SIMPLEMENTE INTELIGENTE
El checo se somete a un lavado de cara para poner al día la gama de motores y modernizar su imagen
Sin hacer mucho ruido, el Spaceback se ha convertido en un producto clave para Skoda por su versatilidad y buena relación calidad precio. Después de cuatro años en el mercado actualiza sus argumentos con la incorporación de un pequeño propulsor gasolina y ligeros retoques estéticos en todo el conjunto.
En el exterior encontramos nuevos faros delanteros bixenón con luces diurnas led, mientras que en el habitáculo cambia el panel de instrumentos, algunas molduras y el sistema multimedia, que además de la conectividad con dispositivos Apple y Android a través de MirrorLink incluye servicios en línea Skoda Connect.
Apuesta por el downsizing
Más allá del cambio de aspecto la principal novedad es el 1.0 TSI tricilíndrico, que llega con dos niveles de potencia para sustituir al antiguo 1.2 TSI. A lo largo de nuestra jornada de pruebas pudimos conducir las variantes de 95 y 110 caballos. La primera puede asociarse a una caja de cambios manual de cinco velocidades o una automática DSG de siete más recomendable. Los tres cilindros se dejan notar más de la cuenta en forma de ruido y vibraciones dentro de la cabina, aunque en ningún momento llega a resultar molesto. Su funcionamiento es agradable, sube de vueltas con facilidad y empuja desde bien abajo, si bien es cierto que se siente más cómodo en ciudad que en vías rápidas.
El escalón superior resuelve la falta de empuje y pierde el miedo a los recorridos por carretera. En recuperaciones y adelantamientos se notan los 15 caballos y 4,1 kilográmetros de par extras. Por otra parte, el gasto de combustible no se ve perjudicado, incluso se pueden lograr mejores consumos que en la versión de 95 caballos gracias a las seis velocidades de la transmisión manual, de hecho las cifras obtenidas en nuestro recorrido tenían poco que envidiar a las de un Diesel de potencia similar.