Mazda MX-30.
¿Serán suficientes 200 kilómetros de autonomía?
No es la primera vez que nos subimos al MX-30. A finales de 2019, Mazda nos invitó a probar uno de los prototipos que los ingenieros de la marca estaban usando para poner a punto las suspensiones, las respuestas del motor o los modos de retención del todocamino. Siete meses más tarde, llevamos entre manos una de las primeras unidades de producción del MX-30 y vamos directos a Madrid Central. Queremos ver cómo se comporta en el bullicioso tráfico de la capital. Pero antes, hagamos un repaso a sus características.
Utiliza el mismo chasis del CX-30 y del 3. El propulsor lleva la firma de Hitachi y entrega 145 caballos y las baterías de iones de litio son de Panasonic, tienen una capacidad de 35,5 kWh y una garantía de ocho años.
Conductor y copiloto tienen a su disposición varios huecos portabojetos y la sensación general es la de estar en un coche más lujoso por acabados. Las plazas traseras no son muy prácticas: para acceder y salir de ellas hay que abrir primero las puertas delanteras, como en el extinto RX-8, y el espacio que existe no es que sea muy generoso para adultos; para niños no está mal. La caída tipo cupé de la zaga tampoco ayuda a que las cotas de habitabilidad sean como en un SUV normal y la poca zona acristalada favorece la aparición de claustrofobia.
Sobresaliente
En marcha, el MX-30 demuestra que es uno de los eléctricos más interesantes y equilibrados del momento. Quizá sea en el que menos se notan las diferencias de conducción respecto a un vehículo gasolina o Diesel. No hay estridencias en el diseño ni mandos galácticos a los que les cueste coger el punto. Hasta es muy natural el sonido que se ha creado específicamente para las aceleraciones del vehículo, ya que se ha querido que el MX-30 emita un ‘ruido’ por
los altavoces semejante al de un propulsor gasolina, pero a un volumen bajo para que no moleste y no resulte pesado.
La dirección es sencillamente magistral. Mantiene el tacto tradicional de Mazda; es dura y nos ayuda a guiar con precisión. Las respuestas al acelerador no son explosivas para tratarse de un turismo con 145 caballos, pero es cierto que como buen eléctrico, la entrega de par es tan bestia que a veces en las arrancadas entran los controles para cortar el derrape de las ruedas delanteras –no hay opción 4x4–. Las levas del volante funcionan igual que en otros eléctricos o como en muchos híbridos enchufables: sirven para aumentar o disminuir la retención del motor. Así el conductor decide en todo momento si quiere aprovechar mejor la inercia o, al revés, cargar la batería. Al respecto, señalar que resulta sorprendente la capacidad de regeneración que ofrece el MX-30 porque prácticamente mantenemos el mismo nivel de autonomía durante todo el trayecto urbano.