Prueba a fondo: Jaguar i-Pace. La revolución eléctrica está aquí.
El primer modelo eléctrico de Jaguar nos presenta sus bazas: silencio, equipamiento, prestaciones y autonomía, todo ello con las ventajas de un cero emisiones # JESÚS COLLAZOS C. COLMENERO
Desde que en 2008 Tata Motors compró Jaguar a Ford, la marca del felino ha renovado todos sus modelos, desarrollando su gama SUV en los últimos 3 años con los E y FPace. Ahora la completa con su primer vehículo eléctrico que presume, además, de ser el pionero con este tipo de propulsión en su segmento; o al menos el primero en llegar al mercado.
Solamente el tiempo dice si ser el primero en abrir un mercado es o no positivo, pero en este caso podemos aplicar el principio de que “el que da primero da dos veces”, a la vista de las novedades anunciadas para 2019 por las marcas premium: Audi etron, BMW iX3 o Mercedes EQC, entre otros. Y si, además, como es el caso del IPace, destaca en todos los campos es muy difícil encontrarle alguna pega que impida que se convierta en la referencia a seguir.
Al subirnos apreciamos la calidad de materiales y terminación tanto en los asientos, de reglaje eléctrico, como en todos los revestimientos del interior. El conductor tiene todo lo necesario al alcance de la mano y el head-up display nos permite centrar la vista en la carretera. Las plazas traseras,
Su línea, de capó corto y trasera cuadrada, se inspira en el super deportivo C-X75 Concept
amplias, y el maletero, que puede llegar a los 1.453 litros con los respaldos abatidos, demuestran su vocación familiar.
Su arquitectura eléctrica, con un motor en cada eje, sitúan los 600 kilos de baterías en el piso, consiguiendo un reparto de masas del 50% con las ruedas en los extremos de la carrocería y con un centro de gravedad 13 centímetros más bajo que un F-Pace. Si a esta configuración le añadimos que la electrónica gestiona en cada momento el par que se transmite a cada rueda, no puede sorprendernos que el comportamiento sea neutro en cualquier tipo de recorrido. El problema es que va tan seguro que anima a pisar un poco más y, cuando te das cuenta, has llegado demasiado rápido a una curva que te sorprende y los 2.200 kilos empiezan a tirar para fuera. Aun así y con un poco de chirrido de los neumáticos la dirección, muy precisa, y las ayudas a la conducción te perdonan el despiste y te devuelven al buen trazado.
Siempre al máximo
Todo ello disfrutando de sus 400 caballos de potencia y un par de casi 71 metros kilo que está por encima de un Audi R8 y al nivel de un BMW 750d o un Porsche 911 Turbo. Pero con una ventaja considerable frente a los motores térmicos: mientras que estos necesitan subir de vueltas para alcanzar su par máximo, en el I-Pace, como en todos los eléctricos, disponemos de él en todo momento. Da igual que vayamos a 10 por hora o a 120 por hora, al pisar el pedal del acelerador nos sentimos empujados contra el respaldo de los asientos como si fuéramos en un super deportivo.
Es una baza más de cara a su comportamiento fuera de la carretera. De acuerdo, su precio no hace aconseja- ➥
➥ ble aventuras off road,pero, si respetamos los límites que imponen el tipo de neumáticos y su altura bajo casco, es capaz de subir por pendientes increíbles para este tipo de coches sin ningún problema y, por supuesto, sin necesidad de reductoras. Su asistente electrónico de control de progreso todo terreno y la ayuda al descenso mantiene la velocidad que programemos entre 3,5 y 30 kilómetros por hora sin necesidad de nuestra intervención.
Tampoco a los frenos se les puede poner ningún pero. Y en gran parte es porque el sistema de recuperación de energía en las retenciones hace que se usen relativamente poco. Con dos niveles diferentes que podemos programar, el más alto permite una deceleración de hasta 0,4G sin que las pastillas actúen. De hecho, nos sorprende muy gratamente que, una vez que le cogemos el tranquillo, podemos circular muchos kilómetros, incluidas rutas sinuosas, sin prácticamente tocar el pedal de freno. Basta levantar el pie del acelerador y notamos la retención producida por la recuperación de energía que llega a parar completamente el vehículo. Podemos conducir únicamente con un pie la mayor parte del recorrido con la ventaja añadida de incrementar la energía disponible en las baterías.
Salir de vacaciones
Y frente al talón de Aquiles de la tecnología eléctrica, su autonomía, también nos llevamos una grata sorpresa. Cuidado, el Jaguar no va a hacer viajes largos de un tirón pero, con una buena programación y habiendo localizado alguno de los más de 200 puntos de recarga rápida que existen a día de hoy en las carreteras españolas ya podemos salir con la familia de vacaciones. Eso sí, con tal de que en destino dispongamos de la posibilidad de cargar cómodamente las baterías mientras estemos allí. La autonomía declarada es de 480 kilómetros, pero en nuestras mediciones y con uso no exigente en carretera, aunque sí circulando a la máxima velocidad permitida podemos decir que, con tranqui- lidad, alcanzaremos los 380 kilómetros o incluso 400 antes de agotar las baterías. Su sistema inteligente, para mayor seguridad aprende nuestra manera de conducir y en función del perfil de la ruta programada en el navegador nos predice la autonomía restante en cada punto del recorrido. Solo será necesario programar la parada del café algo más larga de lo habitual para, en 40 minutos, recargar hasta el 80% de su capacidad y proseguir el viaje.
Si añadimos las ventajas, cada vez más inmediatas, de su clasificación cero emisiones de cara a las restricciones de c i r c ul a c i ón e n c i udades e s t a mos a nte una opción muy válida si buscamos un producto alto de gama, ecológico, barato de uso y mantenimiento y que nos pr oduzca s e ns a c i ones di v e r t i das al conducirlo. Pero habrá que pagar su precio que en el caso de la versión más equipada puede estar cerca de los 100.000 euros. El futuro eléctrico cada vez está más cercano y hoy empieza a verse como posible.
Podemos escoger entre cuatro modos de conducción: Dinamic, Confort, Eco y superficies deslizantes