Honda Jazz Crosstar.
Versión off road del espacioso monvolumen japonés.
No hay utilitario en el mercado que gane al Crosstar en modularidad y practicidad. Parece que cada diseñador que ha currado en el desarrollo de este modelo ha interiorizado los principios de ordenación de la japonesa Marie Kondo, la experta cuyo método ha revolucionado la forma en la que se organizan muchas familias. El acceso al vehículo es fantástico gracias a la apertura de las puertas a 90 grados y la boca de carga del maletero está a poco más de tres palmos del suelo. Existen un total de nueve guanteras repartidas por el habitáculo –tres de ellas con tapa– y la segunda fila es espaciosa para dos adultos de talla grande, pudiendo éstos meter los pies bajo las butacas delanteras por si desearan estirar más las piernas. Cuenta con otras soluciones ingeniosas e inéditas en su segmento, como los Magic Seats, que hacen desaparecer las plazas traseras en segundos para tener un segundo maletero en el que dejar objetos de grandes dimensiones, como un mueble, una planta o una pequeña escalera. Si eres de los que frecuentan Ikea, este coche te será de gran utilidad. La operación de quitar y poner los asientos se realiza ¡con una sola mano! Sólo hay que levantar la banqueta y fijarla con su propio brazo.
No necesitas más
El Crosstar está disponible únicamente con una motorización híbrida y un acabado homónimo, que incluye protecciones específicas en la carrocería, baca en el techo, llantas de 16 pulgadas y audio de 376 watios de potencia, entre otros.
La mecánica está compuesta por un propulsor
gasolina atmosférico y dos eléctricos que trabajan junto a un cambio CVT. Las respuestas son correctas para un coche que busca, ante todo, el confort de sus pasajeros. Y como era de esperar, el consumo de combustible ronda los cinco litros, aunque esa cifra baja en el caso de movernos más por ciudad, donde mejor se aprovecha la parte eléctrica que, por cierto, carga las pilas muy rápidamente en las frenadas.
Por lo demás, el Crosstar es un utilitario agradable de conducir. La dirección eléctrica es muy suave y, en general, la insonorización es alta. La suspensión también cumple con su cometido y filtra muy bien las irregularidades del asfalto. La visibilidad hacia delante ha mejorado gracias al rediseño de los pilares A ya que son casi la mitad de finos que los del anterior Jazz. Pero los espejos retrovisores nos parecen pequeños para controlar lo que sucede detrás; una lástima que el avisador de ángulo muerto no esté disponible en el Crosstar y sí en el Jazz…