RENAULT MÉGANE RS TROPHY
El Mégane se ha convertido en el estandarte de la división Renault Sport, pues es el único modelo de la casa gala que tiene tres versiones de altos vuelos: una de acceso de 280 caballos, la Trophy de 300 caballos que nos ocupa y la Trophy-R, limitada a 500 unidades y aligerada en más de 130 kilos. La Trophy es la más recomendable si buscas un buen deportivo a pesar de tener un sobrecoste superior a los 3.000 euros respecto al RS estándar, pero merece la pena pagar esa diferencia de precio por las ‘chuches’ que incluye, como un diferencial delantero, unos magníficos asientos firmados por Recaro –los mejores de la comparativa, sin duda–, el Chasis Cup y unas llantas de 19 pulgadas con detalles en rojo.
Nada al azar
También se ha retocado el propulsor, que gana 20 caballos, suficiente para conseguir una mayor ‘patada’ y mejorar levemente el par. Una mecánica que de serie se asocia a una caja manual de seis relaciones pero, en este caso, creemos que la EDC automática de doble embrague opcional es mucho más recomendable por su efectividad… a pesar de su coste –menos de 2.000 euros–.
Conviene matizar que no es tan rápida como las DSG de los León ST Cupra R y Golf GTI TCR, pero convence igualmente. Quien desee manejar la transmisión de forma secuencial puede hacerlo a través de unas gigantescas levas fijas. Sólo echamos en falta que esta caja tenga una séptima velocidad que desahogue al motor y le ayude a bajar el consumo unas décimas.
Por lo demás, el Mégane Trophy es el que tiene el eje delantero más ‘sensible’ de todos en cuanto aceleramos a fondo, tanto en recta como en curva. Este eje es incapaz de controlar el elevado par del motor por lo que, a la mínima, entra en funcionamiento el diferencial autoblocante, cuyo trabajo se aprecia hasta en el propio volante en forma de golpecitos. Así se consigue que sigamos con nuestro ritmo sin hacer correcciones. Una dirección, por cierto, más precisa que la de cualquier Mégane que circula por la calle, pero aún así echamos en falta algo más de dureza cuando rodamos a ritmos alegres.
Una con un tacto como la del Civic Type R sería perfecta en un vehículo sensacional como éste. La suspensión también ha sido revisada para la ocasión. Monta unos amortiguadores un 25% más firmes y unos muelles un 30% más rígidos. Aun con ello, el Renault no llega a ser tan extremo como nos ha resultado el i30 Fastback N. El Mégane tiene un excelente compromiso entre confort cuando se circula tranquilo y de auténtico deportivo en una conducción decidida. Y no hay que olvidarse de los excelentes bacquets Recaro…
Pero el verdadero as en la manga del Renault se encuentra en el sistema de cuatro ruedas directrices 4Control, que viene de serie y que permite al Mégane trazar las curvas con mayor naturalidad, pues no es necesario girar tanto el volante. Se trata de un mecanismo que varía el ángulo de las ruedas traseras en función de la velocidad a la que se vaya.
A nivel de frenos, el Mégane RS es el mejor y así nos lo ha demostrado durante la exhaustiva jornada de pruebas. Lo hace gracias a un
kit Brembo. Por tacto también son diferentes al del resto, pues tienen un recorrido muy corto y duro –nos recuerda al de un coche de competición–. La sonoridad del Mégane RS Trophy también se ha mejorado respecto a la de su hermano de 280 caballos.
La línea de escape cuenta con una válvula mecánica que, cuando está cerrada, varía el paso de los gases y, cuando está abierta, se expulsan de una forma más directa, lo que afecta al propio rendimiento mecánico. La única pega que se puede poner al respecto es que Renault sucumbe a la moda de reproducir el sonido del propulsor por los altavoces, aunque afortunadamente se puede desconectar.
LA DIRECCIÓN EN LAS RUEDAS TRASERAS PERMITE AL MÉGANE RS TROPHY ‘CURVEAR’ CON MUCHA MÁS NATURALIDAD