundas diferencias que hay en el aspecto estético con los modelos más 'normales' de la marca de la estrella. La principal es su peculiar parrilla de 15 lamas verticales, 'inaugurada' por el GT Coupé y denominada Panamericana en honor a aquellos Mercedes 300 SL que disputaban esa prueba en los años 50 y que fueron los primeros en estrenar este tipo de frontal. La capota de lona es
otro guiño al es- tilo más clásico y se aparta de los techos rígidos de los SL y SLC, aunque no por ser de material textil ofrece menos tecnología y un menor aislamiento, ya que cuenta con tres capas de diferentes tipos de fibras para amortiguar tanto el sonido como las inclemencias climáticas, una rígida estructura y la posibilidad de elegir entre tres colores, negro, beis y rojo.
Máxima tecnología
El Roadster incorpora en su estructura los refuerzos necesarios para asegurar la rigidez al no tener techo, lo que supone un incremento de peso de cerca de 90 kilogramos en el caso del GT C, el más potente, a pesar de que tanto el chasis como los elementos de la carrocería están realizados en aluminio. Para que esa diferencia de peso no fuese mayor, en el Roadster la tapa del maletero está realizada en un material composite reforzado con fibra de carbono y tanto el capó delantero
como la estructura de la capota son de magnesio, ligero y resistente.
La parrilla delantera, además de por su diseño, se distingue por el sistema AIRPANEL, que abre o cierra la entrada de aire en función de las necesidades aerodinámicas y de refrigeración del motor.
Dos versiones distintas
Entre los Mercedes-AMGGTy GTC hay más diferencias técnicas que los 81 caballos de su motor V8 biturbo, con 476 caballos en el primero y 557 en el segundo, en los dos casos con cambio automático de doble embrague y siete relaciones. El más potente añade a su equipamiento la dirección paramétrica activa, el control electrónico para el diferencial trasero de deslizamiento limitado, la suspensión regulable y frenos de mayor tamaño, además de una trasera 5,7 centímetros más ancha debido a las salidas de aire verticales situadas en las aletas posteriores.
Conducción 'a medida'
El conductor/piloto del AMG GT Roadster tiene una amplia gama de posibilidades de configuración para conseguir que el vehículo se adapte de a sus gustos o necesidades de conducción. Los programas de funcionamiento que regulan motor, cambio, suspensión, dirección y toda la eclectrónica de gestión son cuatro en el GT -Confort, Sport, Sport+ e Individual- mientras que el GT C añade un quinto programa RACE, mucho más radical. Por si esto fuera poco el control de estabilidad también puede 'adaptarse' en tres nieveles, desde el modo de serie que siempre va conectado y que busca la mayor seguridad, un segundo denominado Sport que es mucho más permisivo con los derrapes y el último, ➥
que desconecta por completo esta ayuda. El escape también forma parte de las elecciones del conductor y un interruptor en la consola central permite hacer que su sonido sea más bronco y con el característico 'petardeo' que producían antaño los V8 al reducir o levantar el pie del acelerador.
Sensaciones intensas
En el GT Roadster su silueta condiciona la posición de conducción. Su reducida altura y el largo y estilizado capó obliga a que los dos pasajeros se sitúen muy bajos con respecto al suelo y muy atrás, casi encima del eje trasero, lo que hace que el más mínimo movimiento se transmita a los dos ocupantes. El AMG GT Roadster no es un GT cómodo y placentero más cercano al comportamiento de una berlina como ocurre con otros modelos más conservadores. Este Mercedes se acerca más a lo que es un verdadero deportivo, con reacciones vivas, que exige al conductor cuando se quiere practicar una conducción algo más agresiva y que no ha sacrificado unas reacciones rápidas y verdaderamente intensas en favor de la comodidad de marcha.
Al volante del AMG GT Roadster todo se siente de una forma rotunda. Las suspensiones no son incómodas pero son duras e incluso en su configuración más 'suave' su recorrido es mínimo y transmiten a los ocupantes todo lo que pasa bajo las ruedas. La dirección tiene un tacto excelente y poco más de dos vueltas entre topes, pero pide mano firme en los apoyos fuertes y a la hora de enlazar curvas con rapidez, algo que el AMG GT hace con una precisión casi quirúrgica siempre que dosifiquemos con la misma precisión la fuerza sobre el acelerador.
Para los que quieran recordar y analizar sus tandas de vueltas en circuito, el sistema multimedia cuenta con el AMG Track Pace, una aplicación que convierte el iPhone en un auténtico ingeniero de carreras y permite compartir la telemetría, videos, tiempos y toda la información de las vueltas directamente en Facebook, YouTube y redes sociales.
Como buen Mercedes la lista de opciones es larga y costosa y entre ellas podemos encontrar los frenos cerámicos –10.473 euros–, o el paquete exterior de fibra de carbono para las carcasas de los retrovisores, el difusor trasero y el alerón delantero –5.953 euros–, ademas de todas las posibles decoraciones interiores.
La trasera del Mercedes AMG GT resulta expectacular y será lo que más verán el resto de conductores