DOMINIO ITALIANO.
El sucesor del Ferrari California cuenta con todo lo necesario para convertirse no solo en un buen GT, sino en un digno miembro de la familia Ferrari gracias a su comportamiento, a su potencia y sobre todo, a su aspecto exterior #
V8 Turbo, 600 caballos, 0 a 100 en 3,5 segundos, 320 kilómetros/hora de punta… El Ferrari Portofino desprende encanto hasta en cifras, incluido su precio: 212.350 euros.
Hasta hace poco, los modelos de calle descapotables que nacían en Ferrari, lo hacían originariamente como versiones especiales de alguna carrocería cupé. De hecho, en sus primeros años, las variantes Spyder fabricadas por la compañía eran toda una rareza, a pesar de que la marca solía contar con esta configuración para sus modelos de competición. Además, las cifras de producción siempre han sido bastante bajas en comparación con las variantes cerradas. Esto fue así hasta la llegada del Ferrari California. Un modelo que se convirtió en el primer convertible de techo duro que fabricaba la firma del cavallino y que trajo miles de nuevos clientes a las puertas de los concesionarios. Por si esto fuera poco, siguió con la tradición de una importante línea de automóviles de Maranello enfocados más a una conducción tranquila por carretera que a la pista. No obstante, la realidad fue que, para los aficionados, el California no se sentía como un Ferrari de pleno derecho. Para los más puristas fue un modelo interesante pero nunca el coche que debía ser. Su sucesor ha intentado solucionar los pecados del pasado. El Portofino –que toma su nombre de un pueblo costero de Italia– cuenta con una estructura de aluminio más ligera y rígida vestida con un diseño diferente que lo acerca en apariencia al 812 Superfast.
Un Ferrari de verdad
Con un aspecto más agresivo, su imagen muestra más 'músculo' que el California, con nervios más pronunciados a lo largo de la carrocería y una alargada trasera tipo fastback. Y su atractivo se mantiene tanto en su modo cupé como 14 segundos después, con el techo duro escondido tras el maletero. En el interior, el puesto de conducción se ha puesto al día con más tecnología. El sistema de infoentretenimiento destaca ahora por tener una respuesta inmediata y una sencillez que pocos muestran a la hora de navegar por sus ajustes, algo de agradecer cuando estamos en plena ruta. ➥
Su nombre se debe a un pequeño pueblo costero del norte de Italia
La elegante pantalla principal es táctil y se sitúa frente a conductor y acompañante. A pesar de que la posición nos ha resultado algo baja, no resulta incómoda de manejar. Junto a ésta, dentro del cuadro de instrumentos se incluyen dos pantallas complementarias que aportan, entre otros, datos del ordenador de a bordo. Curiosamente puede contar con otra TFT situada frente al copiloto, permitiendo a éste visualizar la velocidad, la marcha actual e, incluso, modificar parámetros de navegación y mandarlos al display del conductor.
Los asientos delanteros, con marcos más delgados fabricados en magnesio, son sumamente cómodos y dejan un es- pacio más amplio para las rodillas de los pasajeros traseros. Con el techo desplegado, el Portofino es silencioso, y puedes colocar tres maletas de mano en el portaequipajes. Por lo tanto, es tan cotidianamente útil e inusualmente atlético como el California. Nos gusta.
Ligera puesta al día del V8
Mecánicamente utiliza el mismo propulsor que impulsaba al California T, un V8 turbo aunque con pequeñas mejoras en forma de nuevos pistones y colectores de admisión y una mayor presión del turbo. Gracias a esta actualización, el motor sube de los 560 a los 600 caballos de potencia y llega acompañado de una transmisión de siete velocidades de serie, ya que no existe posibilidad de una manual –el California tuvo esa opción durante un corto periodo de tiempo y, según Ferrari, sólo hubo tres clientes que la pidieron–. Gracias a esos 40 caballos extra, se ha conseguido mejorar en una décima la aceleración en el 0 a 100 con respecto al California. No parece mucho, pero el Portofino se siente aún más rápido que su antecesor. De hecho, esta afirmación nos ha parecido demasiado conservadora cuando la hemos leído en el dossier de prensa puesto que, en pruebas anteriores con el California T– más pesado y menos potente–, necesitó tan sólo 3,3 segundos para conseguirlo. Pero lo mejor de todo es la facilidad con
la que alcanzamos altas velocidades en las autopistas italianas, dejándonos con pocas dudas acerca de los 320 kilómetros/hora de velocidad máxima que declara Ferrari.
Control en todo momento
Para conseguir estas cifras, la firma italiana ha reducido 80 kilos de peso utilizando, por ejemplo, un nuevo proceso de soldadura sobre el chasis de aluminio, mucho más eficiente. Asimismo, las piezas aerodinámicas de aluminio prensado situadas en la parte baja del coche han sustituido a los paneles de plástico atornillables del California, reduciendo considerablemente el balance final del vehículo. El techo rígido plegable también ha rebajado su peso a pesar de ser un poco más grande y estar reforzado. Éste se abre y cierra hasta 40 por hora.
Volviendo a la mecánica, para controlar esa potencia, el Portofino utiliza un diferencial electrónico de deslizamiento limitado que normalmente va instalado en los deportivos de motor central ,pero nunca tan delante como va en éste. Su funcionamiento está unido al control de tracción y a los amortiguadores magnéticos para una conducción de lo más firme al tomar curvas. Además, la presión del turbo se maneja electrónicamente para que las sensaciones al volante se asemejen a las de un bloque atmosférico. Así se entiendo que durante las cuatro primeras, el V8 ofrezca un empuje muy bueno a partir de las 4.500 vueltas invitándonos a llegar a la línea roja, mientras que en las tres marchas más altas se ofrece muchísimo más par en una curva algo más progresiva. Esto le permite aprovechar las relaciones largas para ahorrar combustible y, de paso, hacer frente a los tramos de autopista en pendiente sin tener que preocuparte de tocar la leva izquierda. Como todo propulsor turbo, se puede encontrar algo de lag en su funcionamiento si lo buscas, pero la sensación general es la de llevar un gran V8 atmosférico bajo el capó.
Su sonido sigue siendo algo bajo para lo que nos tiene acostumbrados la marca; no obstante, es mucho más variado en
esta ocasión que en el California poniendo menos énfasis en los bajos. Además, gracias a la regulación de las mariposas del escape, se ha reducido el ‘molesto’ aullido de los Ferrari más clásicos, ese que se asemejaba perfectamente al canto de una sirena.
El Portofino es el segundo Ferrari con motor delantero, tras el 812 Superfast, que incorpora una dirección asistida eléctrica. No hace temblar los dedos con las sensaciones que provocaba una de la 'vieja escuela' pero sin duda transmite bastante más de lo que pueda parecer. Es precisa y sientes de primera mano que está conectada a la carretera. Con todo ese feedback que ofrecen las ruedas delanteras a través de los neumáticos, resulta tranquilizador saber que si en algún momento se descontrola la parte trasera, el mínimo toque de volante coloca al Portofino en su sitio.
Esto se lo debemos principalmente al tremendo agarre que ofrece el vehículo en cualquier situación. En términos de manejo podemos decir que se coloca en un punto intermedio entre el modelo base y la versión con el paquete Handling Speciale del California T. Seguramente, más adelante acabemos viendo una suspensión más deportiva para el Portofino, pero el punto de partida que tenemos frente a nosotros resulta más que suficiente para la mayoría de futuros clientes, que primarán el confort de rodadura a la hora de conducir frente a otros conceptos. De hecho, si por algo resulta atractivo este Ferrari Portofino, es por su falta de concesiones. Entendednos bien, elegiríamos antes un 488 para devorar una carretera sinuosa que el Portofino, pero eso en este caso sería pensar en otra clase de coche. Porque incluso más allá de ser 28.000 euros más barato, el éxito de ventas del California demuestra que hay muchos clientes que, de otro modo, buscarían un Bentley Continental GT o un MercedesAMG de gama alta.
Pegado al asfalto
En el 488 encontramos un coche potente, seductor y agradable siendo a la vez menos intimidante que un deportivo de motor central que parece recién salido del parque cerrado de Le Mans. Para los conductores más tranquilos, que buscan el confort de marcha antes que una conducción deportiva, el Ferrari Portofino debería ser una elección aún más sencilla e inteligente que la que fuera en su día su predecesor. Se ve mejor y va mejor que el California y, sobre todo, parece mucho más Ferrari, por lo que no tendrás que dudar tanto a la hora de revelar a qué modelo pertenecen tus llaves con la insignia del cavallino rampante.
Y todo esto lo hace sin renunciar al carácter amigable y a la facilidad de uso que ayudaron a que el California se convirtiera en el modelo más vendido de Ferrari. Se trata, sin duda, de un coche que a Enzo le gustaría haber tenido en su garaje para disfrutar en su día a día…
El coeficiente de resistencia aerodinámica del Portofino es un 6% inferior al del California T