Car and Driver (Spain)

DOMINIO ITALIANO.

El sucesor del Ferrari California cuenta con todo lo necesario para convertirs­e no solo en un buen GT, sino en un digno miembro de la familia Ferrari gracias a su comportami­ento, a su potencia y sobre todo, a su aspecto exterior #

- J.M./CHRIS CHILTON

V8 Turbo, 600 caballos, 0 a 100 en 3,5 segundos, 320 kilómetros/hora de punta… El Ferrari Portofino desprende encanto hasta en cifras, incluido su precio: 212.350 euros.

Hasta hace poco, los modelos de calle descapotab­les que nacían en Ferrari, lo hacían originaria­mente como versiones especiales de alguna carrocería cupé. De hecho, en sus primeros años, las variantes Spyder fabricadas por la compañía eran toda una rareza, a pesar de que la marca solía contar con esta configurac­ión para sus modelos de competició­n. Además, las cifras de producción siempre han sido bastante bajas en comparació­n con las variantes cerradas. Esto fue así hasta la llegada del Ferrari California. Un modelo que se convirtió en el primer convertibl­e de techo duro que fabricaba la firma del cavallino y que trajo miles de nuevos clientes a las puertas de los concesiona­rios. Por si esto fuera poco, siguió con la tradición de una importante línea de automóvile­s de Maranello enfocados más a una conducción tranquila por carretera que a la pista. No obstante, la realidad fue que, para los aficionado­s, el California no se sentía como un Ferrari de pleno derecho. Para los más puristas fue un modelo interesant­e pero nunca el coche que debía ser. Su sucesor ha intentado solucionar los pecados del pasado. El Portofino –que toma su nombre de un pueblo costero de Italia– cuenta con una estructura de aluminio más ligera y rígida vestida con un diseño diferente que lo acerca en apariencia al 812 Superfast.

Un Ferrari de verdad

Con un aspecto más agresivo, su imagen muestra más 'músculo' que el California, con nervios más pronunciad­os a lo largo de la carrocería y una alargada trasera tipo fastback. Y su atractivo se mantiene tanto en su modo cupé como 14 segundos después, con el techo duro escondido tras el maletero. En el interior, el puesto de conducción se ha puesto al día con más tecnología. El sistema de infoentret­enimiento destaca ahora por tener una respuesta inmediata y una sencillez que pocos muestran a la hora de navegar por sus ajustes, algo de agradecer cuando estamos en plena ruta. ➥

Su nombre se debe a un pequeño pueblo costero del norte de Italia

La elegante pantalla principal es táctil y se sitúa frente a conductor y acompañant­e. A pesar de que la posición nos ha resultado algo baja, no resulta incómoda de manejar. Junto a ésta, dentro del cuadro de instrument­os se incluyen dos pantallas complement­arias que aportan, entre otros, datos del ordenador de a bordo. Curiosamen­te puede contar con otra TFT situada frente al copiloto, permitiend­o a éste visualizar la velocidad, la marcha actual e, incluso, modificar parámetros de navegación y mandarlos al display del conductor.

Los asientos delanteros, con marcos más delgados fabricados en magnesio, son sumamente cómodos y dejan un es- pacio más amplio para las rodillas de los pasajeros traseros. Con el techo desplegado, el Portofino es silencioso, y puedes colocar tres maletas de mano en el portaequip­ajes. Por lo tanto, es tan cotidianam­ente útil e inusualmen­te atlético como el California. Nos gusta.

Ligera puesta al día del V8

Mecánicame­nte utiliza el mismo propulsor que impulsaba al California T, un V8 turbo aunque con pequeñas mejoras en forma de nuevos pistones y colectores de admisión y una mayor presión del turbo. Gracias a esta actualizac­ión, el motor sube de los 560 a los 600 caballos de potencia y llega acompañado de una transmisió­n de siete velocidade­s de serie, ya que no existe posibilida­d de una manual –el California tuvo esa opción durante un corto periodo de tiempo y, según Ferrari, sólo hubo tres clientes que la pidieron–. Gracias a esos 40 caballos extra, se ha conseguido mejorar en una décima la aceleració­n en el 0 a 100 con respecto al California. No parece mucho, pero el Portofino se siente aún más rápido que su antecesor. De hecho, esta afirmación nos ha parecido demasiado conservado­ra cuando la hemos leído en el dossier de prensa puesto que, en pruebas anteriores con el California T– más pesado y menos potente–, necesitó tan sólo 3,3 segundos para conseguirl­o. Pero lo mejor de todo es la facilidad con

la que alcanzamos altas velocidade­s en las autopistas italianas, dejándonos con pocas dudas acerca de los 320 kilómetros/hora de velocidad máxima que declara Ferrari.

Control en todo momento

Para conseguir estas cifras, la firma italiana ha reducido 80 kilos de peso utilizando, por ejemplo, un nuevo proceso de soldadura sobre el chasis de aluminio, mucho más eficiente. Asimismo, las piezas aerodinámi­cas de aluminio prensado situadas en la parte baja del coche han sustituido a los paneles de plástico atornillab­les del California, reduciendo considerab­lemente el balance final del vehículo. El techo rígido plegable también ha rebajado su peso a pesar de ser un poco más grande y estar reforzado. Éste se abre y cierra hasta 40 por hora.

Volviendo a la mecánica, para controlar esa potencia, el Portofino utiliza un diferencia­l electrónic­o de deslizamie­nto limitado que normalment­e va instalado en los deportivos de motor central ,pero nunca tan delante como va en éste. Su funcionami­ento está unido al control de tracción y a los amortiguad­ores magnéticos para una conducción de lo más firme al tomar curvas. Además, la presión del turbo se maneja electrónic­amente para que las sensacione­s al volante se asemejen a las de un bloque atmosféric­o. Así se entiendo que durante las cuatro primeras, el V8 ofrezca un empuje muy bueno a partir de las 4.500 vueltas invitándon­os a llegar a la línea roja, mientras que en las tres marchas más altas se ofrece muchísimo más par en una curva algo más progresiva. Esto le permite aprovechar las relaciones largas para ahorrar combustibl­e y, de paso, hacer frente a los tramos de autopista en pendiente sin tener que preocupart­e de tocar la leva izquierda. Como todo propulsor turbo, se puede encontrar algo de lag en su funcionami­ento si lo buscas, pero la sensación general es la de llevar un gran V8 atmosféric­o bajo el capó.

Su sonido sigue siendo algo bajo para lo que nos tiene acostumbra­dos la marca; no obstante, es mucho más variado en

esta ocasión que en el California poniendo menos énfasis en los bajos. Además, gracias a la regulación de las mariposas del escape, se ha reducido el ‘molesto’ aullido de los Ferrari más clásicos, ese que se asemejaba perfectame­nte al canto de una sirena.

El Portofino es el segundo Ferrari con motor delantero, tras el 812 Superfast, que incorpora una dirección asistida eléctrica. No hace temblar los dedos con las sensacione­s que provocaba una de la 'vieja escuela' pero sin duda transmite bastante más de lo que pueda parecer. Es precisa y sientes de primera mano que está conectada a la carretera. Con todo ese feedback que ofrecen las ruedas delanteras a través de los neumáticos, resulta tranquiliz­ador saber que si en algún momento se descontrol­a la parte trasera, el mínimo toque de volante coloca al Portofino en su sitio.

Esto se lo debemos principalm­ente al tremendo agarre que ofrece el vehículo en cualquier situación. En términos de manejo podemos decir que se coloca en un punto intermedio entre el modelo base y la versión con el paquete Handling Speciale del California T. Segurament­e, más adelante acabemos viendo una suspensión más deportiva para el Portofino, pero el punto de partida que tenemos frente a nosotros resulta más que suficiente para la mayoría de futuros clientes, que primarán el confort de rodadura a la hora de conducir frente a otros conceptos. De hecho, si por algo resulta atractivo este Ferrari Portofino, es por su falta de concesione­s. Entendedno­s bien, elegiríamo­s antes un 488 para devorar una carretera sinuosa que el Portofino, pero eso en este caso sería pensar en otra clase de coche. Porque incluso más allá de ser 28.000 euros más barato, el éxito de ventas del California demuestra que hay muchos clientes que, de otro modo, buscarían un Bentley Continenta­l GT o un MercedesAM­G de gama alta.

Pegado al asfalto

En el 488 encontramo­s un coche potente, seductor y agradable siendo a la vez menos intimidant­e que un deportivo de motor central que parece recién salido del parque cerrado de Le Mans. Para los conductore­s más tranquilos, que buscan el confort de marcha antes que una conducción deportiva, el Ferrari Portofino debería ser una elección aún más sencilla e inteligent­e que la que fuera en su día su predecesor. Se ve mejor y va mejor que el California y, sobre todo, parece mucho más Ferrari, por lo que no tendrás que dudar tanto a la hora de revelar a qué modelo pertenecen tus llaves con la insignia del cavallino rampante.

Y todo esto lo hace sin renunciar al carácter amigable y a la facilidad de uso que ayudaron a que el California se convirtier­a en el modelo más vendido de Ferrari. Se trata, sin duda, de un coche que a Enzo le gustaría haber tenido en su garaje para disfrutar en su día a día…

El coeficient­e de resistenci­a aerodinámi­ca del Portofino es un 6% inferior al del California T

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 ??  ?? MUY CUIDADO. Materiales como el cuero y la Alcántara se reparten en el habitáculo, destacando la calidad de sus acabados.
MUY CUIDADO. Materiales como el cuero y la Alcántara se reparten en el habitáculo, destacando la calidad de sus acabados.
 ??  ?? AERODINÁMI­CO.La forma del parabrisas reduce las turbulenci­as en el habitáculo cuando se circula descapotad­o. NO DESFALLECE. Ferrari ha tenido que limitar el par máximo del motor V8 en sus tres primeras velocidade­s para no romper nada.
AERODINÁMI­CO.La forma del parabrisas reduce las turbulenci­as en el habitáculo cuando se circula descapotad­o. NO DESFALLECE. Ferrari ha tenido que limitar el par máximo del motor V8 en sus tres primeras velocidade­s para no romper nada.
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 ??  ?? FERRARI 100%. El aspecto visual del Portofino está a años luz del estilo excesivame­nte conservado­r del Ferrari California al que sustituye.
FERRARI 100%. El aspecto visual del Portofino está a años luz del estilo excesivame­nte conservado­r del Ferrari California al que sustituye.

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