Kia Picanto.
Un urbano de capricho.
Es uno de los veteranos de su grupo y después de someterse a una intensa renovación también pretende ser el mejor, pues los cambios introducidos buscan convencer a los metropolitanos más exigentes. Al diseño atractivo y 'pintón' se añade una mejora en términos de espacio, dinamismo y maniobralidad. Si bien el modelo anterior ya destacaba en este apartado, el coreano –construido sobre una plataforma inédita– ha sabido evolucionar para adaptarse a los gustos europeos. Prueba de ello es el tacto de la dirección, que gracias a la asistencia progresiva facilita los giros a baja velocidad y gana en dureza cuando circulamos por vías rápidas. Aunque su vocación es eminentemente urbana, en el primer contacto hemos podido comprobar que también esconde cierto carácter rutero. La correcta puesta a punto del bastidor, una suspensión más bien dura y la vectorización de par –el ESP frena una de las ruedas en pleno giro para evitar subvirajes– nos permitieron afrontar recorridos por carreteras repletas de curvas sin mayor problema que la falta de respuesta del motor, al menos en las unidades equipadas con el bloque atmosférico de un litro, que a cambio nos regaló magníficos registros en términos de consumo. Los problemas de potencia quedaron resueltos cuando nos pusimos a los mandos del 1.2, más capaz en autopista y prácticamente igual de frugal que la opción de menor cilindrada. Después del verano llegará una variante turbo de 100 caballos que promete un equilibrio excelente entre gasto de carburante y prestaciones.
Las apariencias engañan
Rendimiento a un lado hay que destacar la practicidad del coreano. Buscar apacarmiento deja de ser una tarea estresante gracias al enorme radio de giro y las reducidas dimensiones exteriores; una vez más hay que resaltar el buen hacer de la dirección, que gracias a su ligereza nos permite maniobrar con soltura para 'encajarlo' en prácticamente cualquier hueco. De hecho es igual de largo que su antecesor, pero la batalla se alarga 15 milímetros para ganar
espacio dentro del habitáculo y albergar hasta cinco ocupantes. Las plazas traseras son amplias para acomodar a dos adultos de 1,85 metros de altura, quedando relegado el asiento central a pequeños trayectos o pasajeros de talla menuda. Asimismo el maletero crece hasta los 255 litros de capacidad y posibilita separar la carga gracias a un doble fondo, mientras que el respaldo posterior se puede plegar en división 60/40 para transportar objetos más largos y voluminosos.
Además de viajar desahogados, los pasajeros disfrutarán de mejores ajustes en el interior y un generoso equipamiento en el que destaca la dotación tecnológica, especialmente si hablamos del acabado GT Line, de serie con el 1.2 y opcional para el 1.0 atmosférico. Apoyabrazos central, climatizador automático o pedales de aluminio forman parte del arsenal que hará más soportables nuestros trayectos a través de la jungla urbana.