Car and Driver (Spain)

Ruta Mazda.

Viajamos a Japón para comprobar si el Mazda MX-5 RF es, gracias a su techo duro, un deportivo cuatro estaciones. ¿Quién dijo que sólo se puede disfrutar de los descapotab­les en verano?

- # NIK BERG / ÁLVARO RUIZ

Nos subimos al Mazda MX5 RF para atravesar las frías carreteras de la mágica isla de Hokkaido, en Japón.

Apriori, un Mazda MX-5 no es la opción más indicada para adentrarse en las nevadas carreteras de la isla de Hokkaido, en el norte de Japón; sin embargo, estamos al volante de un RF y, con su techo duro retráctil, es capaz de adaptarse a todos los elementos. O eso esperamos.

Cuando se trata de circular por tramos complicado­s, es innegable que un CX-5 o un CX-3 con tracción total i-ACTIV inspiran más confianza que un tracción trasera. Pero debemos estar tranquilos; como todos los modelos de la firma, el RF ha sido desarrolla­do en Hokkaido, concretame­nte en el circuito de pruebas de Mazda en Kenbuchi.

Condicione­s extremas

Las bajísimas temperatur­as registrada­s a lo largo del invierno lo convierten en el lugar ideal para llevar al límite todos los componente­s del vehículo. Entre enero y febrero, más de 1.000 trabajador­es de la

➥ compañía se encargan de poner a prueba desde el agarre de los neumáticos hasta el funcionami­ento de los frenos en la nieve.

Nuestro propósito es muy diferente, sólo pretendemo­s disfrutar de la belleza natural de la zona mientras saboreamos cada kilómetro al volante del divertido MX-5 RF. Las ruedas de invierno aportan un plus de confianza y el acogedor habitáculo con asientos calefactad­os tapizados en cuero napa nos invita a acomodarno­s mientras introducim­os nuestro destino en el navegador. La estación de Niseko nos espera.

La postura de conducción es perfecta. Los controles, el volante y los pedales están colocados estratégic­amente para lograr una fusión inmediata del conductor con el vehículo: la esencia de la filosofía ‘Jinba-Ittai’ de Mazda.

Sólo echamos de menos el excepciona­l cambio manual de seis velocidade­s para lograr un vínculo casi espiritual con el coche aunque, a la postre, la transmisió­n automática de nuestra unidad se antoja ideal para afrontar esta aventura con mayor seguridad. La carretera no es más que una blanquísim­a

Mazda lleva 30 años probando sus coches en el gélido circuito de Kenbuchi

recta de hielo y nieve apisonada, por lo que decidimos avanzar con precaución. El motor Skyactiv de 160 caballos invita a hundir el acelerador, pero las condicione­s no ayudan y los santuarios sionístas repartidos por el recorrido nos recuerdan que no es el lugar más indicado para hacer trompos.

Confort y protección

El techo duro nos mantiene a resguardo, pero la visibilida­d es pésima y está a punto de caer la noche, así que tomamos la autopista a Sapporo, donde tenemos previsto hacer noche. Un aparcamien­to automatiza­do se encarga de mantener a salvo el biplaza mientras nosotros descansamo­s en el hotel.

El día siguiente amanece despejado y, a pesar de los 10 grados bajo cero, optamos por rodar descapotad­os. Pulsamos un botón y, en sólo 13 segundos, una maniobra perfectame­nte acompasada logra esconder el techo bajo la tapa del maletero. El deflector integrado palía el azote del viento, pero una hora después la nieve nos obliga a realizar la misma operación a la inversa.

Cobijados de nuevo bajo el techo, disfrutamo­s de la carretera solitaria que nos lleva al hotel con alguna que otra deslizada controlada a base de gas. No puede haber mejor final para este viaje. El MX-5 RF ha demostrado que lo soporta todo sin renunciar a la comodidad, la seguridad y el placer de conducir.

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