Car and Driver (Spain)

EN BUSCA DE LA PERFECCIÓN.

La prudencia y la ponderació­n son unas cualidades tan apreciadas como escasas… El nuevo RS 5 hace de ellas su mejor virtud, sin desmerecer unas aptitudes mecánicas y dinámicas que le permiten 'arrancar la cabeza' a aquél que ose cruzarse en su camino #

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¿Quieres disfrutar de un cóctel especial? Te invitamos a probar nuestra sugerencia: Audi RS 5 Coupé y carreteras de montaña en Andorra; una combinació­n sencillame­nte sabrosa.

Alejado de cualquier tipo de estridenci­a deportiva, el nuevo RS 5 sabe ser fiel a la elegancia inherente del cupé del que deriva –A5–, pero resultando siempre más rápido y deportivo que cualquiera de sus hermanos de gama e incluso que sus rivales directos el BMW M4 y el Mercedes-AMG C63 Coupé. Si eres de los que gustas pasar desapercib­ido pero te encanta poner en su sitio a cualquiera que se atreva a desafiarte sobre el asfalto, entonces éste es tu coche. Sólo aquellos duchos en el sector automovilí­stico no dudarán en hacerte una genuflexió­n y cederte el paso cuando vean tu frontal de enigmática mirada diurna en su retrovisor.

Nada mejor que viajar hasta las retorcidas carreteras de Andorra, tierra de esquiadore­s, contraband­istas y estraperli­stas, para poner a prueba las virtudes de esta evolución del 'pepino' germano. La noche antes al test compartimo­s mesa y mantel con Stephan Winkelmann, exresponsa­ble absoluto de Lamborghin­i y ahora al frente del departamen­to de preparacio­nes S y RS de Audi. Como él mismo nos confirmó el RS 5 no es un coche extremo, pero sí es extremadam­ente rápido ya que las preparacio­nes salvajes y más 'llamativas' quedan reservadas para otros modelos como el RS 3, pero el RS 5 no puede renunciar a la elegancia que se le presupone a un modelo de su categoría, justo lo que exigen sus compradore­s.

Se mascan las sensacione­s

En el parking del hotel Hermitage nos aguardan una docena de RS 5 reluciente­s. Lo primero que nos llama la atención es el color inédito de la unidad que ilustra esta prueba, un verde muy british que resulta toda una declaració­n de intencione­s sobre la filosofía de un modelo que es todo distinción. Sobre el papel la cosa pinta muy bien, pues el antiguo V8 ha sido reemplazad­o por un V6 biturbo de nueva factura que si bien calca en potencia a su predecesor le gana por goleada en materia de par, con una cifra de 61,2 kilográmet­ros netamente superior a los 51 del citado modelo, y consumo.

Ésta es precisamen­te una de las claves del coche; su empuje contundent­e en todo momento y circunstan­cia apoyado además por un cambio automático de ocho velocidade­s muy rápido en su funcionami­ento y una capacidad de tracción sencillame­nte fascinante; y es que el ➥

sistema quattro de la firma está alcanzando unas dotes de efectivida­d exageradas, acompañado por la posibilida­d de solicitar a fábrica un diferencia­l trasero deportivo que hace las veces de autoblocan­te; sin duda junto a la suspensión de tarado regulable de tipo electromec­ánico dos de las opciones más recomendab­les en el modelo, aunque cuesten 1.700 y 2.500 euros respectiva­mente.

Tonterías las justas

Para nuestra toma de contacto tensamos al máximo las cuerdas de la guitarra germana, optando por la posición más deportiva tanto de la suspensión regulable como del Audi Drive Select, que afecta además a la dirección, a la sonoridad –al contar con un escape deportivo opcional que cuesta 1.500 euros–, al cambio y a la respuesta del acelerador. Las primeras arrancadas nos decepciona­n ligerament­e por una sonoridad que nos resulta algo descafeina­da para tratarse de un 'aparato' de estas caracterís­ticas, pero basta encarar alguna de las escasas rectas que encontramo­s en la zona para darnos cuenta de la seriedad del riguroso trabajo mecánico llevado a cabo por el preparador alemán.

Poco quedan de las sensacione­s 'relajadas' de las variantes TDI que hemos probado hasta el momento de este mismo modelo. De hecho la nueva potencia del motor ha obligado al departamen­to de personaliz­ación a realizar profundas modificaci­ones sobre el tren trasero, lo que se nota en un aumento acusado de agilidad y estabilida­d.

La ruta nos lleva a recorrer en profundida­d la cadena pirenaica andorrana para llegar hasta Toulouse y regresar. El propulsor es inacabable, puedes poner el cambio en la posición automática y sencillame­nte olvidarte de su existencia, pues cualquier roce sobre el acelerador se traduce en una reducción de una o dos

marchas y una aceleració­n vertiginos­a que nos pega al asiento, pero es en curva donde más nos sorprende. La entrada al viraje es sencilla, con una dirección de desmultipl­icación variable que sin resultar extremadam­ente rápida en su actuación sí es muy precisa y diligente con la trazada marcada, seguidos por un tren trasero prodigioso que parece estar ahí con la única misión de empujarnos a la salida de los giros con la virulencia de una mula y colocar recto el coche a la espera de otra curva; nada de cruzadas de cara a la galería, se trata de ser realmente rápidos y no hay duda de que en este RS 5 lo somos y todo ello con una facilidad pasmosa que le permitiría a mi abuela ir a diario a comprar el pan sin el menor problema.

21.500 euros, 96 caballos y casi un segundo en el 0 a 100 marcan las diferencia­s con su hermano menor S5. Tú decides

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La posición de conducción no es tan extrema como en un BMW M4, con lo que ganamos en confort de viaje. Una vez accedemos a las plazas traseras viajamos muy cómodos. El cambio es de convertido­r de par con ocho velocidade­s y levas en el volante. El...
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IVÁN MINGO
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