Cara a cara: Citroën C3 Aircross y Ford Fiesta Active.
De la fiebre SUV no se escapa ni siquiera el Ford Fiesta que, con el acabado Active, muestra una faceta aventurera nunca antes vista en el modelo. ¿Llegará al nivel polifacético del Citroën C3 Aicross?
¿Son SUV de verdad?
Pocos coches son tan polivalentes como el nuevo Ford Fiesta dada la cantidad de versiones con las que se comercializa. Para el día a día, las terminaciones Trend, Trend+ y Titanium son perfectas. Vignale da el punto de distinción mientras que ST saca a relucir la deportividad. La última cara de este curioso poliedro tiene un enfoque campero: se llama Active y destaca por replicar el look de los auténticos SUV. Nos referimos a neumáticos con mayor perfil, protecciones plásticas en la carrocería, barras en el techo –esto último es un extra que vale 150 euros–… A pesar de este maquillaje, el Fiesta Active no es un todocamino en sí porque carece de tracción integral o de programas específicos para su práctica, como pueden ser un control de descenso de pendientes u otros enfocados a circular fuera del asfalto. Sí tiene los modos normal, eco y baja
adherencia, que afectan principalmente a la potencia disponible y que permiten reducir el consumo si así se desea.
Diferente visión
Uno de los máximos rivales del Fiesta Active es el Citroën C3 Aircross, un vehículo opuesto al planteamiento del Ford. Porque el francés, a pesar de ser la variante off road del C3, tiene una carro- cería específica, con mayores dimensiones exteriores y un habitáculo realmente práctico para la familia, con planteamientos tan interesantes como la banqueta trasera corredera, que gana o resta espacio al maletero en función de las necesidades de transporte. Con esta idea y en la posición más retrasada, el cofre cubica unos ya de por sí buenos 410 litros, pero llega a unos sorprendentes 520 litros cuando la ban- queta se adelanta al máximo, alcanzando de esta forma el nivel de una berlina media como el Fiat Tipo Sedán y a tan sólo 30 litros de un Seat Toledo. Además, la boca está baja y es muy amplia.
Junto con estas prácticas soluciones, el Citroën despunta en otras vertientes ya que, ¡sorpresa!, se atreve a dejar atrás el asfalto y adentrarse por pistas. Para lograrlo e independientemente del motor,
hay que elegir el acabado Shine, el más alto, y montar el paquete de idéntico nombre por 1.000 euros. Éste incluye Grip Control –el selector de modos de conducción con el que básicamente se modifican los parámetros del control de tracción–, descenso de pendientes y ruedas all season sobre llanta de 17 pulgadas. Vaya por delante que estas herramientas facilitan las excursiones, pero tampoco garantizan salir airosos de una trialera embarrada o de un cruce de puentes, aun contando con el añadido de la mayor altura libre al suelo. Es cierto que a la hora de abandonar la carretera, con el C3 Aircross tenemos mucha más confianza mientras que, con el Fiesta, vamos con más cuidado. Los programas ‘barro’ y ‘arena’ del citado Grip Control ayudan a que las ruedas traccionen mejor. No obstante, hablaremos de las diferencias dinámicas de ambos unos párrafos más adelante…
¿Con cuál te quedas?
De regreso a los habitáculos, el puesto de mandos del Ford es más bajo y mucho más envolvente que el del Citroën gracias a unas butacas más anatómicas y de mejor agarre lateral. El del C3 está más próximo al de los auténticos todocaminos, ya que los asientos se encuentran unos 10 centímetros más altos respecto a los del Ford. La sensación de amplitud del galo también es superior dadas las mayores cotas exteriores del vehículo, como dijimos al principio del artículo. Asimismo se aprecian matices en los materiales empleados en la construcción de ambos. De hecho, el C3 se sitúa por debajo del Active por el abuso de plásticos duros que aparentemente aguantarán bien el paso del tiempo, pero los diversos mullidos del Fiesta juegan en una liga superior; sobresale hasta el que recubre la parte alta del salpicadero, casi al nivel de lo visto en el nuevo Focus.
Los sistema multimedia también difieren en profundidad. El del Fiesta está colocado en una excelente posición para evitar apartar la mirada de la carretera, aunque agradeceríamos que la pantalla de ocho pulgadas estuviera un poco más retrasada para manejarla mejor. En líneas generales, el equipo es rápido, la navegación muy intuitiva y veloz en el cálculo de las rutas y el navegador muestra los datos al más puro estilo Google Maps, por lo que los millenials están más que familiarizados. Es una auténtica delicia que se completa con el magnífico equipo de audio de la firma B&O, ya que reproduce la música por los altavoces con una increíble definición.
El equipo del Citroën se ubica en una posición más baja. La pantalla de siete pulgadas tiene un brillo siempre inferior respecto a la del Fiesta y aglutina más funciones, ya que desde ella se maneja hasta el climatizador. Es una propuesta interesante de no tener la necesidad de cambiar de menú cuando, por ejemplo, el copiloto quiere bajar un grado la temperatura y dejamos de ver el mapa durante unos segundos. Este módulo es común con otros vehículos como pueden ser los Peugeot 308 y el Citroën C4 Cactus, con los que comparte el mismo ‘pero’.
Hechos para viajar
Ya en carretera, el Ford se comporta como lo que es, un excelente rutero. Dejando de lado la terminación estética de esta variante, tiene el comportamiento noble de sus hermanos. Es más: tras el paso de los kilómetros, la sensación es la de estar en un coche mucho más grande y pesado
El C3 Aircross no tiene miedo a salir fuera del asfalto. El Fiesta no lo tiene tan claro…
➥ porque la dirección y el cambio tienen un tacto muy fino. No ayuda la respuesta del propulsor elegido para la comparativa, el 1.0 de 125 caballos, mucho más progresiva de lo esperado. A 2.000 vueltas es cuando realmente se nota la ‘patada’ del turbo, y eso que entrega el par en un régimen de revoluciones amplísimo. El propulsor de tres cilindros tiene unas vibraciones más contenidas que el también tricilíndrico de 130 caballos de Citroën; el sonido y el traqueteo de éste se perciben más de puertas para adentro. Además, el Ford va menos revolucionado que su competidor, por lo que el consumo de carburante se acerca un poco más a los valores oficiales. Conviene matizar que ni el Ecoboost ni el Puretech son precisamente parcos, con medias de seis litros a los 100 en el Fiesta y que coquetean con los 6,5 en el Citroën. Ahora es cuando nos acordamos de los Diesel, ¿verdad?
El C3 Aicross, como era de esperar, también es suave, aunque demasiado para ese conductor que viene de una berlina tradicional. La dirección eléctrica, con tres vueltas entre topes, se maneja con soltura en ciudad y permite maniobrar con mucha más facilidad, si bien en autopista se echa en falta algo más de firmeza. La suspensión, a su vez, tiene una puesta a punto confortable, algo que se aprecia desde que abordas la primera glorieta. Tampoco favorecen los asientos, cuyo nivel de agarre lateral es más bien justo –eso sí, son súperanchos para los más que sean grandes–. En lo que respecta al propulsor, es mucho más vivo que el 1.0 Ecoboost y tiene unas recuperaciones en sexta asombrosas para el tipo de vehículo que es, por lo que no suele hacer falta echar mano al cambio para salir ‘escopetado’. Eso, unido a un contenido peso, hacen que el Citroën acelere con bastante descaro y sea 1,5 segundos más rápido en el 0 a 100. No es
El C3 Aircross está pensado para las familias: plazas traseras correderas, más material plástico, un maletero inmenso…
un valor que decante la balanza hacia un modelo u otro porque no estamos hablando de GTIs, pero ese toquecito deportivo nos ha gustado y mucho.
¿Más o menos SUV?
A pesar de su enfoque espartano, el Citroën C3 Aircross es un coche para uso familiar, con un diseño diferente y con unas plazas traseras capaces. Además, monta lo último en equipamiento: cámara de marcha atrás, avisador de ángulo muerto, Head Up Display –400 euros–, reconocimiento de señales de tráfico, carga inalámbrica para teléfonos móviles –300 euros–… Sólo se puede echar en falta la ausencia de faros de xenón o de led para completar el apartado tecnológico, ya que no están disponibles ni siquiera en el catálogo de extras.
Hablando de iluminación, el Fiesta Active monta faros led sin coste en la versión Plus probada, aunque existe una variante más económica, denominada Active a secas, que carece de ellos. Lo que está claro es que el Ford es un coche de capricho, coqueto, al más puro estilo Mini, alejado de la polivalencia del Citroën y que prefiere ver la tierra del campo tan lejos… como el C3 Aircross de cerca.