En su justa medida
Sorprendentemente amplio en su interior, su carrocería de cotas contenidas y su eficaz motor gasolina convierten a este Skoda, de nombre difícil de recordar, en una verdadera compra maestra
Kona o VW T-Roc, contando además con un maletero de 400 litros que, sin ser el mejor, sí está en la media. Puede que alguno de sus rivales sea más bonito, pero difícil que logren hacerle sombra en espacio, así como en las habituales soluciones inteligentes de la firma, que cuenta con paraguas escamoteados en las puertas, una rasqueta de escarcha con medidor de profundidad de neumáticos, un embudo para el depósito…
Simplemente cómodos
Desde un puesto de conducción elevado y de fácil acceso descubrimos un salpicadero con excelente calidad aunque sin lujos, con una pantalla de 8,0 pulgadas de manejo simple que opcionalmente alcanza las 9,2 pulgadas. Asimismo, el cuadro de instrumentación puede ser de tipo Virtual Cockpit mediante una segunda pantalla de 10,2 pulgadas.
En carretera su comportamiento queda definido por la palabra confort, aunque sin caer en aburguesamiento. En sus reacciones prevalece la comodidad, sin buscar atisbos de deportividad en sus reacciones, aunque por 420 euros disponemos incluso de suspensión regulable con modo Sport, muy recomendable. Con sólo tres cilindros, el motor es perfecto para el enfoque del Kamiq, salvando la falta de garra de su hermano pequeño de 95 caballos y sin entrar en el terreno de consumo elevado de la variante de 150, contando además con el lujo que supone el cambio DSG.