Vértigo: Audi RS 3 Sedán.
400 caballos y un kit específico para este deportivo que llega a poner en apuros al RS 6 de 560 caballos.
Es imposible pasar desapercibido con el Audi RS 3 Sedán, cuya línea parece ser obra del mismísimo Miguel Ángel. Quizá el escenario elegido para la presentación del modelo es el que convierte a este vehículo en todo un icono de la modernidad ya que por las calles de Salalah, al sur de Omán, únicamente circulan hojalatas con ruedas, con más años y kilómetros a sus espaldas que cualquier taxi. Las casas de altura contenida parecen cansadas del constante calor, con medias que en verano sobrepasan los 50º; menos mal que el termómetro registra unos 'llevaderos' 32º…
La monotonía y la tranquilidad que se respira cada día en esta ciudad del sultanato árabe se altera únicamente con el paso de enormes SUV japoneses y americanos movidos por poderosos y sedientos V8, baratos de alimentar si tenemos en cuenta que el litro de gasolina cuesta unos 30 céntimos de euro. A los mandos de los mismos sólo van los más ricos, que miran a través de la ventanilla al coche de color verde metalizado que les ha pasado como una exhalación dejando tras de sí un reguero de petardazos que se asemejan a pequeñas detonaciones. ¿Un Dodge Viper? Podría por la semejanza en el tono, pero tiene una parrilla hexagonal presidida por cuatro aros y no hay ni rastro de la escurridiza cobra del supercar yankee y eso que Dodge es una marca bastante más querida de lo esperado en esta zona como lo demuestran los abundantes Charger R/T y Challenger con los que nos cruzamos.
No hay nada igual
El RS 3 tiene un kit de competición desarrollado en exclusiva por el departamento Audi Sport, que encabeza Stephan Winkelmann, ex CEO de Lamborghini. "Estoy muy orgulloso del trabajo que han hecho ➥
los chicos porque el RS 3 es una auténtica obra de ingeniería con unas prestaciones increíbles para el tamaño y la potencia que tiene", responde en inglés con su característico acento italiano. Razón no le falta porque bajo la aerodinámica carrocería del 3 se esconde un arsenal que merece la pena analizar con detalle: un motor de cinco cilindros que pasa de los 367 caballos que tenía el anterior RS 3 Sportback a 400 –33 más–, tracción integral quattro y cambio automático de doble embrague S tronic de siete relaciones, todo ello acompañado de una reducción del peso de 26 kilos tras al uso de materiales livianos como el aluminio.
A pesar de ser pequeñas, pensarás que hasta insignificantes, las mejoras en este restyling se perciben de inmediato permitiendo unas aceleraciones más rápidas –el 0 a 100 pasa de 4,3 segundos a 4,1– y eso que las estrechas calles de la ciudad y las largas rectas de la autopista que bordea el núcleo urbano no son el mejor escenario para ello, básicamente por los atascos y los innumerables radares colocados cada dos o tres kilómetros entre las farolas negras y doradas que pueblan el país –sí, son idénticas de norte a sur, de este a oeste–. Por fortuna, el navegador nos lleva directos a las montañas de Dhofar, a las afueras, en las que el propio Winkelmann ha tenido ocasión de rodar con anterioridad como nos explica en una charla previa. De repente el tráfico desaparece y sólo alguna que otra furgoneta militar se cuela en una ruta plagada de curvas de subida y de bajada. Empieza lo bueno.
Pegado al asfalto
A partir de entonces, el RS 3 se comporta como un guepardo ansioso de dar caza a su presa. Se siente tan ágil que hace que tracemos las curvas con una insultante soltura debido a la tracción integral quattro, que envía entre el 50 y el 100% del par a las ruedas traseras. Ella sola permite que nos preocupemos únicamente de acelerar, frenar y girar el volante, una dirección todo sea dicho de paso con apenas dos vueltas entre topes y capaz de dirigir esta nave como si en realidad estuviéramos en un A1. La suspensión de dureza regulable tampoco ha variado el tarado en exceso entre la ➥
Para el Launch Control hay que desconectar el ESP; pero tranquilo, que no hay derrapes
posición Comfort, la más suave, y la Dynamic, la más extrema; pequeños rebotes en las zonas con firme irregular rompen un poco la comodidad que siempre transmite la amortiguación, esa que incluso facilita los cambios de apoyo más bruscos, haciendo que el eje delantero entre con absoluta seguridad camuflando en parte el marcado carácter subvirador del que siempre hace gala el RS 3 en giros cerrados.
La transmisión S tronic de doble embrague es tan fiel compañera de viaje que en ningún momento echamos de menos una caja manual. Mete y quita 'hierros' en milésimas de segundo, antes de que nuestro cerebro ordene 'golpear' la leva correspondiente, eso sí, siempre que vayamos con el programa deportivo porque la tranquilidad se apodera de los otros modos beneficiando al gasto de combustible. Un consumo que en ningún momento resulta disparatado para la potencia del coche arrojando medias de ocho y nueve litros a los 100 en situaciones normales, aunque podemos llegar al doble si vamos con el gas a fondo, como es el caso.
Llámalo efectividad
Al final, nuestro ritmo se ve penalizado por culpa de la arena de la carretera que convierte ciertos tramos en una pista deslizante, a lo que se añade el desgaste de los neumáticos debido al uso intenso al que está siendo sometida esta unidad durante los días que dura el evento. Por eso mismo se muestra bastante nervioso en frenada y a la salida de las curvas, así que decidimos levantar el pie para facilitar el traba- jo a la tracción quattro, incapaz de detener los constantes subvirajes. Los frenos cerámicos opcionales se hacen indispensables en estas circunstancias gracias a la mordida que tienen y a la mayor resistencia a la fatiga, incluso si el RS 3 cae en manos equivocadas porque sí, este vehículo es tan efectivo que un novato con la L pegada en la luna trasera podría sacarle mucho más jugo del que imaginas.
Poco más se puede pedir al RS 3, un automóvil tremendamente eficaz como hemos visto y en el que predomina la calidad de fabricación. La única pega que encontramos es que hasta agosto no se realizan las primeras entregas en España. Hasta entonces, la espera se puede hacer más llevadera si tachamos los días del calendario; así nos daremos cuenta de que no queda nada…
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