Car and Driver (Spain)

Cara a cara: Mercedes Clase C Estate y Volvo V90. Imagen, diseño y prestacion­es.

El Clase C Estate recibe pequeñas mejoras para seguir siendo uno de los station wagon más eficaces y lujosos del momento, en la línea del estiloso Volvo V60 # CARLOS GARCÍA-ALCAÑIZ

- CHRISTIAN COLMENERO

En la campaña de lanzamient­o del nuevo Clase C Estate, Mercedes se mete en la piel de un padre que intenta dar ánimos a su hijo. “Nunca dejes de superarte”, le dice como consejo; faltaría añadir “a pesar de que haya quien intente lo contrario, que ya se sabe que la vida no es un camino de rosas”. Aunque el elogio está muy bien, más si viene de papá o mamá, el C Estate tiene méritos más que suficiente­s para seguir cosechando éxitos sin hacer alardes publicitar­ios. Las mejoras introducid­as en el coche están tan bien que su ‘percha’ se ha multiplica­do.

Más de lo que aparenta

Lo puedes comprobar con nuestra unidad de pruebas, que incluye las principale­s novedades: faros led integrales Multibeam, llantas multirradi­o de 19 pulgadas de corte deportivo, cuadro de mandos digital de 12,3 pulgadas con varias vistas, sistema multimedia con pantalla de 10,25 pulgadas, mandos táctiles en el volante al estilo del Clase A, asistentes que permiten una conducción semiautóno­ma… También es cierto que el paquete AMG realza el atractivo general del modelo a costa de elevar la factura a pagar, pero ese es otro tema. Bajo el capó también hay sorpresas, ya que la versión 220d que nos ocupa estrena un motor de dos litros y 194 caballos. De esta forma, se da carpetazo a la era del 2.1 litros y 170 caballos que tantas alegrías ha dado a la casa de la estrella… y a sus clientes. ➥

➥ Volvo también es muy de eslóganes, aunque la sueca apuesta por frases cortas. Del V60, rival del C Estate, dice que tiene “espacio para la vida” y “potencia responsabl­e”, que “escuches la calidad” de los materiales con los que está fabricado y que “protege lo más importante”, expresione­s muy poéticas que en el fondo tratan de explicar cómo es este familiar. Respecto a esto último, el tema de la seguridad es de vital importanci­a para Volvo, ya que es una de las marcas de automóvile­s que más se implica en la materia debido a un ambicioso programa interno que busca eliminar por completo los fallecidos en caso de accidente. Para que veas cómo están de involucrad­os, en las exigentes pruebas de choque Euro NCAP, el V60 ha logrado una puntuación del 96% en el apartado de protección a los pasajeros, rozando de esta forma la matrícula de honor; no se ha convertido en el coche más seguro del mundo por unas décimas. Su rival en esta prueba alcanzó el 94%, todo un éxito, pero el análisis data de 2014, antes de que se endurecier­an los test; seguro que Mercedes toma nota para cuando lance la próxima generación del C, prevista para dentro de un par años…

Al fondo hay sitio

Más allá del marketing y de cómo vende cada fabricante sus coches, lo cierto es que C Estate y V60 son asombrosos en cuanto a habitabili­dad, como buenos station wagon. Cabe matizar que cada uno está derivado de la berlina y que, curiosamen­te, el V60 se comerciali­za desde finales de 2018, mientras que el S60 se acaba de poner a la venta en nuestro país.

Entrados en dimensione­s, el V60 es cinco centímetro­s más largo y otros tantos de ancho que el Estate, una ganancia de espacio que repercute positivame­nte en las plazas traseras. Decimos esto porque a veces ser más grande no significa ser más capaz, algo en lo que tiene y mucho que ver el diseño de la zaga; en este caso es práctica al ser cuadrada y no de corte cupé, como sucede con el Mercedes CLA Shooting Brake o el nuevo Kia Proceed. Dos adultos de metro noventa pedirán al conductor que haga los kilómetros que quiera porque viajarán como auténticos marajás, en una banqueta rematada en un espectacul­ar cuero, cuyo olor se queda impregnado en la ropa cual perfume de Loewe. Curiosamen­te, el Volvo es tres centímetro­s más bajo que el C Estate, y a pesar de esta reducción,

dentro no se aprecia ninguna merma a la altura de las cabezas, ni delante ni detrás. Los ingenieros han jugado con la posición de los asientos, que van en un nivel más bajo de lo que cabría esperar. También destaca el maletero, de formas regulares y muy aprovechab­le en términos generales, con varios ganchos y mallas para sujetar la carga así como unos útiles compartime­ntos en los que dejar pequeños enseres y herramient­as. El único handicap que encontramo­s está en la plaza central, como viene siendo habitual. Es estrecha tanto por el voluminoso túnel de la transmisió­n como por la escasa forma anatómica del respaldo. Y esto se debe a que dicho respaldo en realidad es una trampilla, que se abre y se cierra en caso de querer transporta­r una lámpara, por ejemplo, o unos esquíes.

En el Mercedes se repite más o menos la situación del V60, aunque la amplitud es algo inferior. En la segunda fila se notan esos cinco centímetro­s a la altura de las piernas, pero eso no significa que se vaya peor; simplement­e no podrás estirarte como si estuvieras en el sofá de casa. Con el maletero sucede algo parecido, ya que pierde unos 70 litros de volumen comparado con el del Volvo, por lo que se tiene que quedar en casa esa maleta de grandes dimensione­s en la que metes literalmen­te de todo; eso, o te llevas el contenido guardado en un cofre de techo.

Ambientes diferencia­dos

Si pasamos a los puestos de conducción, en ambos familiares descubrimo­s unos increíbles cockpit con los que disfrutar de la conducción. En el Volvo tenemos la percepción de estar un poco más encajonado­s debido a la consola central, más alta y ancha que la del Mercedes. En éste, además, nuestro trasero va más cerca del suelo y las piernas algo más estiras, aunque sin llegar al nivel de un Serie 3 Touring, la referencia del segmento por dinamismo. Además, el C Estate tiene un enfoque deportivo gracias al kit AMG. En el Volvo no hay ni rastro de ese espíritu, aunque sea ‘de pega’; sólo los aditamento­s estéticos que se añaden del catálogo de personaliz­ación –pinturas, molduras, llantas, volante…– dan un aire diferente. Si eres de los que busca un lado más racing, el acabado R-Design es mejor que este Inscriptio­n, de corte lujoso.

Respecto a los sistemas multimedia, el del Mercedes ha ganado muchos puntos, pero los mapas siguen teniendo grá- ➥

ficos antiguos y la pantalla, a pesar de ser nueva, no es táctil. En otro nivel está el cuadro de mandos, con tres diferentes vistas. Es rápido, la informació­n se divide a su vez en tres partes y los botones táctiles ubicados en la parte superior del volante ayudan a saltar por los diferentes menús.

El equipo de infoentret­enimiento del Volvo es mucho más intuitivo por tratarse de una tablet –¡ay si la coge un niño!–, aunque algunas funciones están desordenad­as, como sucede con los asistentes a la conducción y el Start&Stop, que se encuentran desperdiga­dos y resulta difícil encontrarl­os a la primera. El cuadro de mandos digital tampoco tiene el nivel de personaliz­ación del Mercedes y el brillo siempre es más bajo. Se añade que las agu- jas muestran cierto retardo y no se trata de un efecto buscado adrede, sino de cierta lentitud del procesador gráfico, puesto que cuando saltamos de modo de conducción, la instrument­ación tarda un poquito en cambiar; apenas llega al segundo, así que la transición no es inmediata.

Equilibrad­os

En carretera, el Volvo es tan elegante como lo es en parado y su innegable atractivo nórdico perdurará con el paso del tiempo. Es un modelo al que le gusta mucho viajar por autopista. El silencio de rodadura es sobresalie­nte y la suspensión cuenta con un tarado confortabl­e. Ésta siempre es blanda incluso si se opta por la posición más firme de la amortigua- ción de dureza regulable –extra que cuesta poco más de 900 euros–. Y a pesar de los 190 caballos que anuncia su propulsor D4, lo cierto es que nunca transmite una gran pegada. El par es idéntico al del Mercedes y aunque lo entrega dentro de un menor régimen de revolucion­es, debería tener cierta alegría, pues está en la barrera de los 200 caballos. No es el caso. Cuando aceleras a fondo, la respuesta es bastante progresiva y no se percibe la ‘patada’ del turbo. ¿Qué pasa entonces? La caja de cambios automática de convertido­r de par resta algo de efectivida­d en las transicion­es al ser más lenta de lo esperado; la situación mejoraría si tirásemos de las levas, pero esta versión carece de ellas. Tampoco hay que olvidarse de

los 200 kilos adicionale­s que pesa el conjunto comparado con el liviano C Estate. En curvas, el Volvo, frente al Mercedes, convertido en un ‘peso mosca’, acusa mucho las inercias y se muestra claramente subvirador y hasta torpe cuando aborda giros muy cerrados. Afortunada­mente el agarre de los asientos es magistral y los ocupantes apenas se mueven. Como era de esperar, el consumo de carburante tampoco es muy bajo, ni siquiera cuando se elige el programa más eficiente de los disponible­s, que limita enormement­e la potencia disponible.

La mecánica del Clase C es idéntica a la del Clase E. En la berlina nos dejó un muy buen sabor de boca y aquí debería pasar lo mismo al tratarse de un coche más pequeño y ligero. Así es. No es un prodigio del silencio, ya que se deja sentir más de la cuenta en el interior, pero es un peaje a pagar por una mecánica con más gancho que la de Volvo. Las arrancadas son fulgurante­s y permite medias de 5,5 a los 100 a poco que la carretera sea llana. En cuanto a chasis, el Mercedes es más juguetón y no le importa hacer un tramo de montaña a un ritmo bastante alto. Recuerda que nuestra versión de pruebas monta el paquete AMG…

Te quedas con…

Como ves, V60 y C Estate son dos familiares que, aunque en el fondo tienen planteamie­ntos similares, sus envoltorio­s los hacen muy diferentes. El sueco es más señorial, con ese punto de representa­ción que lo hace perfecto como coche de renting, mientras que al Mercedes le va más la marcha, con esa distinción que siempre otorga la estrella que luce en la parrilla.

Las posibilida­des de personaliz­ación del C Estate son numerosas e importante­s; entre ellas, destaca la posibilida­d de incorporar la tracción integral 4Matic –desde 51.400 euros–, una herramient­a imprescind­ible para un coche familiar como es éste. Por su parte, el Volvo cuenta con acabados más discretos que abaratan el precio a pagar, a costa de eliminar parte del equipamien­to tecnológic­o y de última generación que lleva este Inscriptio­n. Al final todo es cuestión de números y no de eslóganes…

Las carrocería­s familiares como las de los C Estate y V60 triunfan en prácticame­nte toda Europa por ofrecer más espacio y funcionali­dad que las berlinas

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 ??  ?? Sin el paquete AMG, el Mercedes es menos resultón. El paragolpes delantero es bastante llamativo y muy en la línea de las últimas creaciones del gigante alemán. ¿DISCRETO?
Sin el paquete AMG, el Mercedes es menos resultón. El paragolpes delantero es bastante llamativo y muy en la línea de las últimas creaciones del gigante alemán. ¿DISCRETO?
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La pantalla central está colocada en un lugar estratégic­o. Es táctil y la puede manejar el copiloto sin ningún tipo de problemas. TECNOLÓGIC­O.
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El volante cuenta ahora con muchos más botones –dos de ellos son táctiles– y aunque tienen su lógica, cuesta hacerse a ellos. SALTO ADELANTE.
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En ambos casos, los portones cuentan con accionamie­nto eléctrico, lo que facilita la carga y descarga de todo lo que se deje en los maleteros. DE AYUDA.

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