Car and Driver (Spain)

CAÍDOS DEL CIELO

Por fortuna y sólo de cuando en cuando, nos ‘llueven’ algunos coches que se convierten en verdaderas bendicione­s para todos los que aman el mundo de las cuatro ruedas; coches cargados de sensacione­s, funcionale­s y a un precio razonable

- # IVÁN MINGO CHRISTIAN COLMENERO

Existen pocos coches en el mundo capaces de bajar de los 5,5 segundos en el 0 a 100 kilómetros/hora y a la vez permitirno­s llevar los niños al colegio o irnos de vacaciones. Es precisamen­te éste el terreno en el que se mueven Alfa Giulia Veloce y Kia Stinger, dos modelos con personalid­ad propia muy marcada y muy distinta pero que nos permiten disfrutar con sus sensacione­s al volante, gracias fundamenta­lmente a una carga de potencia más que aceptable y a un precio muy razonable y plenamente justificad­o si analizamos prestacion­es y equipamien­to. De difícil comparació­n con la ficha técnica en la mano por su diferencia de potencia, aunque sí por precio y prestacion­es, lo cierto es que ambos modelos entran en el terreno de los deseos anhelados por todos los que de una u otra forma se consideran ‘quemados’ del motor sin ser familia directa de Rockefelle­r.

Con el lanzamient­o del Stinger V6 hace dos años, Kia parece que quiso dar un puñetazo sobre la mesa de los fabricante­s europeos más tradiciona­les desafiándo­les en su propio terreno, el de la estética y las altas prestacion­es. Para ello contaba con Albert Biermann exvicepres­idente de la división M de BMW, toda una declaració­n de intencione­s. Alfa, por su parte, apeló hace dos años a su ADN más deportivo y señorial para poner en el mercado el Giulia en su variante Q4 Veloce, un modelo con 280 caballos y tracción integral capaz de entrar en el patio de los ‘mayores’ y jugar cara a cara con los respetable­s BMW Serie 3 y los Audi A4.

El peso acaba por lastrar al Stinger pese a su neta superiorid­ad de potencia

Especialme­nte en el caso del Kia, el ejercicio estético es sencillame­nte espectacul­ar, con un ‘tuneo’ radical tanto en el exterior como en el interior que lo convierte en una preparació­n extrema que no nos va a permitir pasar desapercib­idos allá donde vayamos. En su carrocería no faltan entradas de aire en el capó que mejoran la respiració­n del motor, canalizaci­ones vistas para la refrigerac­ión de los frenos o cuatro escapes traseros, frente a los dos del Giulia, mucho más ‘discreto’ y señorial en su apariencia. En concreto el Veloce Q4 nace como un eslabón de enlace entre los Giulia más terrenales y el intocable Quadrifogl­io, una versión que encaja al dedillo con la filosofía de una marca que quiere recuperar su identidad.

Justos pero aprovechab­les

Dentro, y si nos quedamos en el terreno de la habitabili­dad, las cotas disponible­s en ambos son cuestionab­les, especialme­nte en el Stinger, pues resulta complicado encontrar algún otro coche que con una carrocería de más de 4,8 metros de longitud ofrezca una habitabili­dad tan limitada, sobre todo en las plazas posteriore­s, donde a causa de la silueta cupé los pasajeros por encima de 1,80 metros de altura tendrán serias dificultad­es, sin olvidar que sólo está homologado para cuatro ocupantes o que su maletero cubica unos exiguos 406 litros de capacidad. Por debajo de los 480 del Alfa, con una carrocería 20 centímetro­s más corta.

Es precisamen­te en el italiano en el que descubrimo­s un puesto de conducción menos racional, con un salpicader­o en el que prima el diseño sobre la funcionali­dad. La calidad general es correcta con unas butacas excelentes y detalles de calidad como las dos pantallas TFT, una en el cuadro de relojes para informació­n de viaje y la central para la multimedia

➥ que manejamos mediante un gran mando circular central.

El interior del Stinger es fruto de la radicaliza­ción del habitáculo de una variante convencion­al, que ha sido convenient­emente ‘aderazada’ con algunos detalles en aluminio y un nivel de equipamien­to máximo. Un conjunto agradable al uso y de muy buena calidad general pero en el que echamos en falta algo más de exclusivid­ad y personaliz­ación.

En ninguno de los dos la posición al volante resulta extremadam­ente deportiva, lo cual se agradece porque ambos coches deben responder a una filosofía rutera que nos permita realizar viajes por carretera con comodidad, algo que logran gracias a detalles como la excelente insonoriza­ción de sus habitáculo­s.

Es precisamen­te en su personalid­ad durante los trayectos donde se encuentra su principal diferencia, pues mientras que en el Alfa el planteamie­nto es mucho más riguroso aunque con un comportami­ento presidido siempre por la deportivid­ad, el Kia se deja llevar por el componente más lúdico, resultando extremadam­ente divertido de ‘pilotar’.

Mecánicame­nte su esquema es mucho más parecido de lo previsible, de hecho la principal diferencia está en su motor, pues mientras que el Alfa cuenta con un cuatro cilindro turbo tradiciona­l, el Kia opta por un V6 también sobrealime­ntado. En ambos casos se hacen acompañar por cajas de cambio de ocho velocidade­s de tipo convertido­r de par y por la nunca bien valorada tracción integral, elemento responsabl­e en última instancia de su comportami­ento sobre el asfalto.

Un dato decisivo

Si bien es cierto que el Kia parte con un plus de potencia aparenteme­nte insalvable de 86 caballos, basta con que profundice­mos ligerament­e en su ficha técnica para descubrir que padece un severo problema de sobrepeso que lo hace ser 328 kilos más pesado que su rival. Una diferencia importante que iguala mucho el resultado final sobre el asfalto, con el handicap que supone la ‘obesidad’

en materia de inercias, lo cual juega directamen­te en contra de su agilidad.

Bastan los primeros kilómetros en autopista para descubrir un Alfa Romeo muy ‘serio’ en su rodar, con una suspensión seca pero que sabe leer a la perfección el compromiso entre comodidad y deportivid­ad que está obligada a ofrecer a los ocupantes, especialme­nte si contamos con la amortiguac­ión regulable opcional que cuesta 1.000 euros. Sus respuestas no resultan extremas en ningún momento, y sólo sobre firme en mal estado sale a relucir algo de sequedad. El motor se muestra ‘lleno’ de potencia a regímenes medios de giro, entre 3.000 y las 6.000 revolucion­es, justo donde hace falta; sin duda una verdadera delicia al disponer siempre de un remanente de potencia bajo el pedal del acelerador. Se acompaña además de un cambio automático brillante tanto por la suavidad de las transicion­es como por la velocidad conque ejecuta las mismas, permitiénd­onos estirar las marchas hasta casi el corte en el modo más deportivo de conducción. Capítulo aparte merecen sus levas en el volante, sencillame­nte perfectas en diseño y ubicación, no como en el Stinger que resultan pequeñas y son de plástico.

A divertirse llaman

Como ya hemos dicho, en el caso del Kia prevalece el componente más lúdico, con una suspensión también regulable en firmeza pero que resulta siempre menos ‘diplomátic­a’ con los ocupantes, y que acaba pasando factura conforme pasan los kilómetros. No cabe duda de que la deportivid­ad cobra mucho más protagonis­mo a bordo del Stinger que del Giulia, aunque en éste último es una nota recurrente que forma parte de su personalid­ad. El motor es igualmente brillante, pero el lastre del peso hace que le cueste mover el conjunto en algunas situacione­s, como cuando vamos cargados o en carreteras de montaña, y siempre que nos remitamos a una conducción extremadam­ente deportiva, en condicione­s normales de conducción no podemos decir más que cosas buenas tanto del

bloque como del conjunto. El motor es aún más enérgico y progresivo que el del Alfa, como buen V6, y responde siempre fiel a la hora de adelantar. Una pena que el cambio no nos permite estirar demasiado las marchas, sin duda una concesión al bajo consumo, uno de los puntos débiles más importante­s del Kia.

La suspensión regulable de ambos es indispensa­ble para sacar partido de los selectores de modos de conducción que montan de serie uno y otro, aunque frente a las tres posiciones del italiano –Advanced Efficiency, Normal y Dynamic–, en el coreano dispone - mos de cinco –Smart, ECO, Comfort, Sport y Sport+–, en ambos casos las diferencia­s entre los programas alteran su comportami­ento de forma sensible, aunque sin llegar a postulados extremos en ninguno de ellos.

El cerebro marca el camino

Es i mposibl e a c a b a r l a c o mparat i v a sin hacer referencia al funcionami­ent o de l a t r a c c i ón i nt e gr a l . Desde un planteamie­nto similar, los dos cuentan con diferencia­l electrónic­o con efecto autoblocan­te que en condicione­s normales manda casi toda la potencia al eje posterior, el Kia resulta muchísimo más permisivo con las derrapadas de los neumáticos traseros, retrasando su intervenci­ón y no reenviando caballos hasta los neumáticos delanteros hasta que la cosa se pone fea, siempre con un tope del 40% delante, lo que nos permite disfrutar con una conducción r e a l mente di v e r t i da y muy i ntui t i v a , aunque quizá no sea lo más efectivo del mundo si buscamos ganar segundos. En este aspecto el Giulia es mucho más incisivo, con constantes reenvíos entre ejes que corrigen nuestra posición y no nos permiten apenas ‘descontrol­arnos’ a no ser que lo busquemos con mucha intención y voluntad.

Sin duda dos de las opciones más divertidas del mercado a un precio más que razonable si analizamos la carga de equipamien­to.

Fruto de distinta concepción, el Alfa pasaría desapercib­ido en una concentrac­ión de tuning. El Kia sería protagonis­ta

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 ??  ?? POCO PERSONAL. Sin los cromados, casi todo es igual que en el resto de las versiones del Stinger, una pena.
POCO PERSONAL. Sin los cromados, casi todo es igual que en el resto de las versiones del Stinger, una pena.
 ??  ?? ALFA ROMEO GIULIA 2.0 T Q4 VELOCE FALTAN DETALLES. Una vez más Alfa da prioridad a la estética frente a la funcionali­dad del interior.
ALFA ROMEO GIULIA 2.0 T Q4 VELOCE FALTAN DETALLES. Una vez más Alfa da prioridad a la estética frente a la funcionali­dad del interior.
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 ??  ?? Butacas de muy buena factura tanto por el acabado de la piel como por la sujeción.
Butacas de muy buena factura tanto por el acabado de la piel como por la sujeción.
 ??  ?? Deportivid­ad, sujeción excelente y cierto aire clásico se dan la mano en las butacas del Alfa. EN PIEL DE COLOR CAMEL.
Deportivid­ad, sujeción excelente y cierto aire clásico se dan la mano en las butacas del Alfa. EN PIEL DE COLOR CAMEL.
 ??  ?? HECHURAS MUY DIFERENTES. No hay discusión, el Alfa ganaría cualquier concurso de elegancia, mientras que el Kia es la estrella de cualquier aparcamien­to de discoteca.
HECHURAS MUY DIFERENTES. No hay discusión, el Alfa ganaría cualquier concurso de elegancia, mientras que el Kia es la estrella de cualquier aparcamien­to de discoteca.
 ??  ?? DISFRUTA. Si queremos divertirno­s al volante el Kia es el compañero ideal, su tracción integral nos permite hacer diabluras antes de entrar en acción para recuperar la trazada.
DISFRUTA. Si queremos divertirno­s al volante el Kia es el compañero ideal, su tracción integral nos permite hacer diabluras antes de entrar en acción para recuperar la trazada.
 ??  ?? El Alfa apuesta por un tacto de conducción mucho más riguroso en el que se da cierta prioridad a la eficacia sobre las sensacione­s del conductor. A LA ALEMANA.
El Alfa apuesta por un tacto de conducción mucho más riguroso en el que se da cierta prioridad a la eficacia sobre las sensacione­s del conductor. A LA ALEMANA.
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