Honda CR-V Hybrid. Renuncia a las siete plazas pero estrena una mecánica híbrida.
El Honda CR-V se convierte en el primer SUV híbrido que la marca japonesa vende en Europa. Y lo hace con una tecnología que puede decirse que es revolucionaria…
Desde que se lanzase el primer modelo en 1995, el CR-V ha ido mejorando generación tras generación hasta convertirse en todo un icono, como también lo es su Civic. Y aunque el nuevo modelo es mucho más eficiente que el anterior, las exigentes medidas anticontaminación impuestas en Europa obligan a la marca japonesa a comercializar la versión híbrida que, por cierto, ya se vendía por tierras norteamericanas. Así las cosas, el CR-V Hybrid, disponible como 4x2 y 4x4, utiliza la tecnología Intelligent Multi-Mode Drive –i-MMD–, que combina dos propulsores eléctricos –generador e impulsor– con un bloque de gasolina y una batería de litio.
El funcionamiento de todo esto es algo complejo pero, gracias a los tres modos de conducción con los que cuenta –EV Drive, Hybrid Drive y Engine Drive–, el conductor apenas se entera de lo que sucede bajo sus pies. En el primero de ellos, se circula única y exclusivamente en eléctrico puro gracias a la energía que le suministra la batería que se aloja bajo el piso del maletero. En el segundo, el bloque gasolina no impulsa directamente las ruedas, sino que carga el generador y éste, a su vez, le proporciona energía a la unidad eléctrica para que sea la que mueva las ruedas. En esta ocasión, el mecanismo es parecido al de un Opel Ampera: quemar gasolina para generar electricidad. En el último de ellos, el motor de dos litros es el que tiene todo el protagonismo dejando
al eléctrico relegado a un segundo plano. Asimismo, el gasolina es capaz de recargar la pila si se da la circunstancia.
En nuestra primera toma de contacto tuvimos la oportunidad de movernos, primero, con el tracción delantera. La impresión que nos generó al arrancar e iniciar la marcha es que nos encontrábamos ante un vehículo mucho más veloz de lo que dicen sus prestaciones. Sale desde parado con la contundencia de muchos deportivos. En carretera, las sensaciones que transmite son las mismas que las del CR-V estándar, destacando la reducida sonoridad del conjunto. El silencio de rodadura es tal que sólo al superar los 80 kilómetros por hora se aprecia la mecánica.
Mucha suavidad
Insistimos en la capacidad de aceleración porque el CR-V Hybrid es un coche con un peso de 1.614 kilos. Y aun con todo, el consumo que arrojó en nuestra toma de contacto fue sorprendente. Al principio, el ordenador de a bordo registró 6,2 litros a los 100 kilómetros. En el momento que nos pusimos a 'jugar' con sus levas –a través de ella se tiene acceso a cuatro modos de regeneración energética, más o menos como sucede en un Mitsubishi Outlander PHEV–, logramos bajar la cifra a 4,7 litros.
Con el tracción total –utiliza un embrague multidisco para conectar el eje trasero–, tuvimos la sensación de que perdía parte de su celeridad, motivado sin duda por el propio sistema 4x4. Sin embargo, las reacciones siguen siendo igual de nobles, transmitiendo una elevada sensación de aplomo en todo tipo de circunstancias. Cabe destacar el buen hacer de la suspensión, así como el espacio interior, excelente en todas plazas e independientemente de la tracción. En una versión u otra se prescinde de las dos plazas auxiliares de la tercera fila ya que, recordemos, bajo el maletero se alojan las baterías de iones de litio. En resumen, la variante híbrida mantiene las conocidas bondades del CR-V –capacidad de carga, comodidad, calidad, funcionalidad…– con unos consumos muy ajustados y con la indispensable etiqueta ECO.