Carrera de clásicos.
Existen muchos eventos de clásicos por toda Europa pero, en la localidad italiana de Vernasca, combinan la competición con un concurso de elegancia
La localidad italiana de Vernasca se transforma con este certamen.
La historia de esta competición comenzó en 1953, como una subida en cuesta organizada por el Automóvil Club de Piacenza. La carrera tuvo mucho éxito hasta el cese de su celebración en 1972. En 1996 el Club Piacentino Automotoveicoli d’Epoca recupera la prueba como un concurso de elegancia dinámico, con el nombre de Vernasca Silver Flag y un recorrido similar al que se realizaba hasta 1972, entre Castell’Arquato-Ligagnano-Vernasca. Los vehículos admitidos son modelos de competición desde principios del siglo XX hasta 1972, siempre que hayan participado en algún tipo de carrera, rally, subida o circuito.
Este evento tiene un encanto y una atmósfera amistosa de compañerismo que muchas pruebas de clásicos no pueden replicar y por eso atrae a participantes de todo el mundo. Algunos, como el propietario de un Lancia Aurelia B20, condujo su coche desde Norfolk, en Inglaterra, hasta la carrera, participó y luego regresó conduciendo hasta su casa, un total de casi 3.500 kilómetros.
Con sabor italiano
En esta carrera todo es puramente italiano, desde el entorno en el que se realizan las verificaciones y el parque cerrado, en el centro de Castell’Arquato, hasta los vehículos de seguridad y organización, suministrados por Maserati. Pero en esta edición, la 23ª la era moderna, se rendía homenaje a los vehículos franceses de competición, por lo que se le otorgó el título de ‘Vitesse in blue’.
Más de 200 automóviles de competición de casi todas las épocas participaron durante el fin de semana del certamen, con un total de 43 clásicos franceses inscritos pertenecientes a muy variadas marcas, entre ellos Matra, Peugeot, Renault, BNC, Amilcar, Talbot, Panhard, Deutsch Bonnet, Delahaye, Geko. Alpine, Torralba y Salmson. Entre los automóviles galos inscritos se encontraba ➥
el primer coche francés matriculado en Italia, un Peugeot Tipo 3 de 1893.
La competición se llevó a cabo durante todo el fin de semana con un calor muy por encima de lo habitual, lo que hizo que los 8,5 kilómetros del recorrido, con un desnivel de más de 250 metros, estuviera especialmente delicado. La temperatura del asfalto llegó a ser tan alta que el firme se volvió ligeramente resbaladizo y en algunos puntos hasta demasiado blando, lo que no impidió que todos se emplearan a fondo para dar un verdadero espectáculo de conducción a los miles de espectadores que desde el viernes ya buscaban las mejores localizaciones tanto en la salida de la prueba en Castell’Arquato como en todo el recorrido hasta la llegada en Vernasca.
Fin de semana intensivo
El viernes es el día dedicado a las verificaciones y a dos sesiones de reconocimiento del recorrido. El sábado se celebran dos pruebas cronometradas, una por la mañana y otra por la tarde. El domingo tiene lugar la última de las tandas cronometradas, seguida del anuncio de los resultados y la entrega de premios.
Entre los famosos pilotos participantes en la prueba se encontraban el expiloto de Ferrari Fórmula 1 y resistencia Arturo Merzario, el expiloto francés de rallies Bernard Darniche, la leyenda de Porsche y el ganador de Le Mans Jurgen Barth y Franco Picco, piloto oficial de Yamaha en diez ediciones del mítico París-Dakar.
El premio para los vehículos preguerra fue para un Isotta Fraschini de 1908. El trofeo ‘COYS Spirit of Motoring’ fue, como no podía ser de otra forma, para el Lancia Aurelia B20 por su hazaña de viajar desde el Reino Unido. El ‘Best in show’ de entre los modelos de después de la guerra fue para un precioso Alfa Romeo 2000 Sportiva de 1954.
Ésta es una de esas pruebas sin alardes, abierta a todos y en la que no hay que pagar para asistir como público, como sucede en otro tipo de concursos de elegancia y concentraciones de clásicos. Un fin de semana para disfrutar en Italia.