Cara a cara: VW Arteon y BMW Serie 4 Gran Coupé.
Berlinas cupé o cupés ‘aberlinados’, como prefieras llamarlos, estos modelos aúnan estética muy atractiva con un elevado grado de funcionalidad gracias a sus dotes dinámicas y a un interior de lo más aprovechable # IVÁN MINGO CHRISTIAN COLMENERO
Preciosas berlinas cupé.
Los listados de precios de las marcas se parecen cada vez más al santoral nacional, lo mismo les da por acumular nombres anteriormente incompatibles, ¿Serie 4 Gran Coupé? –Kevin Costner de Jesús–, como les da por recurrir a denominaciones de difícil pronunciación, ¿VW Arreón?… –perdón Arteon–. Combinaciones que van más allá de los meros juegos de palabra y nos meten de lleno en la filosofía de los conceptos automovilísticos. Sirva de ejemplo el BMW; una berlina tradicional con cuatro puertas como era el Serie 3 dio origen a una va- riante Coupé que hizo las delicias de los más puristas en los 90, lo que nadie podía pensar es que ese cupé volvería a desdoblarse en una berlina de cuatro puertas, independiente de la primigenia y bajo la denominación de Serie 4 Gran Coupé. De cuidada imagen y deportividad, paga el canon de una habitabilidad ligeramente mermada frente al citado hermano mayor.
Por su parte en VW, tras unos resultados no demasiado brillantes para el Passat CC, decidieron ‘independizar’ su gran cupé de cuatro puertas de su modelo raíz y darle una denominación propia como es la de Arteon. En ambos casos se trata de ejercicios estilísticos muy elaborados que ‘entran por el ojo’ a sus compradores, aunque en el caso del Arteon se logra respetar su filosofía original al ofrecer una interior sencillamente brillante en habitabilidad, a costa eso sí de ser casi 10 centímetros más largo que el Passat convencional.
Amplio y habitable
Lo cierto es que en materia de habitabilidad el Volkswagen no tiene rival. Los 20 centímetros más que mide su carrocería le permite ofrecer unas plazas
interiores mucho más amplias, especialmente en la zona trasera y en lo referente al maletero, con 80 litros más de capacidad. Como es habitual en los BMW sus butacas delanteras son más bajas y tendidas que en el Arteon, una postura más deportiva y que en ocasiones puede pasar factura. El acceso resulta también mejor en el VW, gracias a unas puertas mayores y con un ángulo de apertura más amplio. Salvo mínimas diferencias de matiz, estar a bordo de un Arteon es exactamente igual a estar sentado en un Passat, tanto en diseño como en espacio disponible y estética en general.
Sobrios y racionales
Dentro, la sobriedad del VW contrasta con un diseño que en el BMW apenas ha evolucionado en los últimos lanza-
Los dos disponen de selector de modos de conducción y suspensión regulable
mientos. Puede que te guste o no, pero al fabricante del aspa no podemos pedirle florituras. Sí es cierto que sus materiales ofrecen un punto más de calidad y vistosidad, algo previsible en una firma considerada premium, mientras que Volkswagen juega en la liga de las generalistas de calidad superior.
Pese a que el Serie 4 de la prueba no contaba con él, ambos disponen de cuadros de instrumentos digital, aunque en el VW es de serie y ofrece mayores posibilidades de personalización tanto en su estética como en su diseño. En paralelo disponen de pantallas digita- les multimedia, eso sí más grande y con un funcionamiento táctil más sencillo y racional en el Arteon frente a la Gran Coupé, que controlamos a través del mítico y complicado iDrive que sigue siendo complejo pese a haber afinado y simplificado su funcionamiento generación tras generación.
En modelos como éstos con una eminente filosofía rutera, los motores Diesel siguen teniendo todo el sentido, combinados siempre con cambios automáticos que aseguren viajes largos placenteros y muy confortables. Es por ello que pese a la fiebre gasolina hayamos elegido esta configuración de acceso que en ambos casos alcanza los 150 caballos.
Con pesos muy parejos que superan los 1.600 kilogramos en ambos casos, puede parecer que los 150 caballos se queden
cortos, pero lo cierto es que en autopista no echamos en falta más potencia, fundamentalmente gracias a unos cambios automáticos que en ambos casos están muy bien escalonados y resultan extremadamente solventes, suaves y rápidos en las transiciones. Tanto en el de convertidor de par del BMW como en el doble embrague del VW basta pisar a fondo el acelerador para ver como la caja reduce un par de velocidades y salimos empujados con brío suficiente como para realizar adelantamientos y recuperaciones más que solventes.
Llega la montaña
Otra cosa ocurre en zonas de montaña, sobre todo en ascenso, donde sí echamos en falta algunos caballos de más bajo el capó, especialmente en el Arteon, al con- tar con un motor menos enérgico en la entrega de potencia frente al del BMW que es más tosco y contundente en su funcionamiento a la vez que contundente.
Tanto BMW como Volkswagen pueden considerarse como verdaderos virtuosos del confort, adicionalmente a un excelente aislamiento, cuentan con un tren de rodaje que aísla el habitáculo de la carretera o de posibles ruidos de forma excelente, siempre eso sí siendo fieles con un ADN que hace que el VW sea más confortable y el BMW más deportivo, independientemente de los selectores de modos de conducción con los que cuentan los dos. Estos selectores de modos pueden combinarse además con suspensiones electrónicas que permiten regular su firmeza. Recomendables en ambos, nos convence algo más la del VW porque
la diferencias entre la firmeza se deja notar con más claridad. Dinámicamente el VW nos recuerda con meridiana claridad al Passat, aunque con un punto más de precisión de guiado y otro punto más de deportividad en sus tactos, que no de agilidad. En autopista es un verdadero virtuoso, transmitiendo una sensación de confianza muy elevada al conductor y de comodidad a los ocupantes. Nos gustaría una dirección un poco más directa en las sensaciones que llegan al conductor, pues no transmite toda la información necesaria, pero gracias a la neutralidad de reacciones que preside su comportamiento se trata de una de las berlinas más equilibradas de cuantas han pasado por nuestras manos hasta el momento.
El BMW es fiel a su esencia una vez más. En carreteras rápidas es un rodador de excepción, apenas se deja notar la tracción trasera y su comportamiento es excepcional y con un punto más de ‘picante’ que el Arteon. En trazados sinuosos es donde sale a relucir el alma BMW, con un tren delantero rápido y preciso y un tren trasero que cobra protagonismo conforme llegan los virajes. Conducirlo rápido es una delicia, con unas respuestas siempre previsibles y progresivas, aunque sin olvidar su esquema de tracción trasera y que te tiene que gustar ‘conducir’ para sacar la quintaesencia del modelo.
Con un precio calcado que en ambos casos nos parece correcto, sólo el amplio y caro listado de opcionales puede llegar a disparar la factura final.
Motores Diesel y cambios automáticos son sus compañeros de viaje perfectos