ESPACIOSO.
El Octavia renueva imagen y tecnología para intentar ser una alternativa a los todopoderosos SUV. Se mantiene como una referencia por sus enormes plazas traseras y por el baúl que tiene por maletero…
El Skoda Octavia tiene unas plazas traseras dignas de berlinas de representación.
Lo puedes llamar Octavia o miniSuperb. La berlina media de Skoda ha dado el salto a la representación en esta nueva generación, la cuarta de su historia reciente. Su imagen ha ganado en elegancia, algo fácil de conseguir teniendo en cuenta el controvertido diseño del frontal del anterior, con esos particulares faros dobles. La versión familiar Combi también se estiliza y encima ofrece un inmenso maletero de 640 litros con apertura eléctrica opcional, con múltiples ganchos y diversos compartimentos. Eso sin menospreciar las inmensas plazas traseras…
Además, ambas carrocerías del Octavia ofrecen toda la tecnología imaginable. Su cuadro de mandos de 10,25 pulgadas está basado en el anterior, pero con gráficos y animaciones más modernas. A eso se suma la pantalla de 10,1 pulgadas del sistema multimedia que, como sucede en sus parientes VW Golf y Seat Leon, aglutina muchas funciones que antes se manejaban con botones físicos, como la radio o el climatizador. Al principio, navegar por el equipo infotainment requiere más atención de lo esperado, ya que el Octavia tiene ciertos submenús que lo complican todo, pero eso es hasta que coges el funcionamiento. También lleva asistentes: control de crucero, ángulo muerto, parking automático…
100% recomendable
El Octavia se comercializa con motores gasolina, Diesel, mild hybrid, con gas natural comprimido o híbrido enchufable. Unos ya están a la venta y otros lo harán en los próximos meses. De entre los primeros, el más razonable y recomendable en estos momentos es el 2.0 TDI de 150 caballos con cambio automático DSG de siete marchas. A pesar de la demonización de este carburante, el Diesel
sigue demostrando que es el combustible perfecto para hacer kilómetros a un coche de casi 4,70 metros y con un peso que se aproxima a 1.500 kilos. Lo confirma el ordenador de a bordo del Octavia: las medias son de cinco litros a los 100. Este propulsor sigue siendo infalible y las sucesivas mejoras que le han ido introduciendo dan como resultado el poder recorrer hasta 1.100 kilómetros por depósito –éste ha perdido cinco litros–. Para lograrlo, la labor de la transmisión automática DSG de siete velocidades es fundamental. El cambio trabaja para que el bloque gire más bajo de vueltas de lo esperado, sobre todo, en los programas Eco, Comfort y Normal. Así, en un trayecto de casa a la oficina y viceversa, es posible incluso que gaste poco más de cuatro litros. Eso a costa de ser más lento en las respuestas.
Junto a la eficiencia, el Octavia sigue siendo un coche cómodo incluso si se opta por la amortiguación de dureza variable. Y lo mejor de todo: mantiene su excelente relación calidad-espacio-precio.