Ruta Mazda.
Viajamos a Japón para comprobar si el Mazda MX-5 RF es, gracias a su techo duro, un deportivo cuatro estaciones. ¿Quién dijo que sólo se puede disfrutar de los descapotables en verano?
Nos subimos al Mazda MX5 RF para atravesar las frías carreteras de la mágica isla de Hokkaido, en Japón.
Apriori, un Mazda MX-5 no es la opción más indicada para adentrarse en las nevadas carreteras de la isla de Hokkaido, en el norte de Japón; sin embargo, estamos al volante de un RF y, con su techo duro retráctil, es capaz de adaptarse a todos los elementos. O eso esperamos.
Cuando se trata de circular por tramos complicados, es innegable que un CX-5 o un CX-3 con tracción total i-ACTIV inspiran más confianza que un tracción trasera. Pero debemos estar tranquilos; como todos los modelos de la firma, el RF ha sido desarrollado en Hokkaido, concretamente en el circuito de pruebas de Mazda en Kenbuchi.
Condiciones extremas
Las bajísimas temperaturas registradas a lo largo del invierno lo convierten en el lugar ideal para llevar al límite todos los componentes del vehículo. Entre enero y febrero, más de 1.000 trabajadores de la
➥ compañía se encargan de poner a prueba desde el agarre de los neumáticos hasta el funcionamiento de los frenos en la nieve.
Nuestro propósito es muy diferente, sólo pretendemos disfrutar de la belleza natural de la zona mientras saboreamos cada kilómetro al volante del divertido MX-5 RF. Las ruedas de invierno aportan un plus de confianza y el acogedor habitáculo con asientos calefactados tapizados en cuero napa nos invita a acomodarnos mientras introducimos nuestro destino en el navegador. La estación de Niseko nos espera.
La postura de conducción es perfecta. Los controles, el volante y los pedales están colocados estratégicamente para lograr una fusión inmediata del conductor con el vehículo: la esencia de la filosofía ‘Jinba-Ittai’ de Mazda.
Sólo echamos de menos el excepcional cambio manual de seis velocidades para lograr un vínculo casi espiritual con el coche aunque, a la postre, la transmisión automática de nuestra unidad se antoja ideal para afrontar esta aventura con mayor seguridad. La carretera no es más que una blanquísima
Mazda lleva 30 años probando sus coches en el gélido circuito de Kenbuchi
recta de hielo y nieve apisonada, por lo que decidimos avanzar con precaución. El motor Skyactiv de 160 caballos invita a hundir el acelerador, pero las condiciones no ayudan y los santuarios sionístas repartidos por el recorrido nos recuerdan que no es el lugar más indicado para hacer trompos.
Confort y protección
El techo duro nos mantiene a resguardo, pero la visibilidad es pésima y está a punto de caer la noche, así que tomamos la autopista a Sapporo, donde tenemos previsto hacer noche. Un aparcamiento automatizado se encarga de mantener a salvo el biplaza mientras nosotros descansamos en el hotel.
El día siguiente amanece despejado y, a pesar de los 10 grados bajo cero, optamos por rodar descapotados. Pulsamos un botón y, en sólo 13 segundos, una maniobra perfectamente acompasada logra esconder el techo bajo la tapa del maletero. El deflector integrado palía el azote del viento, pero una hora después la nieve nos obliga a realizar la misma operación a la inversa.
Cobijados de nuevo bajo el techo, disfrutamos de la carretera solitaria que nos lleva al hotel con alguna que otra deslizada controlada a base de gas. No puede haber mejor final para este viaje. El MX-5 RF ha demostrado que lo soporta todo sin renunciar a la comodidad, la seguridad y el placer de conducir.