EL PESO DE LA TRADICIÓN
Réplica a escala del gran V90, este familiar marca una nueva referencia entre los station wagon, al aunar funcionalidad, elegancia y un comportamiento polivalente y divertido
Tanto la seguridad como las carrocerías familiares han sido dos de las señas de identidad más importantes de Volvo a lo largo de la historia. Hay que viajar 62 años en el tiempo, hasta 1953, para asistir al nacimiento de la primera carrocería wagon de la marca, se trata del Duett, modelo que con posterioridad fue seguido por otros como el 245 de 1974 –el primero con silueta wagon tradicional–, que a su vez tuvo continuidad en vehículos míticos como el 960 de 1990 o el explosivo 850 T5 R de 1994. A día de hoy, uno de cada tres Vol- vo que se han matriculado en el mundo es una 'ranchera', lo que genera un parque móvil total de más de seis millones de vehículos familiares.
Ahora que conocemos la importancia de estas carrocerías para la marca, podemos entender mejor el alcance que para ellos ha tenido el lanzamiento del V90 en 2016 y de su hermano pequeño el V60 la pasada primavera. El V90 nacía con la misión de trasladar el éxito logrado por los SUV XC90 y XC60 hasta el terreno de las berlinas familiares, misión muy complicada si tenemos en cuenta el mal
Con el V60, Volvo habla de tú a tú a los principales fabricantes germanos premium en su propio terreno
momento por el que pasa el segmento. Los resultados positivos logrados por el V90 han hecho que Volvo haya optado por hacer un V60 a escala de su hermano mayor, sin caer en rupturas drásticas ni en materia de diseño ni mecánico. Obviamente la imagen ha sido actualizada, resultando ahora más joven y dinámico que el citado mastodonte.
De lo mejor
Con una longitud de 4,76 metros, su carrocería resulta ligeramente más larga que las de sus rivales directos, los Audi A4 Avant, BMW Serie 3 Touring o Mercedes Clase C Estate, lo que le permite ofrecer un interior más amplio, tanto en lo referente a plazas interiores como en maletero. De los cuatro es el que ofrece unas plazas posteriores mayores, especialmente en la crítica cota de rodillas. Del mismo modo, el maletero, con 529 litros de capacidad, es mayor que el de la competencia, seguido a distancia por el del Audi, con 505 litros. Además destaca por estar muy bien acabado y ofrecer soluciones como zonas de carga separadas y ganchos y una red para la fijación de la carga. Es cierto que la apertura eléctrica del portón, obligada en este segmento, es opcional y cuesta 520 euros, así como unos prácticos botones en la zona lateral del portaequipajes que nos permiten abatir los asientos traseros en dos partes –2/3 y 1/3– de manera rápida y cómoda.
El puesto de conducción es un clon al de los citados modelos de la nueva era de Volvo, aunque la posición al volante es, lógicamente, más baja y algo menos erguida. Dentro, el protagonismo sigue acaparándolo la pantalla multifunción central, que con nueve pulgadas mar-
➥ caba referencias de tamaño cuando nació, pero ahora se ve incluso comedida frente a la que empiezan a lucir otros coches de la competencia. En paralelo podemos disponer opcionalmente de cuadro de relojes 100% digital mediante una pantalla de 12,3 pulgadas que cuesta 470 euros y que pese a permitirnos variar su diseño, no ofrece tantas posibilidades como otras del mercado.
Ejemplo a seguir
La calidad interior es soberbia, algo a lo que nos ha acostumbrado la firma en sus últimos lanzamientos, y ofrece infinitas posibilidades para combinar materiales como la madera, la fibra, la piel o la nappa, en unas butacas que opcionalmente pueden ser deportivas. También es cierto que este acabado Inscription marca el tope de acabados en todas las versiones de la firma. En materia de equipamiento no echamos en falta de nada, al contrario contamos con elementos como el Pilot Assist –1.800 euros–, un piloto semiautomático que nos permite soltar volante y pedales hasta 130 kilómetros/hora y que sea el coche el que mantenga la trayectoria sin problemas. Asimismo cuenta con novedades como un sistema que si detecta que vamos a tener un coche frontal con otro vehículo reduce la velocidad lo máximo posible y prepara el habitáculo con la protección de los ocupantes como máxima prioridad.
Con 190 caballos de potencia, el motor es uno de los más recomendable de la gama. Desde el exterior del coche puede resultar algo ruidoso, pero el excepcional trabajo de aislamiento del habitáculo hace que resulte extremadamente fino y discreto en el interior. En esta unidad el cuatro cilindros se acompaña de un cambio automático por convertidor de par que con ocho relaciones está a la altura de las circunstancias por suavidad, pero echamos de menos algo más de agilidad y rapidez en conducción deportiva, así como también levas en el volante para su manejo.
Sobre el asfalto destaca la comodidad como cualidad constante en su comportamiento, pero sin caer en el aburguesa- miento de reacciones. Es cierto que en sus tactos de conducción prima siempre el confort, lo que amortigua ligeramente las sensaciones, pero Volvo ofrece una amortiguación deportiva opcional y una de firmeza regulable –450 euros la primera y 900 la segunda– que acentúan la vena más deportiva del modelo.
Denominado Chasis Four C, la amortiguación regulable –que no neumática– permite elegir entre tres leyes de funcionamiento, y trabaja de la mano con el selector de modos de conducción, que ofrece los programas ECO, Comfort y Sport. Nos ha gustado bastante la diferencia en la deportividad general al pasar de la opción Comfort a la Sport, algo que notamos tanto en la gestión del motor como en la dirección y la amortiguación, que 'endurecen' sus reacciones de forma considerable.
Ahora sí podemos decir que Volvo puede hablar de tú a tú a las principales berlinas de lujo germanas que han dominado tradicionalmente el segmento con rigor dictatorial.