Mercedes Clase G.
Al fin un nuevo Clase G.
El término Sport Utility Vehicle tiene un representante desde hace casi medio siglo. Claro que en aquella época la S se refería a un tipo de concepto que nada tenía que ver con la velocidad y sí con la capacidad de ir por cualquier tipo de terreno. Hablamos del Mercedes Clase G, un vehículo que ha cambiado por completo para seguir siendo él mismo.
Más y mejor
Nosotros hemos tenido la oportunidad de probarlo al sudeste de Francia, en unos recorridos que han mezclado tanto terrenos abruptos como carreteras secundarias de primer nivel. Y el resultado no ha podido ser más positivo. Lo que antes podía suponer un suplicio, ahora se ha convertido en su mayor virtud. Destaca, por ejemplo, su comportamiento en carretera. Con el antiguo Clase G, irte por un tramo de curvas podía ser mayor desafío que escalar una montaña; sin embargo, en esta generación no es así. Todo se lo debemos a su nuevo y robusto chasis y a su mejorado sistema de suspensión, en el que hemos pasado de un eje rígido en el tren delantero a una suspensión independiente. El trasero sigue siendo rígido pero, ahora, está anclado al bastidor con cuatro brazos a cada lado y una barra Panhard. La agilidad es otro punto que ha mejorado con creces. Por ejemplo, se ha dejado de lado la anticuada dirección de bolas y se ha apostado por una de cremallera afinada, como el resto del vehículo, por AMG. Además gracias a su construcción ligera se han rebajado 170 kilos. Esto, unido a unos motores potentes, hace que ponerse a sus mandos sea una gozada.
Tampoco podemos olvidar su interior. Éste ha sido actualizado al siglo XXI y cuenta con las mismas soluciones tecnológicas que sus hermanos pequeños. Pantalla táctil, asientos de cuero… y un sinfín de opciones. Además, gracias al G-mode, el programa desarrollado para el 4x4 de esta Clase G, sus cualidades off road siguen intactas pudiendo escalar una ladera sin apenas inmutarnos.