Skoda Octavia Scout. Familiar con unas más que interesantes cualidades off road…
La historia del Scout es una historia de familias y aventuras; es la historia de una preparación estética y mecánica que convierte a este station wagon en una alternativa capaz de ganar en comportamiento a prácticamente todos los SUV equivalentes del mercado
El Octavia Scout es uno de esos coches que ha logrado hacerse un hueco en el universo del automóvil a golpe de personalidad. Sus orígenes datan del 1999, cuando veía la luz una variante 4x4 de la primera generación del Octavia Combi y que por entonces ni siquiera recibía la denominación de Scout, nombre que recibiría en 2007. Se trataba de un modelo propio derivado de la segunda generación del Octavia Combi y que se vendía unido de forma inseparable a la tracción integral con diferencial Haldex, algo que cambia en esta generación, pues por primera vez en la historia está disponible una variante con tracción delantera. De hecho, se trata de un apellido que se ha usado con posterioridad en la mayor parte de modelos de la marca, y que sirve para designar a las variantes con más cualidades off road.
La receta es similar a la empleada en 2007, partiendo de un Combi convencional se eleva la altura de la carrocería –15 milímetros en ➥
este caso– y se le dota de una apariencia camperizada que incluye llantas específicas de mayor tamaño, 18 ó 19 pulgadas en esta generación, barras en el techo específicas, retrovisores pintados en gris y protecciones en fibra a lo largo de los laterales tanto debajo de las puertas como sobre los pasos de rueda, sin olvidar los embellecedores de bajos delantero y trasero, más estéticos que funcionales. Afortunadamente esta generación trae los bajos carenados en las zonas más expuestas, a diferencia de las anteriores en las que era un opcional.
Vistazo al interior
En el interior la personalización de esta variante también es más que discreta, con molduras en madera y asientos con tapicería específica y bordados con la palabra Scout como principales notas diferenciadoras. En materia de habitabilidad el Octavia sigue siendo líder natural de su segmento, con unas inmensas plazas traseras y un generoso maletero con una capacidad entre 610 y 1.740 litros que además permite la opción de estar compartimentado en dos plantas por 250 euros.
El equipamiento es sumamente completo, y sólo encontramos opcionales como la pintura metalizada –550 euros–, las butacas eléctricas con tapicería de piel mixta –2.500 euros– o el techo corredizo –1.100 euros–, junto con una posible mejora del equipo de audio. De serie contamos con cuadro de instrumentación digital tipo Virtual Cockpit 10,2 pulgadas, pantalla central táctil de 10 pulgadas de tamaño, selector de modos de conducción, faros led y prácticamente todo lo que podemos necesitar en materia de confort y seguridad. La calidad en general es correcta, mejorando en presencia y percepción de calidad a su predecesor, aunque echamos en falta mandos físicos individuales para el manejo de sistemas de uso frecuente como la multimedia o la climatización.
El conjunto se completa con un volante mullido y muy agradable al tacto aunque con demasiados controles para nuestros pulgares, lo que nos obliga a aprendérnoslo de memoria sino queremos retirar la vista de la carretera
cuando lo manipulamos. No nos acaba de convencer el sistema de vistas del cuadro de instrumentación, de manejo algo complejo; al igual que ocurre con otros modelos del grupo la multimedia no es la parte más fuerte del coche, aunque progresivamente va mejorando en su funcionamiento y acabará por funcionar a la perfección en futuras actualizaciones.
Configuración de acceso
Mecánicamente la principal novedad del modelo es precisamente esta versión con tracción delantera, por ello es protagonista de nuestro test, pese a que consideramos mucho más interesantes las variantes con tracción integral. Las sensaciones al volante son sobresalientes, con un pisar firme y confortable que transmite un elevado grado de confianza al conductor; las sensaciones son muy Audi, con un grado de aislamiento del habitáculo excepcional pero en ningún momento perdemos información de lo que está pasando. Contamos con un selector de cuatro modos de conducción de serie que permite alterar ligeramente su personalidad, aunque en este caso sin afectar a la suspensión, por lo que no hay grandes diferencias. El motor 1.5 TSI incluye función de desconexión de dos cilindros en modo inercia para reducir consumos, lo que no quita que el empuje sea realmente excepcional a partir de las 1.500 vueltas y hasta casi las casi 5.000, apoyado por un cambio manual de muy buen manejo, aunque es cierto que en las arrancadas echamos en falta algo más de empuje. Un coche que da lo mejor de sí mismo cuando lo combinamos con el cambio automático DSG y la tracción integral, sin desmerecer por ello a esta versión.