EL ETERNO SEDUCTOR
Fiel con el ADN Mercedes, el E Coupé es el coche perfecto para quedar siempre bien, ya sea aparcado en la plaza de garaje de un director general o como cómplice de una escapada de fin de semana acompañados de una imponente rubia… o morena
Si existe una Clase donde apenas ha cambiado nada dentro de la gama Mercedes, ésta es la Clase E, la más tradicional e inamovible de la marca frente al paso del tiempo. Las excéntricas Clase A y los SUV juegan en otra división destinados a clientes jóvenes de nuevo cuño, mientras que los clásicos compradores de modelos de la estrella encuentran en esta berlina de representación su remanso de paz. En el año 2009 el fabricante 'rejuvenecía' ligeramente el modelo con la comercialización de la primera generación del E Coupé, un coche que realmente derivaba de la plataforma del C, por lo que fue reconocido como un hijo 'adoptivo' entre los E. En marzo de este año ve la luz esta evolución del E Coupé, ahora sí es un E de pura cepa, pues comparte bastidor y la mayor parte de su mecánica con la berlina de representación. 12 centímetros mayor que su predecesor y siete más ancho, este modelo entra de lleno dentro de la oferta de cupés de la firma, escoltado por encima por el S Coupé y por debajo por el C Coupé.
En nuestra opinión es el más bonito de los tres por una cuestión de proporciones, al no resultar tan 'pequeño y compacto' como el C ni tan desmedido como el S, aquejado de un ataque de gigantismo.
Basta abrir las inmensas puertas para darse cuenta de lo que tenemos entre manos; es una pena que pese al generoso tamaño de las mismas, el acceso a la zona posterior sea mejorable, obligándonos a realizar alguna que otra contorsión para llegar a las dos butacas traseras. Una vez allí las cotas disponibles son muy buenas, y el nivel de confort alcanzado muy alto.
Pero hemos llegado hasta aquí para disfrutar desde el asiento del conductor, y la verdad es que tenemos motivos sobrados para dejarnos llevar. Tan pronto como accedemos al habitáculo, la butaca delantera se desplaza automáticamente hacia atrás para flanquearnos la entrada, y una vez sentados nos devuelve a la posición que tiene guardada en la memoria y nos acerca el cinturón mediante un brazo
automático. ¿Podemos pedir algo más? Pues sí, unos materiales realmente excelsos entre los que destaca una de las pieles más sublimes que hemos tocado nunca y unos remates en madera de poro abierto y aluminio con unos ajustes milimétricos. Por supuesto las butacas cuentan con ventilación o calefacción opcionales.
La ergonomía es buena, pero el manejo de los automatismos requiere de cierto aprendizaje, sobre todo el mando central con la superficie táctil que imita la silueta de la cabeza de una cobra y el volante, que incluye una veintena de funciones que controlamos con los dedos gordos, con dos sensores de presión con funcionamiento de tipo aspa… No acabamos de tener claro que el comprador de este tipo de automóviles no se sienta abrumado.
Una opción razonable
Optamos por la variante más racional pero menos pasional de la gama, la que cuenta con un motor Diesel de cuatro cilindros y 194 caballos de potencia. Todas las versiones tienen cambio automático 9G-Tronic de convertidor de par, y el tope de gama por potencia se combina además con tracción integral.
Sobre el asfalto la sensación es similar a estar al volante de un Clase E convencional, el aislamiento del interior es realmente bueno y los tactos de conducción son tan refinados que nos da la sensación de ir más despacio de lo que realmente vamos. Es cierto que 194 caballos pueden resultar algo escasos para mover un vehículo de este tamaño, pero también es cierto que el conjunto en general no está pensado para tramos de montaña, sino para amplias y bruñidas autopistas de asfalto reluciente donde resulta complicado mejorar el comportamiento de este coche, y eso que nuestra unidad de pruebas no contaba con la suspensión neumática, un extra más de cara a la galería que verdaderamente necesario.
Como es habitual en la marca, el sistema Dynamic Select nos permite escoger entre cinco configuraciones mecánicas: Individual, Sport, Sport +, Eco y Comfort. Si no disponemos de la suspensión regulable, la diferencia entre los modos sólo afecta a la actuación del cambio, al tacto de la dirección y al funcionamiento del ESP, activando un programa permisivo en la posición Sport+ que nos hacer tener especial prudencia dado el volumen del automóvil que tenemos entre manos y las inercias que lo acompañan. Precisamente es en zonas viradas donde echamos en falta algún caballo más, junto con algo menos de peso en el frontal, pues al paso por curva los apoyos bruscos lo descolocan con cierta facilidad y nos hacen desear que vuelva pronto a la autopista.