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La evolución de las parrillas de BMW a través de sus modelos icónicos.
SI HAY UN ELEMENTO DE DISEÑO CARACTERÍSTICO DE LOS BMW es la parrilla delantera en forma de riñones. En los últimos lanzamientos de la compañía bávara ha ganado todavía más protagonismo, incrementando su tamaño de forma considerable –en el Serie 7 ha crecido un 40 por ciento con respecto a su predecesor–, pero lo cierto es que nunca ha dejado de evolucionar desde que la estrenara el BMW 303 en 1933. Aquella primera parrilla ocupaba todo el frontal del coche y tenía un aspecto alargado y estrecho, pero rápidamente evolucionó para adaptarse a las nuevas tendencias estéticas y a los continuos avances en materia de aerodinámica y refrigeración. Desde entonces, se ha ampliado a lo ancho con el BMW 507 de 1956, se ha reducido a la mínima expresión con el Z1 de 1988, ha pasado a tener un efecto tridimensional con el Serie 3 de 1990, se ha vuelto completamente opaca en los BMW de la gama i eléctrica e incluso se ha iluminado con la recién estrenada tercera generación del BMW X6. Con el nuevo Serie 4 va un paso más allá y aumenta todavía más sus proporciones, tanto que llega a invadir parte del capó y del paragolpes delantero, además de sustituir las clásicas lamas verticales por una rejilla, sentando un nuevo precedente de estilo que marcará el camino a seguir por los BMW de la próxima década.