Prueba Volkswagen Golf Alltrack.
Es complicado imaginar un vehículo más completo que el Golf Alltrack, tanto en asfalto como fuera de él resulta solvente y muy riguroso como compañero de viajes y aventuras en familia
Compacto con traje de todocamino.
Resulta complicado pensar en una configuración de coche más polivalente que el que traemos a estas páginas. Tanto por su imagen joven y deportiva a la vez que elegante como por sus posibilidades dinámicas es difícil encontrar otro automóvil que sea tan funcional –salvo dentro de grupo VW–, además hay que valorar que su precio de venta resulta de lo más 'razonable' si analizamos la carga de equipamiento y tecnología que tenemos entre manos.
Pocas veces se une bajo un mismo techo la estética y funcionalidad de un Golf Variant con el brillante motor 2.0 TDI de 184 caballos, el cambio DSG de seis velocidades y la tracción integral 4Motion; elementos que configuran uno de los conjuntos mecánicos más equilibrados del momento.
Basta sentarse en su interior para descubrir detalles de personalización exclusivos de esta versión como las molduras específicas en los umbrales de las puertas o los pedales de aluminio y goma. Tan pronto como nos instalamos quedamos imbuidos por el aire de familia Golf, aunque algo extrañados por una posición de conducción demasiado elevada, lógico si tenemos en cuenta que la carrocería del Alltrack es 20 milímetros más alta que la de los Variant convencionales. En su equipo de serie tan sólo echamos de menos el tren de rodaje adaptativo, que cuesta unos 1.000 euros y nos permite elegir entre cinco configuraciones mecánicas diferentes –Eco, Comfort, Sport, Individual y Off road–. Esta última resulta muy interesante tan pronto como nos alejamos del asfalto, pues hace que circular sobre superficies rotas o deslizantes sea realmente sencillo, actuando por ejemplo sobre la sensibilidad del acelerador, además pone a nuestra disposición un control de descensos. Eso sí, no esperemos diferencias muy marcadas en la firmeza de la suspensión en cada uno de los modos, pues las variaciones son de verdadero matiz.
Pero es en asfalto donde salen a relucir las virtudes del Alltrack, y no solo en autopista como era de prever, sino que en zonas de montaña nos ha seducido una agilidad en los virajes cerrados y en los cambios de apoyo realmente destacable.
Siempre va bien
Pese a la altura de la carrocería, las inclinaciones y los rebotes de la misma son muy reducidos, y la capacidad para absorber los baches y badenes resulta sobresaliente. La tracción integral 4Motion con diferencial Haldex ha alcanzado un nivel de funcionamiento de verdadero virtuo- sismo, en colaboración con el conocido cambio DSG. En curvas de montaña resulta complicado que pierda la compostura, y antes de que tenga que intervenir el control de estabilidad el eje trasero recibe la carga suficiente de potencia como para colocar el coche y que podamos salir 'tiesos como velas' gracias al par 'de tractor' que pone a nuestra disposición el bloque de 184 caballos, que no destaca por su refinamiento ni por funcionamiento pero sí por su capacidad de empuje entre las 2.000 y las 4.000 vueltas. A riesgo de que nos acusen de 'pelotas' a Volkswagen, un conjunto mecánico difícil de igualar.