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El nuevo Hyundai i30 irrumpe con fuerza en uno de los segmentos más complicados del mercado. Argumentos como su comportamiento y su dotación tecnológica y de equipamiento deberían ser suficientes para hacerse un hueco en los ranking de venta, aunque no puede descuidar su precio
El paso de los años no ha hecho sino fortalecer el ‘peso’ del segmento compacto dentro de las estadísticas de ventas. Un interior perfectamente válido para familias de cuatro miembros, y unas medidas de seguridad superiores a los utilitarios para circular en carretera los convierten en la opción de compra ideal para muchos de los que no sucumben a la imparable moda SUV y que miden el dinero que destinan a su coche. La llegada del i30 en 2012 supuso el asalto definitivo de la firma coreana a este segmento, que es uno de los más complicados por sus ajustados márgenes de beneficio. El resultado fue más que satisfactorio, como lo demuestra el lanzamiento de esta nueva generación cinco años después que se caracteriza por un diseño algo más sobrio, un interior muy ‘a la alemana’ donde prevalece la racionalidad y un comportamiento que marca referencia en el segmento en materia de comodidad.
Contra los mejores
Opel Astra y Seat León son líderes naturales entre los compactos, el primero por una relación precio-equipamiento difícil de igualar, mientras que el segundo ofrece un comportamiento que está por encima de la media.
En este caso recurrimos a tres de las opciones más aquilatadas de las gamas, tanto por potencia como por equipamiento. No contamos con lujos excesivos a excepción de la tapicería de piel del i30, pero tampoco nos falta de nada, como la obligada pantalla central de ocho pulgadas, que por supuesto cuenta con sistema de navegación, o los faros de led, absolutamente recomendables por la seguridad que aportan en conducción nocturna.
Hace sólo un par de años sus motores Diesel serían los más vendidos de sus respectivas gamas sin duda alguna, pero a día de hoy el imparable ascenso de la gasolina los ha relegado a un segundo lugar, lo que no quita que sean unas motorizaciones excepcionales que cumplen con todo lo exigible en materia de contaminación y con unos consumos realmente irrisorios que les permiten alcanzar unas autonomías que superan por mucho los 1.000 kilómetros, especialmente en el caso del Astra, con un consumo homologado de sólo 3,7 litros a los 100 kilómetros.
Pese a su origen coreano, el i30 parece diseñado en el corazón de la Baja Sajonia. En el interior prevalece la ergonomía y la funcionalidad de uso de todos sus mandos, destacando el rápido y preciso manejo de la pantalla de ocho pulgadas. Algo similar ocurre en el Seat, con un TFT que queda aún más cerca de la mano del
El Hyundai incluye novedades como la parrilla activa que se abre o cierra para variar la aerodinámica
conductor, lo que facilita su manejo. La calidad general es muy pareja, y tan sólo el Opel se descuelga con algunos plásticos algo toscos y unos ajustes no tan precisos.
Detrás, el Astra es el más aprovechable gracias al espacio disponible para las rodillas de los ocupantes, mientras que el Hyundai vence por anchura y altura. A la hora de cargar nos vuelve a sorprender el coreano al rozar los 400 litros de capacidad, aunque hay que reconocer que en los tres casos los maleteros son muy regulares en sus formas y resultan perfectamente aprovechables.
Muy parecidos
En materia mecánica encontramos tres trenes de rodaje muy similares, la verdad es que la potencia disponible no justifica el contar con un esquema trasero independiente, mucho más caro e invasivo para el habitáculo.
Basta ponerse en carretera para descubrir personalidades ligeramente diferentes, el Hyundai es extremadamente confortable en su comportamiento, pero en el sentido positivo de la expresión. Con- ducirlo es una delicia, resulta silencioso y cómodo y la suspensión vela constantemente por el bienestar de los ocupantes sin caer en la morbidez. De hecho en autopista nos permite mantener cruceros elevados con total seguridad y sin recibir quejas de ninguno de los compañeros de viaje. Es en zona montañosa donde no brilla tanto, el motor es voluntarioso pero está lastrado por el cambio de doble embrague que pese a ser muy suave en su funcionamiento no es excesivamente rápido, lo que limita sus respuestas.
Es en esta zona donde el León saca ventaja con claridad. Además de ser el más ligero, cuenta con un plus de potencia que le permite ‘volar’ en comparación a sus rivales. Dispone además de la dirección más precisa y rápida del trío, lo que nos transmite mucha confianza. El paso
En los tres casos la autonomía supera holgadamente los 1.000 kilómetros
por curva es realmente rápido y resulta complicado hacerle perder la compostura a no ser que lo hagamos a drede. Es una pena que la caja de cambios sea sólo de cinco velocidades, con una quinta exageradamente larga que no nos permite aprovechar todas las virtudes del propulsor.
El Opel alcanza un compromiso que lo hace cómodo en autopista y es eficaz en zona montañosa, aunque sin poder rivalizar en una cosa ni en otra contra el Hyundai o el Seat. El equilibrio es sin duda su mayor virtud, acompañado además por un motor que cumple con su cometido de forma brillante, especialmente entre las 1.600 y las 4.000 vueltas. Lo que no nos ha convencido es el funcionamiento del control de estabilidad, demasiado intrusivo.
Precio a la baja
El Hyundai debe aún ‘reposicionar’ ligeramente a la baja su precio si quiere hacer frente de tú a tú a estos dos gigantes del mercado, fijos habituales de los ranking de venta, pues argumentos como la calidad, la tecnología y el comportamiento no le faltan; sin olvidar su garantía de cinco años que aporta un plus de tranquilidad frente a sus rivales. Lo que sí estamos convencidos es que la estética de ninguno de los tres resulta tan sugerente como para justificar una decisión de compra.
El i30 es el más capaz con 395 litros de maletero, seguido de León y Astra con 370 y 380