La chispa que le faltaba
El nuevo C-HR silencia las críticas que lo tachaban de falto de potencia en esta generación, que incorpora una nueva variante híbrida de 184 caballos. Por lo demás sigue fiel a su atractivísima estética sin modificar sus angostas plazas traseras ni su red
El Toyota C-HR demostró en 2016 que en los resultados comerciales de un automóvil van más allá de lo meramente racional. Con unos argumentos tan difíciles de entender como que pese a medir los mismo que todo un Nissan Qashqai disponga de un maletero 70 litros inferior que el superventas y de unas plazas traseras realmente angostas, el fabricante confió todo a su atractivo estético, y créanme que dio en la diana, pues las cifras de ventas permitieron al gigante asiático romper la banca en Europa durante un par de ejercicios, vendiendo muchas más unidades de las previstas y a un precio por encima del que nadie podía pensar, y eso que la gama de motores se limitaba a una única variante híbrida de 122 caballos. Casi cuatro después ve la luz el restyling del coche, estéticamente las modificaciones son anecdóticas, algún retoque mínimo en los paragolpes delantero y trasero, grupos ópticos rediseñados para albergar las luces de led de serie en toda la gama y para de contar… Mecánicamente las modificaciones son mucho más importantes, pues llega una nueva variante de corte deportivo que con ➥
➥ 184 caballos pretende acallar las críticas de todos los que afirmábamos que estaba inframotorizado.
Al volante, la postura apenas ha sufrido modificaciones, con unos asientos tipo bacquet que nos recogen a la perfección y ligeramente más cercanos al suelo de lo que es habitual en este tipo de carrocerías SUV. Basta echar un vistazo alrededor para detectar la mejora en materia de acabados, combinando ahora remates en piel con pespuntes vistos a lo largo del salpicadero, molduras black piano e incluso metálicas en algunas versiones y piezas plásticas de tacto muy agradable.
Cuadro analógico
El cuadro sigue siendo analógico –una pena– con dos grandes esferas que flanquean a una pequeña pantalla en color que nos transmite información de viaje, fuerzas G, tipo de energía que empleamos en cada momento... Estrena pantalla central multimedia táctil que mejora en resolución a la anterior, aunque con sólo ocho pulgadas de tamaño sigue resultando pequeña en comparación con la de la competencia; cuenta además con botonera física en los laterales. La visibilidad al volante, especialmente la trasera, no es su mejor virtud debido a la peculiar caída posterior de la carrocería, aunque contamos con la inestimable ayuda de la cámara trasera. Las plazas posteriores no varían, siguen siendo pequeñas en sus cotas y claustrofóbicas en su presentación, a causa de la elevada cintura de la carrocería, que reduce el tamaño de las ventanillas a su mínima expresión.
Con un esquema híbrido calcado al del Prius, combina un motor gasolina 2.0 litros y
154 caballos con uno eléctrico de 109, generando una potencia total de 184 caballos. Bastan unos metros para darnos cuentas de que el funcionamiento del conjunto es calcado al del predecesor, aunque ahora sí disponemos de reserva de potencia extra bajo el pedal del acelerador, lo que además evita que tengamos que llevar el motor constantemente revolucionado, con ese incómodo sonido que genera el cambio de tipo variador continuo.
Ahora sí se mueve
Bastan un par de aceleraciones a fondo para darnos cuenta de que el nuevo C-HR corre, y de que manera, al combinar el empuje instantáneo del bloque eléctrico con la elasticidad del dos litros gasolina, todo ello con unos consumos que se mantienen siempre sorprendentemente contenidos, en unas cifra que le permiten poner en apuros a sus equivalentes Diesel sin dificultades.
Obviamente es en ciudad donde salen a relucir sus mejores argumentos, pues en estas condiciones el motor eléctrico cobra protagonismo y se hace cargo del movimiento del coche casi constantemente, apoyado por su eficaz sistema de recarga automática de la batería. Es precisamente en autopista donde detectamos cómo al agotarse la carga eléctrica, el propulsor de